Crítica Carrie (2013)


Carrie ‘Moretz’ White y la Patrulla X, sin Travolta.


Antes de nada, debemos recordar de dónde venimos. ‘Carrie’ es un re-remake de la original de 1976 dirigida por el icónico Brian De Palma (con películas como ‘El precio del poder’ o ‘Atrapado por su pasado’, ambas obras maestras protagonizadas por Al Pacino). Digo re-remake debido a que, en 2002, ya se hizo un remake para televisión (protagonizado por Angela Bettis, cuyo papel más relevante había sido como secundario en ‘Inocencia interrumpida’) que no tuvo mayor trascendencia. 

En la versión del clásico escrito por Stephen King, que dirigiera De Palma, todo son detalles que, además de buena película, la convierten en una cinta de culto. Lo primero, que fue dirigida por De Palma, lo que, contando con la naturaleza violenta de la historia, es mucho más que un acierto. De no ser por el punto dos, sería la baza de la película. Segundo, Sissy Spacek      –ese tipo de actriz que todos conocemos pero que no sabemos dónde la hemos visto- hace una actuación arrolladora como Carrie White, sentando un precedente para las demás actrices de su época y arrojando un camino tormentoso sobre cualquier otra que intentara reversionar el personaje que hizo suyo. Por ende, el Óscar se fue a casa con ella. Tercero y cuarto, y estas son más curiosidades que otra cosa pero refuerzan el mito, John Travolta hace aquí su debut en el cine a nivel comercial, y Carrie fue la primera novela publicada de Stephen King.


Por los motivos mencionados anteriormente, uno va al cine con ciertas precauciones – prejuicios más bien-. Solo con ver el tráiler, los que hemos visto la original podemos identificar varios indicadores que suscitan desconfianza: en esta entrega no tenemos a un John Travolta que, a pesar de ser uno de los elementos más fuera de lugar de la cinta, al tiempo resultaba perfecto para el papel. Con un par de minutos de promo ya se aprecian grandes diferencias a nivel argumental con respecto a su predecesora, y eso le hace a uno echarse a temblar. Pero al final, tras fijarnos bien, una luz borra todos los miedos habidos y por haber: la protagonista es la jovencísima Chloë Moretz quien, tanto por su excepcional belleza como por sus cada vez más acertados papeles, está convirtiéndose en la nueva actriz de moda (le pese cuanto le pese a Jennifer Lawrence –versada en hipocresía-).


Nada más comenzar, el primer acierto. Al igual que hiciera Brian De Palma, en esta versión también se ha suprimido la escena de la infancia de Carrie en la que hace llover piedras del cielo sobre su casa. En esta ocasión, el pistoletazo de salida lo da el propio nacimiento de Carrie del vientre de su madre, interpretada por Julianne Moore. El personaje de la madre es bastante diferente, pero no molesta. Se nos presenta ya, temprano, como una mujer con un pasado también conflictivo en cuanto al don de su hija se refiere. Por esto la escena llega al punto en que, nada más nacer su hija, la madre decide que lo mejor es asesinarla por temor a que resulte como ella. He de confesar que se trata de una libre interpretación mía, ya que nunca se llega a esclarecer este punto, pero sí que se trabaja más el personaje de la madre.


Todo transcurre con normalidad –si la normalidad fuera la línea argumental original, claro-. Carrie White ya es casi una mujer, con todos los riesgos que eso conlleva para una niña que no cesa de cambiar y que procede de una familia en extremo intolerante y religiosa, que considera todo un peligro y un pecado. Analizando la educación que Carrie ha recibido de su atormentada madre, se comprende que sea una niña timorata y que un período –nunca mejor dicho- como es la menstruación resulte para ella algo difícil. Si a esto le sumamos estar redescubriendo que posee poderes telequinéticos y que todo ello tiene lugar al mismo tiempo en los vestuarios del gimnasio, puede salir una mezcla demencial. Carrie se convierte en una mujer que, asustada y ensangrentada, pide ayuda a sus compañeras de clase, acabando vejada, grabada con el móvil –toque sutil que adapta este relato a los días de hoy-, humillada y maltratada, lo que  deja una huella imborrable en la frágil y temerosa Carrie White.

Después de un inicio magistral la historia continúa casi en la misma línea que la original, disfrutando de la interpretación que aporta Chloë Moretz. Si bien no llega al nivel interpretativo de su predecesora, realiza un trabajo sobradamente bueno que le garantizaría holgadadamente una nominación si no se tratara de un remake. La ventaja que tenía Sissy Spacek era su mayor experiencia contra la juventud de Moretz, que después de ‘Hick’ –junto a Eddie Redmayne-, ‘La invención de Hugo’, ‘Sombras tenebrosas’ o todas las entregas de ‘Kick-Ass’, ha asumido por vez primera un rol absolutamente protagonista en una película comercial a gran escala –no como en ‘Hick’, en la que, pese a ser la protagonista, no alcanzó gran proyección mediática- y esto es todo un desafío con el que cumple. Se avecina una futura actriz talentosa y muy popular.


 ‘Carrie’ es una historia tétrica y genial, que conserva la obsesiva narrativa de Stephen King por las pequeñas sociedades de pueblos perdidos en el sur de los EEUU, resultando al final un hipérbaton a pequeña escala de la sociedad general. En cuanto a Carrie en sí, tenemos la jugosa variante de una descripción más detallada del redescubrimiento de sus poderes psíquicos. En ciertos instantes, llega incluso a parecer que estuviéramos viendo una entrega cruenta de la Patrulla X -o ‘X-men’-, pero es un aliciente, y nunca una contra. Desde un punto de vista algo más comercial y menos ‘snuff’, menos oscuro, esta revisión de la apasionante historia que atemorizó a tantas generaciones, seguro que marcará todavía a unas cuantas generaciones más, aunque llegue con varias semanas –meses- de retraso.

Nota: 7.

Jorge Tomillo Soto-Jove



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