Big Eyes

-Tim Burton muestra un atisbo de esperanza, acompasado por Lana del Rey-


Bien es sabido para los que me lean con cierta asiduidad, que al igual que mucha gente -cada vez más- rechazo con insistencia casi todo lo que Tim Burton toca. Pero no es porque tenga manía persecutoria, es porque he visto que puede hacer otras cosas mucho mucho mejores. Por rellenar su bolsillo y favorecer una reputación que solo encaja en un quinceañero, lleva unos cuantos años malversando cualquier proyecto del que se hacía cargo como director.



 Lamento tras lamento, he ido acudiendo con una fidelidad casi estoica a cada uno de sus estrenos y cada vez he salido con la cabeza gacha lamentando y preguntándome ¿Dónde está el hombre que hizo de Ed Wood una obra maestra de culto? ¿Qué fue de la única persona que podía encajar a Eduardo Manos tijeras en un dulce y crítico mundo kitsch, sin que resultase forzado? Pues parece que tras dejar un par de lastres atrás, Tim Burton ha retomado sus viejos valores y se ha volcado en este biopic que sin su toque hubiera sido mucho menos poderoso.



 Es así como nos topamos hoy con 'Big Eyes', un refrescante aperitivo que resucita las brasas de una fe tiempo ha olvidada.



'Big Eyes' nos transporta a los años cincuenta y lo hace de pleno. Parece que volviéramos al pequeño y acartonado barrio en el que un Tim Burton con menos presupuesto retrató perfectamente a la sociedad media -con pretensiones de alta- americana más clasista e irónica. Disfrazó de divertida parodia una crítica velada muy dura y sutil en la que un ingenuo con manos de tijera aprendió sobre valores humanos y sus catastróficas consecuencias.



 Nada más tomamos posesión nos encontramos con la primera guinda dulce, el primer síntoma de cambio; una fotografía deliciosa. La película, a partir de ahora, podemos dejar de verla. Incluso podríamos verla en chino o alemán, disfrutaríamos únicamente con esta evocadora fotografía tan bien calculada y medida. 



Pero lo importante no es solo el marco en el que se encuadra esta historia, lo importante, como solía ser sello de la casa Burton, son los personajes. En este caso concreto, podría llegar a tener menos mérito, ya que esta historia es una adaptación de una historia verídica -con todas las licencias del mundo- pero eso no la hace menos disfrutable. Gracias a que haya ocurrido hace algún tiempo, Burton se aprovecha de que poca gente recuerda o conoce esta historia para contarla a su manera.



 La única diferencia es que esta vez "a su manera" no tiene ninguna connotación negativa. Alguien con una mente picajosa y algo malvada, podría pensar que este "nuevo Tim Burton" es producto de la desintegración -seguramente temporal- del popular trío compuesto por Helena Bonham Carter (con quién ha anunciado su supuestamente definitiva ruptura), Johnny Depp (que tras una espantosa entrega de premios completamente borracho, ha decidido jubilarse temporalmente para afrontar su adicción) y el propio Burton. De esta ruptura solo uno parece haberse alzado entre las llamas.



La película cuenta la historia de Margaret, una mujer que abandona a su marido en los años cincuenta, cuando aún era impensable hacerlo y se va con lo puesto, su hija y poco más. Sus cuadros y su hija es en lo único en lo que cree ahora, pero de sueños y buenos deseos no se puede vivir, así que Margaret prueba a buscar varios trabajos, conde le preguntan "¿está su marido de acuerdo con esto?", dejándonos así claro, la mentalidad de la sociedad de la época -eso, si 'Eduardo Manostijeras' no lo hizo ya- por lo tanto, Margaret acaba con su hija haciendo retratos en parques a dos dólares, o un dólar, para salir al paso mediante sus cuadros o simplemente tratar de complacer a la gente con su arte (al menos eso se dice a sí misma). 



Es en ese desafortunado parque donde conoce a Walter Keane, un paisajista con un gran don para la palabra y un provocativo e histriónico carisma, Margaret se ve sumida con rapidez en las redes de este hombre que parece tener historias y leyendas evocadoras para cualquier momento del día. Al principio todo parece fácil y de color de rosa, pero hay una subcorriente que nos hace sentir que algo no va bien, aún en los momentos más felices. 



Walter Keane es mucho más de lo que parecía -o mucho menos, según se mire- y pronto acaba usurpando los méritos de su mujer, usando a su favor la mentalidad de la gente de la época "Nadie está interesado en algo que pinte una mujer" sostiene para convencerla de que la sumisión es su único camino.



 No es que Margaret sea tan tonta como Amy Adams parece empeñada en actuarla, simplemente es una mujer que atrapada entre la espada y la pared cree haber elegido la mejor opción para ella y para su hija. De este razonamiento en adelante, nada bueno podrá venir, para los que ahora son, los Keane.



Toda la trama está centrada en el tira y afloja de Amy Adams y Christoph Waltz (sumido en sí mismo y su histrionismo), siempre magníficamente encuadrada y centrada en resaltar la corriente kitsch en su máximo esplendor.



 Es como si tuviéramos la historia de 'Lovelace: Garganta profunda' pero centrada en el mundo de la pintura y la desigualdad laboral -y social- de la mujer en los años cincuenta. Todo lo que en 'Big Eyes' acontece es una exageración hortera, de esta forma podemos apreciar mejor la estética y la mentalidad de un tiempo, que aunque se sienta lejano, es demasiado cercano.



'Big Eyes' es un faro en mitad de la oscuridad (con Krysten Ritter como atractivo cameo), esperemos que un antecedente de lo que está por venir, dulcemente aderezado por unas dosis bien controladas de madurez, expresionismo y la inconfundible Lana del Rey, que parece hacerse su hueco en el mundo del cine. 



'Big Eyes' dejará descontentos a los adoradores de la etapa comercialoide/emo de Tim Burton, pero hará las delicias de los que de verdad lo han tratado y valoran sus buenos trabajos -los primeros-, a los que se parece 'Big Eyes'

LANA DEL REY - BIG EYES.



NOTA: 7,8

Jorge Tomillo Soto-Jove



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