Star Wars: Los últimos Jedi (Episodio VIII) | POPCOKEN

Póster de Hugh Fleming*


—En una galaxia sobrevalorada, mediocre y lejana...—



“Quememos lo viejo” no para de repetir Kylo Ren durante la parte buena del filme y... no podría estar más de acuerdo, pero en este caso es mentira. Mucho prodigar que la sabia nueva debe reinar pero esta trilogía de Star Wars sigue dominada por lo viejo y necesitada de lo nuevo, aunque no se atisbe en el horizonte tal cosa. El caso es que...Hoy he ido al estreno del episodio VIII y no puedo decir que me haya gustado tanto como a la gente que llenó la sala conmigo, que aplaudieron al acabar como si hubieran visto una obra maestra indiscutible.



 Para esta película lo que tenemos que entender de antemano, es que tanto a George Lucas como a todos los que trabajaron en el universo expandido, —antes de que Disney lo asesinara por pura arrogancia/vagancia— les hicieron saber que hacer precuelas da manga ancha, porque no corres riesgos mayores hablando del pasado, si respetas unos mínimos básicos de coherencia. Pero si se trata de contar historias más allá de la santa trinidad, entonces ya se complica la cosa. 'Star Wars: Los últimos Jedi' es el vivo reflejo de esa experiencia.



Partimos directamente del episodio VII, en cuya crítica —que podéis leer AQUÍ— dije que: este séptimo episodio, compensa con un buen ritmo, mejor banda sonora y un espléndido acabado visual, una historia pobre y con trasfondo escaso que harán las delicias del público palomitero y amante del cine comercial, aunque, de seguro, esta nueva saga polarizará a los fans, plagando de encendidos debates todos los foros y futuras conversaciones cinéfilas.



Y aunque aún se hace raro que tras tantos años de verdad estemos siendo testigos de la continuación de la trilogía original, de lo que dije hace un par de años no hemos avanzado nada. En cambio seguiremos andando de puntillas no vaya a ser que apostemos por algún tipo de maniobra narrativa ligeramente arriesgada y perdamos un par de millones de dólares. Disney está dejando el negocio del cine por el de la comida rápida.



Durante la primera hora y media —de dos horas y media— sufriremos cómo el filme divide su línea narrativa en dos; la de Poe/Finn, y luego la de Rei subyugada a esta primera. Durante este tedio insufrible, realmente llegué a pensar seriamente en abandonar la sala porque no ocurre nada de interés. Nada en absoluto. El episodio VII dejaba un final con un cliffhanger brutal que aprovechaba el hype a su favor. Y la verdad es que quedaba bien justificado que existieran futuras secuelas, pero tras ver la más reciente no me queda del todo clara esa afirmación. 



Poe y Finn nos van a colar en nuestra cara un relleno de casi dos horas que, ni pretende aportar nada, ni lo consigue cuando se esfuerza mínimamente. Es una historia pobre, plagada de subtramas y metraje prescindible, y para colmo ningunea a gente como Phasma o Leia, con la cual nunca saben muy bien qué hacer. Veremos personajes que no valen nada tomar la pantalla —como en Rogue One— y subtrama tras subtrama no habremos pasado si quiera del prólogo ¿cuándo sucede eso? Cuando Rei consigue que Luke se digne a hablar con ella, y dado que de la rama de Rei tenemos unos cinco minutos de metraje por cada doce de la otra rama, pues... mal, muy mal.



 Viajaremos a una serie de localizaciones absurdas con Finn —como un casino intergaláctico— mientras Poe Dameron se queda torpemente atascado en el prólogo con una Leia que, por cruel que suene, no sé cuando es CGI o cuando es real —pero de ella mejor no hablemos mucho, que recuerdo esa grotesca escena suya en el espacio y... ¡dios, no! ¡NOOOOOOOOO! ¡SAL DE MI CABEZA MONSTRUOOOO!—. La trama se queda ahí y de vez en cuando cambia a Rei y Luke, hasta decidirse por contarnos algo ¿Tarda en ponerse interesante? Terriblemente.



