-Revolución adolescente a puñetazo limpio.-
-Chloë Moretz como Hit-Girl-
En el año 2010 se estrenó en
nuestras salas de cine la primera parte de ‘Kick
Ass’. Al igual que la segunda, tiene un estúpido segundo título: ‘Kick Ass: listo para machacar’, que
resulta totalmente innecesario y ridículo frente al simple y sencillo ‘Kick-Ass’ de USA y de la novela
gráfica.
La trama se centraba en la inquietud de varias personas ante una
sociedad infecta de crímenes. Ante tal apreciación, se generaba una reacción:
el surgimiento de los primeros superhéroes –al estilo Batman, sin
superpoderes-. Los hubo como Big Daddy y Hit-Girl (padre e hija, interpretados
por el excéntrico Nicolas Cage y la futura estrella Chloe Grace Möretz, quien
ha participado en películas como ‘Déjame entrar’,
‘La invención de Hugo’ o ‘Sombras
tenebrosas’, y ‘Carrie’
en el homónimo remake).
Cage era policía, de modo que Hit-Girl, pese a tener solo 11 años, recibió una
formación sobrada en manejo de armas y combate cuerpo a cuerpo, al contario que
Dave. Éste era un chico que no tenía nada mejor que hacer que perderse por
internet, soñar con chicas y leer muchos comics, hasta que llegó a la misma
encrucijada moral que Big Daddy y Hit-Girl.
Así surgió el héroe Kick-Ass (interpretado
por Aaron Taylor-Johnson, coprotagonista del drama ‘Anna Karenina’ protagonizado por Keira Knightley) quien, en su
primera lucha contra el crimen, fue apuñalado, golpeado y atropellado por un
coche. ‘Kick-Ass 2’ parte de la misma
encrucijada contra el crimen de su predecesora; si Peter Parker puede ponerse
una máscara y luchar contra el mal ¿por qué no hacerlo? Pero, en esta ocasión,
van encontrando la respuesta al dilema del héroe: si quieres ser Peter Parker,
tienes que pagar el precio de llevar la máscara de Spiderman.
Ser un superhéroe se muestra como
una oferta tentadora ante la injusticia y el tedio de la rutina, pero los años
van pasando y tanto Hit-Girl como Kick-Ass van comprendiendo que hay una vida
fuera de la máscara. Aun así, por los compromisos con los caídos en la primera
parte, deciden continuar sus carreras de luchadores contra el crimen. Nada más
empezar, la propia Hit-Girl tirotea a Kick-Ass a quemarropa, como hiciera su
padre con ella, de modo que pudiera hacerse más fuerte. Un método un tanto
radical, pero que va calando hondo en Dave. La letra con sangre entra, o eso
parece.
Ante las exigencias de su padre
adoptivo, Hit-Girl decide empezar a ser Mindy Macready y comenzar a vivir una
vida que le es totalmente ajena, la vida del estudiante adolescente, con todo
lo que esto implica. Ante esta decisión, Kick-Ass, más convencido de su credo
que nunca, decide buscar algún otro superhéroe que cubra el hueco de Hit-Girl y
continúe su entrenamiento. Así es como se topa con Dr. Gravedad, que introduce
a Kick-Ass en la banda “Justice forever”, o Justicia para siempre.
En un lugar
secreto de NYC, esta primera unión de superhéroes se reúne por las noches bajo
el mando del Coronel Barras y Estrellas (interpretado nada menos que por Jim Carrey, que no
necesita presentación). Allí, además del brutal liderazgo del Coronel, Dave se encontrará,
entre otros héroes caseros, con Night Bitch, con quién tendrá un idilio de
bastante importancia
De aquí en adelante se acabaron
las horas felices, ya que su viejo enemigo Red Mist busca renacer como
supervillano, llamándose The Motherfucker. Pasa a proponerse como objetivo
vital asesinar a Kick-Ass, que había matado a su padre con un bazooka. Para
cumplir su nueva misión, The Motherfucker buscará reunir a un grupo de
supervillanos, los mejores que el dinero pueda conseguir. Esta nueva hermandad
de villanos pondrá en jaque a todo y todos los que hayan tenido contacto con
Kick-Ass.
Violaciones, palizas y destruir el mundo pasan a ser sus objetivos y
futuras acciones. Ante esta provocación, a Dave no le queda más remedio que
seguir siendo Kick-Ass y combatir el crimen tan buenamente como sabe, lo cual
no es mucho sin la ayuda de Hit-Girl. Ésta pasa su tiempo intentando ser una
más en el grupo de las chicas populares del instituto, que, en cuanto la ven
como posible competencia, se encargan de vejar todas su posibilidades de
popularidad, humillándola en una ficticia fiesta que solo tenía por objetivo
llevarse por delante sus esperanzas y su dignidad.
‘Kick-Ass 2’ es una película que sigue el mismo tono de la primera
parte. El sentido del humor negro es omnipresente; se intenta hacer pasar por
cultura pop para darle una patada en la cara el espectador y sorprenderle con
escenas de acción provistas de altas dosis de violencia sin censurar. El
heroísmo implícito de la primera entrega queda desplazado en esta secuela por
una trama a varias bandas: la línea de los malos, la de justicia para siempre,
la de la policía –que es la menos trabajada de todas- y la de la revolución
hormonal adolescente.
De esta forma, vemos cómo manejar la vida en familia, la
adolescencia y ser un superhéroe pueden constituir elementos difíciles de
combinar. Aquí se añade un detalle desagradable que iniciara Tobey Mcguire en ‘Spiderman 3’.
Cada vez es más habitual
ver en el cine de superhéroes, cómo todos los personajes luchan casi
constantemente sin sus trajes y sin su máscara, elemento totalmente
contradictorio con la naturaleza de sus orígenes: los comics. Nos encontramos
ante actores que o bien son muy populares o cobran un salario enorme –como
Tobey Mocguire, que cobró más de 50 millones solo por ser Spiderman, o Robert
Downey Jr., que se apuntó a la misma cifra en ‘Los vengadores’-.
Este podría ser el único punto negativo de ‘Kick-Ass 2’, que tiene todos los
elementos divertidos y morbosos de la primera parte magnificados bajo clichés
casi racistas –autojustificados con dosis de humor negro- y una menor duración
de la trama, que siempre se agradece. Si no tienes mucho que contar, no
alargues la historia para sacar más cuartos.
Nota: 7
Jorge Tomillo Soto-Jove
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