Legend | POPCOKEN


—Tom Hardy Vs Tom Hardy—

Año nuevo, vida nueva y películas nuevas. Esta temporada, que cada vez tiene más cerca su cierre con la ceremonia de los Óscars, nos ha dado unos cuantos candidatos claros a ganar una estatuilla, pero también nos ha dejado algún que otro olvidado. El gran tapado podría considerarse Tom Hardy, a quien parece que solamente se ha nominado a mejor actor de reparto por su aparición en ‘El Renacido’, cuando su doble trabajo aquí, en ‘Legend’, merecía una nominación como poco. Pero el “correctismo” y la popularidad han situado en esa posición a un injustificable Matt Damon.



Legend’ nos sitúa en la época de la mafia americana que todos conocemos por los grandes clásicos del cine, pero, en esta ocasión, el escenario central será Londres. Un Londres más actual que viejo, aunque con un toque clásico muy bien traído del género gangster. La trama se centrará sobre dos hermanos gemelos que, sin necesidad ninguna, verán su historia contada por la esposa de uno de ellos. Reggie y Ronnie Kray serán esos gemelos idénticos que pasaron de ser un par de matones a jugar en primera división.



 Entre tantas cadenas de mando, trajes caros, locales exóticos colmados de famosos y estrellas del deporte, tenemos a una chica sencilla y frágil —como el propio filme se empeña en presentarla casi continuamente— que se ve en mitad de todo este big bang de la mafia londinense cuando Reggie Kray acude a su puerta. El filme no sólo presenta a nuestra innecesaria narradora —evidente sistema de cercanía y veracidad para el espectador, que siempre captará con más facilidad un mensaje dicho por otra persona antes que ponerse a sacar sus propias conclusiones de lo que ve— como una chica frágil, sino como una chica bastante fácil.



 O puede, quizá, que la necesitada de un gran filme, Emily Browning (que ‘Sucker Punch’ sea el mayor filme de su carrera —hasta ahora— no indica nada bueno) y su actuación directa y concisa no escondan secreto alguno sobre los sentimientos de la narradora acerca del imponente hombre que se ha presentado ante su puerta con palpables intenciones.



 Todo lo anterior o simplemente —opción que uno ve más coherente— que el filme no quiera permitirse el tiempo de desarrollar a este personaje más allá de una excusa para volver a sacar a Tom Hardy en pantalla. De haber aceptado la verdadera condición de mujer florero de mafioso que le tocaba padecer a Emily Browning, el filme nos hubiera ahorrado el tedio del narrador arbitrario y hubiera restado minutos a su innecesariamente larga duración.



 Suprimiendo la máscara de protagonista femenina, hubieran podido cumplir su verdadera ambición: darle un minuto más de pantalla a Tom Hardy, ya que es el único —doble— punto de inflexión que convierte lo que podría haber sido carne de telefilm en una película con interés palpable.




El problema del filme se ve pronto. Pasada la primera media hora, tenemos casi un monólogo —en cuanto a importancia argumental— de Reggie, el hermano guapo de los dos y el hermano no psicópata de los dos. Pronto Ronnie va cogiendo carrerilla y se prepara para despegar. Tom Hardy se dispone a golpear con todo lo que tiene y el espectador ni lo va a ver venir. La actuación de Hardy es tan increíble que, de no haber sido por algún mal paso de cámara y algún doble evidente, habría dado la sensación plena de que hay dos Tom Hardys en el mundo, si es que el mundo pudiera estar preparado para eso.



Pasa la primera hora y uno siente que el filme está cerca de acabar, pero no, aún queda otra ronda de lo mismo. Es a partir de esta primera mitad cuando el filme pierde los frenos en una cuesta abajo tan larga como lo pueden ser sesenta minutos. El desfase llega porque, argumentalmente, Ronnie toma el control y el protagonismo, pero la película no sabe manejar ni al personaje ni a Tom Hardy desbordando emociones. A consecuencia de esto, comprobamos el miedo del filme a escoger entre una opción seria o una cómica, por lo que trata de integrar todo en un solo ser, sorprendiendo con momentos cómicos dentro de escenas dramáticas y viceversa.



 De todo este lío narrativo, al espectador sólo le quedará acogerse a que Tom Hardy vuelva a darle la vuelta a la tortilla por decimoquinta vez en el filme, o bien resignarse a esperar sentado y tratar de no mirar demasiado el reloj.



Legend’ es una promesa fresca y una apuesta a lo grande por el talento interpretativo, pero su indecisión y su mal planteamiento de la historia hacen que un apabullante Hardy agarre el timón con los dientes y rescate lo que el guión dejó huérfano. 



La figura, —diluida en el espeso guión— de Emily Browning acabará por aparecer en escena únicamente para quitarle de encima al público a Tom Hardy —en puntuales ocasiones sobreactuado— con el fin de que pueda coger aire para otro decepcionante capítulo dentro de ‘Legend’. El final trata de imitar en vano ecos de grandes películas como ‘Casino, pero la propia continuidad de la cinta arruina el único atisbo argumental de calidad.



En resumidas cuentas, cuesta creer que Tom Hardy se haya hecho sombra a sí mismo en los Óscars, ya que su interpretación por ‘El renacido’ es su única nominación, condenando —con ayuda de la academia y los rankings de popularidad— el brillante baile de personalidades ejecutado en ‘Legend’.



 Una vez acabado el filme, echaremos la vista atrás y nos daremos cuenta de que en la cinta no se nos ha planteado nada que otros muchos no hayan hecho mejor antes, pero que Tom Hardy hizo parecer que todo tenía un poder carnal y apasionado capaz de conseguir que las cosas, de alguna forma, siguieran adelante sin importar el qué.

Jorge Tomillo Soto-Jove

Nota: 5,7


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