-Traducción "La gran mierda americana"-
-Barco a la deriva. Las chicas dan una lección a los chicos, y luego está Robert De Niro.-
No son los sesenta, ni son los
maravillosos ochenta. Estamos en los setenta con lo bueno y lo malo de los
sesenta, construyendo la leyenda de los ochenta, y se nota en el estilo de vida
de nuestros personajes, cuyo moto es vivir por su sueño, aunque eso signifique
saltarse alguna ley, hasta el punto de acabar dedicándose únicamente a eso,
estafar.
Esta historia, versa sobre la
vida de Irving Rosenfeld, interpretado por Christian Bale y echado a perder por
el doblaje equivocado –¡qué raro España!- Irving es un hombre que vive de sí
mismo, no agradece nada a nadie, pero tampoco les exige que le den nada. Todo
lo que el aspira se lo dará su mano y nadie más. Acuña como propia una artimaña
para estafar a la gente, hasta que se enamora de una mujer que no es su mujer
-¡Qué tío este Irving!- y por culpa de ella, o bien suya propia por abarcar
demasiado, da con sus huesos contra un, muy a la moda, agente del FBI llamado
RichieDiMaso, cuyo único pecado fue ser interpretado por Bradley Cooper.
Irving
se verá forzado a trabajar para el FBI, haciendo lo que mejor se le da, estafar
a la gente. Esta vez tendrá que estafar a quién se le señale con el dedo,
incluso si esa persona es amigo suyo, acarreando con todas las consecuencias. Pronto descubriremos que Irving tiene su propio plan y no a
todos les va a gustar. Nos encontramos ante unos personajes
totalmente sobrevalorados, ponderados por una narrativa poética, que no escapa
a la apatía general del tono del filme.
-Los sujetadores son más años 80...-
Naufrago en busca de una estrella fugaz,
de una gran actuación, que capitanee al reparto hacia un puerto seguro. Toda la
–excesiva- trama estamos ante una mecha, que es Christian Bale –a quién han
cambiado su doblador habitual por el de Brad Pitt-, que nunca llega a explotar.
Pasa por todo tipo de penurias, hace amigos, se vuelve rico, llega a tener a la
chica –varias chicas- pero de pronto pierde el norte, se confía en exceso y cae
en picado.
-¿Sobreactuar? ¿Eso se come?-
En ninguno de todos estos momentos llega a suponer algo más que una
presencia ligeramente desagradable y desubicada. Es sabido, el sacrificio
físico que Bale aplica siempre para preparar e interpretar a sus personajes:
desde ‘Rescate al amanecer’, pasando
por ‘El maquinista’, las subidas de
peso de la saga de Batman de Nolan y la bajada que le dio el óscar en ‘The fighter’ donde, pese a ser
secundario, dejaba fuera de escena a Mark Wahlberg , que ni lo vio venir.
Esta
vez ha probado una nueva versión de sí mismo, como ya hiciera Jared Leto –que
es miembro de este club, al que se acaba de unir Matthew McCounaghey- para
interpretar al asesino de John Lennon, Bale ha engordado y se ha quedado
prácticamente calvo, casi parece Santiago Segura, salvando la evidente
distancia a todos los niveles.
Después, nos restriegan por la cara -como
ese niño que no quiere comerse la papilla porque sabe que está mala- a Bradley
Cooper, que parece pretender creerse, que por estar cerca de Jennifer Lawrence
quizás le den también un Óscar de regalo a él, eso jamás ha de suceder. Si Bale
no aporta nada al filme, mejor no hablar de Bradley Cooper, cuya permanente es
el apartado más interesante de su actuación.
Sobreactuación de libro -Una
patata frita hubiera aportado lo mismo, sensación de grasa y suciedad y un
color de piel bonito- que cae continuamente en una repetición masiva de los
mismos cuatro gestos. Bradley Cooper es el niño llorón de esta historia, el
John Cena de la actuación, el quinto y peor Pokémon inicial.
-Kiss mi beibe-
Después de perdernos en los
grasientos rizos de Bradley Cooper, -que le roba el primer puesto en peinados
excéntricos a la cortinilla de Bale- y pasar sin pena ni gloria por Jeremy Renner, no nos quedará más que levantarnos y
aplaudir a Robert De Niro, que en una sola escena de un par de minutos arrasa
con todo el reparto, como si se tratase de una carnicería.
-Así, porque sí-
Pero seguiremos de
pie, aplaudiendo como locos, pues el trabajo de las mujeres resulta abrumador.
Amy Adams demuestra y afianza su valía como una de las principales actrices de
esta generación, suma comedias deliciosas como ‘Tenías que ser tú’, cine comercial ‘El hombre de acero’ y a otros títulos aporta ahora su actuación en
‘La gran estafa americana’, dejando
claro que se ha ganado su nominación.
Llegamos ahora a la joya de la
corona, Jennifer Lawrence. Un servidor ha de olvidar que esta joven actriz
nunca ha sido de su agrado y reconocer que esta vez, no es que merezca un Óscar,
es que se lo merece todo y lo que no se le dé, se le deberá.
Su papel resulta
abrumador, lo poco que aparece -excepto
cuando se cruza con De Niro- arrasa, el espectador trata de olvidar los
pintorescos peinados y se dejará llevar por la magia decadente de Jennifer
Lawrence, quién si fuera algo menos impertinente, contradictoria e hipócrita,
sería el futuro del cine en la división de mujeres. Merece verse esta dilata
obra solo por verla a ella actuar y derrochar talento.
‘La gran
estafa americana’ es una película que estira con avaricia un esquema
argumental que tantea al público todo el tiempo, pero que nunca acaba por
decirse por creer en sí mismo o por derrumbarse del todo.
Para el público en
general resultará aburrida y excéntrica, para los fans del reparto al completo
–o de alguno de ellos- seguramente, también resulte aburrida, excéntrica y
exagerada. Si las mujeres hubieran tenido más peso en la cinta, con tanto
talento, el resultado sería otro y no la que probablemente sea la cinta más
sobrevalorada del año.
Nota: 3,8
La guinda de este delicioso pastel ha sido la nota. Bravo :)
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