Mi otro yo



-Coixet lanza al cine un telefilme de principiante-


Cuando uno va al cine, siempre suele ir cargado de una cantidad mínima de anticonceptivos en forma de, o bien trailers, o bien notas en páginas de cierto peso crítico (como pudieran ser IMDB, la más positiva y la que se gasta Hollywood; Metacritic, que recoge opiniones tanto de prensa como de usuarios; y Filmaffinity, donde la “élite” del cine –el publico más quisquilloso y nada tolerante- negativiza todo lo que ve; no cito estas webs por promocionar nada, simplemente son el referente básico y canónico).


-Hey ¿qué me dices de 4chan?-


 Y cuando vemos nombres importantes o influyentes en la industria, acudimos a ello, si es algo más que una sesión de cine intencionalmente comercial lo que deseamos pagar por ver. En este caso concreto, Isabel Coixet es uno de los nombres que, queramos o no, hemos escuchado alguna vez indagando en el mundillo del cine –siendo español, más razón para conocerla-.


-Hasta a Isabel Coixet hizo sonreír-

Si, además, la directora ha tomado por musa a una de las chicas de moda, Sophie Turner, por su papel protagonista en la serie que todos quieren ver –Juego de Tronos-, la decisión es fácil de tomar, aunque seguramente nos lleve a todos ante un feroz desengaño.


-Las Stark de Juego de tronos-

Nada más empezar, topamos de lleno con Sophie Turner vagabundeando por las calles de Cardiff, Gales. Ante ella, un grupo de personas apalea con brutalidad a una chica, que no es más que ella misma. Esto no es una visión, no es una metáfora del redescubrimiento personal frustrado por la sociedad, simplemente es un advenimiento del resto de la trama que Isabel Coixet forzará hasta la saciedad para hacerla suya de una forma u otra.



Sophie Turner –que junto con Chloë Moretz, Saoirse Ronan y la algo más lejana en edad Joey King, se está convirtiendo en una de esas chicas de las que todo cinéfilo debería estar muy pendiente- interpreta de una forma bastante pobre el papel de Fay, hija de un matrimonio perfectamente feliz, hasta que el padre cae fatalmente enfermo de esclerosis múltiple (el cáncer estaba muy visto).



 Debido a esta situación de tensión y fatalismo, la familia se va descomponiendo, cada uno por derroteros diferentes. La madre, Claire Forlani, que debió abandonar la interpretación en ‘Conoces a Joe Black’ –por aquello de dejar el listón alto-, ante la presión, no tiene una idea mejor que buscarse un amante que la recoja con el coche, que aparque delante de casa y, ya ahí, a plena vista de todos, liberarse de sus penas con un hombre joven.


-Mamá es un poco z...-

El padre, Rhys Ifans –visto últimamente en compañía de Spiderman- ya tiene bastante con su situación –la de su mujer- y aceptar su destino, como para poder hacer mucho más. Y, al final, está la situación de Fay, que abarcará todo el espectro del filme sin dejar lugar a mucho más, hasta que se hace un poco de hueco para que Coixet cuele una subtrama que no va a ninguna parte, para rellenar. Esta chica comienza a observar que sus vecinos, compañeros y conocidos empiezan a comentar haberla visto en sitios en los que no tiene memoria de haber estado.



Según va avanzando la trama, este tipo de situaciones de desdoblamiento de la realidad de Fay es cada vez más recurrente. Sin embargo, lo que pudo haber sido un muy válido recurso de complejo de Frankenstein -en el que el protagonista se desdobla en una versión hiperbólica y peligrosa de sí mismo- se reduce a una protagonista que averigua cómo sus padres iban a tener gemelas idénticas pero que, en el parto, una de ellas se quedó en la mesa de operaciones. Desde entonces, se ha estado apareciendo como fantasma para atormentar a la familia.



Iremos de espejo en espejo y de pared en pared buscando los guiños que rozan la evidencia, mediante los cuales Coixet intenta introducirnos en la realidad confusa que se ha visto obligada a confrontar nuestra bella protagonista. Lo que pudiera interpretarse con algún acierto como una película ‘teen’ es, en realidad, una ruptura del género al que pretende pertenecer: el terror. Esta incursión de Isabel Coixet en el género de terror ha obligado al pez a salirse tanto del acuario que la empuja a incurrir en cientos de errores fatales que rozan la parodia.


-Juego de espejos-

Mi otro yo’ está tan cerca de ser una película de terror como lo pueda estar ‘El show de Truman. No solo son los fallos de inconexiones del guion, que resultan en un mínimo de tres interpretaciones lógicas del final –si no salen más-. Estamos también ante un doble talento desaprovechado. El primero, el de la propia Coixet que, por ceñirse a lo que mejor sabe hacer –el cine de autor pseudo-poético repleto de simbolismos y metáforas-, acaba por derrotarse a sí misma.


-Hasta los créditos al final son 'de autor'-

Y segundo, el de la propia Sophie, quien tras su inmenso crecimiento como Sansa Stark en Juego de Tronos, parece aquí fuera de lugar, fría y desubicada, como a expensas de que se le diga “Vamos, querida, suéltate la melena”. Quizás este sea otro error de Isabel Coixet, quien también escribió el guión.


-Whaaaaaaaaaaaat?-

En general, de esta película a cuyo estreno asistimos una sala casi vacía y este servidor, pocas cosas buenas se pueden decir, más que resaltar el interés de ver los comienzos de esta bella actriz. 



De ella esperemos que, al igual que supo pasar de su rubio natural a un pelirrojo que la ha catapultado a la fama, sepa vivir de algo más que su imagen y siga cultivando el talento que ha demostrado tener. Si algún espectador espera ver una peli de terror o un filme de autor, no encontrará ni la una ni la otra, sino una extraña mezcla de ambas que no acaba de cuajar.



-Cara que, con suerte se te quedará al acabar-

Jorge Tomillo Soto-Jove
NOTA: 2,9

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