Harry Potter y la cámara secreta | POPCOKEN


“La cámara de los secretos ha sido abierta... Enemigos del heredero temed”
Plano aberrante por aquí, plano aberrante por allá... Empecemos.
Al principio la película se divierte torturándonos con Dobby, para luego meter las escenas del coche volador, que son simplemente geniales —salvo por el terrorífico doblaje de Ron—. Después vemos la paliza del sauce boxeador y todos tan contentos. Esta es la película de humillar a Ron y es una maravilla.



 Todo cuanto vaya a hacer el chico en las dos horas y media pasadas le va a salir mal, para coronarse como el personaje clave, gracias a esos gestos faciales que aglutinan las —algo perdidas— partes en las que se divide la trama. 'Harry Potter y la cámara de los secretos' se empeña en coronar siempre a Harry como absoluto protagonista de todo y todos, cuando, si lo pensamos bien, su papel en esta segunda entrega le hubiera podido pasar a cualquiera (y tanto, como que le pasa a Ginny). 



Curiosamente, toda la trama se desarrolla como una especie de novela negra adolescente para luego recompensar al espectador con respuestas sencillas y alguna compleja mal traída, desarrollando cada escena con tiempo y un tono acorde. Casi se le podría achacar ir demasiado despacio para lo que está proponiendo, pero entendiendo la fidelidad al libro cuando aún se podía abarcar —casi— todo y tampoco me importa revisitar toda la mitología de esta saga.



Pero es entrar en el arco argumental de la propia cámara de los secretos y la película salta de un trampolín, tirando toda la coherencia narrativa al aire, para que caiga como caiga y cuadre tal cual. Tanta investigación y jugar al despiste para que la respuesta a todo sea una página que tuviera Hermione en la mano. Y claro, casualmente nadie descubrió que la tenía ahí. 



Ya por no preguntarse por qué descubre todo esto una niña y no los mejores magos de esta generación. Desde que se abren las puertas de la cámara en el baño de las chicas, adiós a todo y a todos, 'Harry Potter y la cámara de los secretos' va a dejar de molestarse en explicarlo todo con ese ritmo tan pausado y sobredesarrollado que mostraba en sus dos primeros tercios, para convertirse en explicación pobre, tras otra.



Todo es un caos de aquí en adelante. Las dudas surgen cuando recordamos que las dos primeras películas de Harry Potter deberían ser un entretenimiento funcional tanto para niños como mayores, pero de camino y durante el acto final, la narrativa se sume en la dejadez y toma como bandera insignia el lenguaje infantil para no justificar su trama al nivel del resto de la película.



 Jugar a los detectives estaba funcionando, pero cuando llega el momento de resolver los conflictos la película se desploma. Pondré como ejemplo la escena de las mandragoras del principio. Durante la recolecta de mandragoras la profesora de herbología “deja caer” que gracias a ellas se puede curar la petrificación. Pista que avanza lo que está por ocurrir en el grueso de la trama. 



Bien, pues para resolver de dónde sale el diario, quién ha estado haciendo todas las pintadas o porqué la gente sólo se ha petrificado ante la mirada del basilisco... Para todo eso, 'Harry Potter y la cámara de los secretos' planea por debajo de la narración de la escena de las mandragoras, y dará por solución a todos sus misterios una “respuesta repentina en toda la cara”: un giro faciloide y evidentorro plagado de efectismo, que imita malamente las novelas negras y misterio, sin llegar a conseguir ese efecto del todo. Lo peor de esto, es que hace demasiado en muy poco tiempo. 



Todas las resoluciones de intrigas llegan de golpe y porrazo en unos pocos minutos, y ese hecho desestabiliza por completo lo que debiera ser el evento final del filme. Como Ginny, que nos la encontramos de golpe y porrazo —rompiendo la racha de ataques del basilisco a sangresucias because potato—. Cuando bien podrían haberla mostrado ida en alguna escena de transición, o dado a entender que no es ella misma. Pero no, boom, giro forzado para sorprender a toda la familia.



Y para colmo después olvida las personalidades de los personajes con tal de vitorear a los protagonistas, que es una excusa para recompensar a Harry, y por tanto al espectador, para que se siga sintiendo especial.



A Hermione la convierten en un deus ex machina —igual que al fénix, que “lo mandó Dumbledore” para salvar a Harry y entregarle la espada (de los chinos; si en la primera los props eran un ejemplo de ambientación, aquí se relajaron y se nota) de Gryffindor— y de Ron se libran de mala manera con un “casual” muro de rocas, porque su utilización frente al Basilisco —con la varita rota— es demasiado complicado de plantear si se quiere mantener la figura heroica de Harry.



 Mejor dejarlo tirado con Lockhart, que por cierto, hablemos de Lockhart. Este hombre y su peluca son una excusa de personaje, un gran apaño contextual para poder hacer el truquito del diario en el caldero al principio del filme. Nada más, este hombre es una subtrama, que en el libro aporta contexto, pero que a la película sólo le suma innecesarios minutos perdidos en pequeñeces. Lo malo de esta línea de pensamiento es que se cargaría muchas más subtramas que, si bien aportan fidelidad al libro, no aportan demasiado en pantalla. 



Si en tu casa lees un par de capítulos de información contextual, no pasa nada, no existe sensación de pérdida de tiempo, pero en el cine si. Aquí es cuando debemos decidir qué aporta 'Harry Potter y la cámara de los secretos', porque ella con su ambiguo y mal traído final no lo decide. Nosotros seremos los que juzguemos si se resuelve el conflicto entre entretenimiento infantil o entretenimiento mainstream. Al menos en la primera entrega, la escena del tren daba una sensación de cierre y redondeaba todo el proceso anterior. Aquí abrazo a Hagrid, sobrerecompensar a Griffindor y ala, a otra cosa todos. La música no se corresponde con la pobreza de lo que se ve en pantalla, plano general de Hogwarts y fin.



En líneas generales, 'Harry Potter y la cámara de los secretos' es la segunda mitad de un todo autoconclusivo, pero no una mitad perfecta, ni de tan buena factura como su predecesora. Aporta el tono de misterio y una aproximación temprana a los rincones más oscuros de este universo —que se aprovecharon más tarde para crear el marco general, pero en este filme son meramente funcionales para contrastar y justificar a ciertos personajes con un trasfondo más oscuro—, pero falla en muchas otras cosas.



 Da un poco la sensación de que tiene a sus personajes paseando de aquí para allá sin saber muy bien qué hacer con ellos, con tal de poder despistar al espectador, atrapándolo así en lo que trata de proponer. Pero cuando llega la hora de enfrentar el conflicto, falla. Se precipita en tono y narración, como pretendiendo que el interés se despierte, contrastándose con el lento ritmo previo. 



Pero que sea trepidante no significa que sea bueno ¿funciona ese final? Por los pelos y apestando un poco a parches por no saberse resolver de forma natural, aunque justifica bien el principio y el final de la “aportación” de Lucius Malfoy. Deja así con buen sabor y una ligera sensación de cierre, que no debería ser tal. Ahora sólo queda esperar a la tercera entrega, que es donde luce realmente bien la franquicia. No sólo por la película si no por que es la que plantea de pleno todo el peso del universo Potter.



Nota: 6,2


Jorge Tomillo Soto-Jove 

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