 Encima para cuando lo hace... Enter the fucking PORGS. Cuando vi el tráiler por primera vez le cogí, a esta nueva versión-franquicia del Ewok, un asco/cariño rancio y raro. Porque me recuerda a los carlinos —que son amor— y por otro lado se le ve tanto la patita a Disney, que ya antes del trailer fijo que tenía cincuenta remesas de peluches Porg preparadas, que me asusta. Pero lo peor es que apestan también a nivel narrativo. Lo voy a explicar con un ejemplo personal: cuando estaba en la sala, y Rei estaba con el sable llamando la atención de Luke, en la fila de al lado un niño le decía a su mamá: ¿qué hace? ¿y ahora?.



 El crío no lo entendía, así que como de esas escenas debe haber en total un par de minutos de duración, delatan que el filme no se toma en serio a si mismo. Le da miedo ser demasiado dramática, porque eso le daría un tono más adulto y alejado del grand stage al que quiere abarcar. 



El total de esas escenas “serias” debería ser de cerca de veinte minutos la más larga, hasta que metieron a los dichosos Porgs —o sucedáneos— en escena como alivio cómico. ¿Que alguien habla sin soltar un chiste que parece sacado de Iron Man? Pues metemos un Porg ¿Que alguien está caminando solo? Porg ¿Que una nave entra en una batalla? Porg ¿Que Rei se rasca la nariz?...



 No digo que 'Star Wars: Los últimos Jedi' deba ser una película existencialista, que transmita sus diálogos internos con escenas mudas expresadas únicamente mediante la imagen. Pero sí que sea una película donde un espectador que no acude a por su chute semanal de anestesia mental, se pueda sentir un poco cómodo. El mensaje real que yo interpreto de esto es que, pese a no tener treinta años, estas películas me están llamando viejo, al mismo tiempo que me ordenan que compre su merchandising y su absurdamente torpe guión.



Pero la hora y media pasa y... es un alivio, es como si el director y guionista Rian Johnsson haya dejado de reescribir el guión y por fin puede fluir como debe. Vale, la cosa mejora, pero la historia sigue sin ser nada del otro mundo. Lo que pasa es que han vuelto a colar nostalgia en HD con las localizaciones y además alguien ha mirado algo parecido a fotografía y teoría del color. 



Pero tengo que decir que el evento final donde se ven las caras Kylo Ren y Luke, es una maravilla. La tensión se corta con un cuchillo y toda la escena se desarrolla como debe, hasta tiene varios motivos de fotografía de calidad. Todo resulta espectacular, pero no llega a una catarsis completa, aunque te indique con su narrativa y banda sonora que lo ha hecho. Luego Luke hace un homenaje al propio Obi Wan y la saga puede seguir adelante.



En definitiva, esta es otra película Big Mac. Se ve consume bien, se digiere rápido y no hay que estar cerca siquiera de usar una neurona para seguirla, así que volverá a destrozar los récords de taquilla, todo el público mainstream contento y a mi que me den por... No es que no sea buena, está bien para echar la tarde, pero no es ni de lejos —ni por un instante— algo que merezca una ovación de una sala de cine hasta la bandera. De ser así nos esperaría más de lo mismo, sin arriesgar ni un ápice, durante décad... oh... 



Se abandonarán los giros sorprendentes y los cambios de realidad arriesgados en las películas, para pasar a homogeneizar en toda la población mundial un encefalograma plano que se contente con un domingo por la tarde, pero en pantalla grande. Eso es en líneas generales 'Star Wars: Los últimos Jedi'.



PD: la "sorpresita" final huele demasiado a reciclaje de ideas de George Lucas.



Nota: 5,4


Jorge Tomillo Soto-Jove

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