—“La gente normal está a un mal día de ser como yo”—
La
broma asesina era un as que tenía guardado en la manga, su salida a DVD y
Blu-ray fue a principios de agosto, así que la he ido atesorando para, como
dría el propio Joker “un mal día”. La broma asesina es uno de los cómics más
icónicos de todos los tiempos al nivel de novelas como Watchmen, Batman año uno
y El regreso del caballero oscuro (Las dos primeras de Alan Moore y las demás
de Frank Miller, ambos dos autores tremendamente sobremitificados como si de
dioses se tratase). El propio Tim Burton reconoció que es su cómic favorito.
En sus menos de cincuenta páginas el ritmo
narrativo de Alan Moore, sumado al dibujo de Brian Bollard y los colores de
John Higgins, hacen de esta corta lectura un placer obligado. Con esto no estoy
justificando su reputación de obra maestra; para mi fue un claro ejemplo de
“aplastado por su reputación”, todo ello junto a que su chiste final, no tiene
ningún tipo de gracia. Fue publicada en 1988, un año después ganó casi todos
los premios del sector norteamericano y en 2016, ha llegado su versión animada.
‘Batman: La broma asesina’ como
película, empieza mal con un gran tropiezo de media hora injustificable, del
cual se podría haber prescindido. Uno comprende que la obra original es
extremadamente corta, aunque su contenido tenga mucha chicha o se pueda releer
hasta saciarse, pero a la hora de convertirlo en una película animada, el
factor duración es de alta importancia.
¿Cómo convertir cuarenta y ocho páginas
en un film de larga duración?(setenta y cinco minutos, casi larga duración)
Pues añadiendo metraje allá donde se pueda. Este ansia por explotar un producto
que no lo necesitaba, deja entrever las grandes taras del filme, que de no
haber tenido metraje extra duraría entre veinte y cuarenta minutos, siendo
optimista.
Nada
más arrancar veremos como el tono y tema central de la broma asesina se ven
disipados, dispersos en el día a día de Batgirl durante su último caso a
resolver antes de dejar la capa y bastante antes de su encontronazo con Joker.
Sin ser demasiado exigentes, lo malo de esta suerte de prólogo es que —además
de que nadie lo pidió— no aporta nada ni a Batgirl, ni a Batman, ni a la
relación que tienen entre ambos. Nada positivo quiero decir, porque pasamos de
tener una historia sobre el carácter de dos personajes y la exposición de las
taras de la gente a, chica boba enamorada de su paternalista maestro. Donde las
cosas no podían sonar más rocambolescas y cuestionables, nace una escena de
sexo que corona lo innecesario.
Si nos fijamos —y si no también— veremos que
hay una necesidad pujante, de carácter reprimido, de involucrar a sus
personajes en una dinámica sexual que no encaja. Otro ejemplo llega unas
escenas más adelante, cuando Batman interrogando a la gente de los bajos
fondos, sonsaca a unas prostitutas que Joker se pasa a “visitarlas” cada vez
que se fuga. Ahí, reconozco que fui a mi biblioteca personal, algo confuso, a
corroborar lo que ya sabía, que Joker nunca ha declarado una sexualidad —salvo
con Frank Miller y algún otro despropósito—, ya que dentro de su locura es algo
que queda al margen de ser posible.
El
prólogo de las locas y divertidas aventuras de Batgirl la boba, llega con
parsimonia a su fin y en cuanto empezamos a atisbar los icónicos planos de
comienzos de la trama de la broma asesina podremos respirar con tranquilidad
parcial. Si alguien no conoce la trama de la broma asesina, de ahora en
adelante no repararé en hacer o no spoilers.
La
trama de la broma asesina da verdadero comienzo cuando Joker, acompañado de
unos matones, dispara en la cintura a Bárbara Gordon, delante de su padre,
dejándola lisiada para el resto de su vida —para convertirse en Oráculo, la
sabelotoda-hacker ayudante de Batman—. Con su padre delante fuera de juego,
Joker pasa a desnudarla para culminar en una humillación total.
Esta escena
duramente criticada por unos y alabada por otros por su crudeza, en el cómic
tiene ese toque de perturbación que en la película no tiene. Su estilo de
animación —heredado del trabajo de Bruce Timm y la serie animada de Batman—
sumado a sus diálogos alargados y algo estupidizados (Joker sabe nada más
disparar que Bárbara quedará lisiada y no para de reírse de ello con su ojo
clínico, cuando en el cómic es mucho más sutil) hacen que la escena tenga poco
o ningún dramatismo, llegando a ni ser incómoda de ver.
Se limita a ser un mero
trámite antes de poder centrar la atención sobre Gordon y la tortura que Joker
le tiene preparada para demostrar que cualquiera está a un día malo de volverse
tan loco como él.
Batman
decide mojarse y jugar a lo que quiera que Joker haya planeado, pero antes
llega la sorpresa que hizo de este cómic lo que es: mediante flashbacks nos
sumergiremos en el pasado y origen del propio Joker, viendo como una vez fue un
hombre normal que trataba de ganarse la vida para él y su esposa embarazada.
Cuando ya nos centramos en el meollo, que es básicamente todo el arco
argumental de la broma asesina, la historia ya cala hondo y se vuelve
entretenida —sin llegar mucho más allá, al margen de un par de diálogos buenos—
por sí misma, a pesar de la regular animación y el extraño doblaje —aún con el
siempre extraordinario trabajo de Claudio Serrano como Batman—, per puede que
ya lleguemos cansados a esta parte debido a su primera y cansina media hora
inocua.
Si no nos hemos cansado, al llegar a la verdadera broma asesina,
podremos disfrutar de los méritos y las muchas limitaciones de esta historia.
Una vez lleguemos al final podremos reírnos o no, pero escuchar a Claudio
Serrano reírse a carcajada limpia con el tono de Batman resulta a partes
iguales perturbador, irritante y divertido, justo como el propio filme.
NOTA: 5,7
Jorge Tomillo Soto-Jove
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