—Tintes de rencor—
Esta
semana he podido volver a decir que el valor de mi entrada de cine no ha dolido
al salir de mi bolsillo. He acudido a ver ‘Animales
Nocturnos’, lo nuevo del icono de la industria de la moda: Tom Ford. La
carrera de Ford como director no tiene un largo recorrido, es más, su debut fue
en 2009 -‘Un hombre soltero’- y siete
años después tenemos en nuestras salas su segunda obra, que se antoja mucho más
redonda que la primera.
‘Un hombre
soltero’ tenía el poder de su elegante factura, tanto a nivel de vestuario
como con su espectacular fotografía, pero, más allá de eso, Colin Firth y
Julianne Moore, había algo en su historia que no la convertía en inolvidable.
Para
esta ocasión, Ford adapta una vez más una novela, esta vez Tony and Susan —que
aquí se llamó Tres Noches—, escrita por Austin Wright. En esta historia nos
situamos sobre los hombros del personaje de Susan Morrow, interpretada por Amy
Adams. Susan es una mujer que vive en la actualidad dentro del mundo del arte,
pero no acaba de parecer una persona feliz, con lo cual encaja perfectamente la
forma de mirar de Amy Adams.
Sabemos pronto de quién es esta película por lo
espectacular de la caracterización de Amy Adams, que, aún fijando un look que
ella no suele usar, aporta esa pesadez al personaje y la deja a ella
absolutamente fabulosa. Además, sumado todo a su corta pero más que correcta
actuación, se refuerza la sensación de integridad del personaje.
Es
precisamente esa belleza, que resalta a primera vista, lo que hace que el
contraste resulte tan palpable cuando la observamos —como la muestra Ford— muy de
andar por casa —aunque uno no consigue creerse del todo la versión “desaliñada”
de Amy Adams, que, se ponga como se ponga, siempre se ve bien—.
Susan
es una mujer atrapada en un matrimonio frío y caduco, hasta que un día recibe
una sorpresa que no esperaba. En el interior de un paquete que comienza
cortándole su dedo al abrirlo, se encuentra una novela llamada Animales
Nocturnos, escrita nada más y nada menos que por Edward Sheffield, su ex marido
—interpretado por Jake Gyllenhaal.
Una de las proclamas más significativas de la
película es que “al escribir uno siempre termina escribiendo sobre uno mismo”. Por
ello, cuando Susan comienza a leer la novela, se imagina al protagonista, Tony
Hastings, con el aspecto de su ex marido. Es en este momento donde la película
comienza a hilar su verdadera naturaleza.
Tony
está viajando con su familia por Texas. Su mujer —donde nos encontraremos a
Isla Fisher casi de sorpresa— y su hijo están sumidos en la noche a tres horas
de llegar a su destino, cuando comienzan acorralarlos un par de coches salidos
de la nada. Está oscuro, no hay nadie en kilómetros a la redonda y tampoco
cobertura de móvil. El espectador ya se huele de antemano cómo puede acabar
esto.
Es una escena que hemos visto miles de veces en el cine, pero no por su
recurrencia se hace más fácil ver el final de esta historia si está bien
planteada ¿De qué depende? De sembrar la duda en el espectador sobre si los
protagonistas van a salir de esta o no.
Del
coche de los maleantes surge como líder Aaron Tylor-Johnson (el actor de ‘Kick-Ass’, ‘Anna Karenina’, o uno de los miembros menos relevantes de Los
Vengadores en ‘La era de Ultrón’) con
la intención clara de liarla parda. Desde este momento, y aunque no lo sepa,
Tony ya no controla la situación y, tan lejos de casa, todos sus modales de
chico culto con su barbita perfilada no le van a servir de nada.
No
ahondaré en más detalles, pero la familia se ve separada y será entonces cuando
Tony conozca al personaje de Michael Shannon, un agente de policía que se hará
cargo de la investigación con todo el peso de la ley y toda la pasión que pueda
ponerle al caso.
Hasta aquí hemos andado un camino relativamente rápido de la
mano de Ford, que ahora va a saber muy bien dosificar el tempo de la película,
intercalando las escenas de la recreación del libro que está leyendo Susan con la
manera en que recuerda a su ex marido mientras los puntos fuertes de libro van
haciendo que su corazón palpite.
Estas tres líneas temporales, incluso con Jake
Gyllenhaal interpretando a dos personajes, no resultan nada confusas y aportan
cierta coralidad a todo el filme. Buen punto para Ford y el reparto.
A
estas alturas de la película, el tono formal del relato se va bifurcando en
pasajes salvajes y crudos a lo largo de todas y cada una de las líneas
narrativas que nos va a plantear. Una Amy Adams más que correcta da pie al
nacimiento de la grandísima actuación que se marca Jake Gyllenhaal como Tony, y
Michael Shannon como el incansable agente de policía de mirada de acero.
Respecto a Gyllenhaal, puede que sea su papel de mejor factura y equilibrio
hasta la fecha, llegando a ser tan creíble que asusta.
Por su parte, y
llevándose la plata, está un Michael Shannon que se resarce de ‘El hombre de acero’ y aporta una nueva actuación
icónica a su carrera —junto a ‘Take Shelter’
o ‘Revolutionary Road’—. Para recoger
el bronce se presenta Amy Adams, cuyo personaje de mayores matices y menor
tiempo en pantalla es el que menos luce de los tres en esta sutil batalla
interpretativa.
‘Animales Nocturnos’ nos manda un
mensaje alto y claro, con una brillante estética y gusto palpable en cada
plano. Tom Ford demuestra por segunda ocasión consecutiva que su trabajo está
mucho más allá de un capricho de divo adinerado. Sus películas tienen ritmo y
mensaje y, si bien no son inolvidables, sí que representan un entretenimiento
de indudable calidad que no trata al espectador —actualmente tan necesitado de
blockbusters— como si tuviera ocho años.
Ha recibido reacciones tibias en la
crítica, pero para mí se alza como una de las películas importantes del año, de
la cual seguramente no salga —y debería— una nominación para Jake Gyllenhaal,
que se sitúa claramente en la cima de su carrera con este nuevo filme. De
seguir así, Tom Ford va convertirse en un poderoso referente del cine actual,
que tan carente está de sangre nueva y buenas ideas.
Nota: 7,6
Jorge Tomillo Soto-Jove
No hay comentarios:
Publicar un comentario