—Crónica de un zombie optimista—
Igual
hace más de diez años que vi esta saga por primera vez, pero hoy he revisitado su primera entrega por un concurso
que hice en twitter, faceboook e instagram. La idea consistía en que los
lectores propusieran películas, de entre las cuales salieron en claro:
Watchmen, 28 días después y Regreso al futuro. La primera y la última quedaron
en empate y 28 días después se quedó atrás bastante rezagada. Por ello he decidido
que las empatadas tengan una vídeo-crítica cada una y que esta la tenga
escrita, así todos contentos.
Antes
de nada tengo que decir que no recordaba para nada la primera secuencia del
filme, y me alegro. Es de lejos lo peor de la película. Es corto pero intenso y
bastante estúpido, quitándole casi toda la entereza a todo lo que está por
venir. Pero si se hace el esfuerzo de retener lo mínimo de esta cosa de monos y
gente ridículamente tonta, se empieza con más
o menos buen pie. ¿Recordáis esa apertura de ‘Jurassic Park’ —que casi
nadie ha visto, porque casi todos la vemos en la tv— donde un velocirraptor se
come a un trabajador y los gritos de “¡disparadle!” se te clavan en la sien con
una tensión que no has visto venir? Pues aquí se imita todo eso de la forma más
pobre y autoparódica posible.
En uno de estos finales Murphy acababa falleciendo en una cama de hospital para dar un cierre circular a su historia. Pero todo esto a los grupos de espectadores beta se la vino sudando muy fuerte. Con la muerte del personaje de Jim, les parecía que todo el argumento de un futuro posible y los atisbos de esperanza se veían truncados y malditos; carentes de sentido.
Supongo que la trinidad familiar se les quedaba coja y no les gustaba, o igual dos mujeres sin un hombre no representaban un futuro post-apocalíptico viable para esos grupos de espectadores. El caso es que lo cambiaron por el que tenemos hoy. Que queda un poco ñoño pero a nadie le molesta, porque por una vez, en una peli de zombies hay luz al final del túnel.
Toda
la aventura para esta primera entrega transcurre en Inglaterra y, por mucho que
esta peli lleve la firma de quien la lleve… Se le nota que hace malabares por
ser un blockbuster con un presupuesto modesto. Y sí, 5 millones me parece modesto ya que esa cifra es lo
mismo que costó la escena de ‘Soy leyenda’
—cuyo presupuesto total fue de 150 millones aproximadamente— donde se
derrumbaba el puente de Brooklyn, por poner un ejemplo dentro del mismo género.
Que la película omita mediante el personaje de Jim la caída de la civilización
es la mejor muestra de esto.
Al mismo tiempo son lo suficientemente inteligentes de mostrarnos los estragos de la infección. Así, cada lugar que viste Jim o el grupo que vaya surgiendo en torno a él, nos contará una historia. Veremos cómo ha muerto esa gente y qué pudo pasarles, lo cual le da una sentida sensación de perdida y de apocalipsis. La trama va avanzando y cada vez nos muestran más claramente la idea central sobre la que pivota el filme: la familia. Y mediante la familia el futuro, porque los humanos necesitaremos siempre de semejantes para no perder la cordura y por tanto que pueda existir un futuro al que aferrarse.
Esa es la lectura que podemos sacar de todo esto cuando el grupo, en su punto más álgido de estabilidad, y casi felicidad, ven a los cuatro caballos retozando en la naturaleza. Intactos, sin contaminar y unidos, como una familia. Este simbolismo sencillo, pero bien presentado, será el último momento en el que parezca que las cosas vayan bien, no volveremos a ver nada parecido hasta el final de la película. Ahora toca revelarse la naturaleza humana, o una de sus caras.
Ya que no va a haber futuro
por delante, los hombres seguirán consumiendo a los hombres —y a las mujeres más—, como dice el
militar al cargo de la mansión. Dentro de su normalidad matar y consumir todo
lo que tengan a mano para mantenerse como únicos individuos es lo más lógico
porque son los protagonistas de sus vidas. O eso creen estos militares, hasta
que le toquen los cojones a Cillian Murphy.
Al mismo tiempo son lo suficientemente inteligentes de mostrarnos los estragos de la infección. Así, cada lugar que viste Jim o el grupo que vaya surgiendo en torno a él, nos contará una historia. Veremos cómo ha muerto esa gente y qué pudo pasarles, lo cual le da una sentida sensación de perdida y de apocalipsis. La trama va avanzando y cada vez nos muestran más claramente la idea central sobre la que pivota el filme: la familia. Y mediante la familia el futuro, porque los humanos necesitaremos siempre de semejantes para no perder la cordura y por tanto que pueda existir un futuro al que aferrarse.
Esa es la lectura que podemos sacar de todo esto cuando el grupo, en su punto más álgido de estabilidad, y casi felicidad, ven a los cuatro caballos retozando en la naturaleza. Intactos, sin contaminar y unidos, como una familia. Este simbolismo sencillo, pero bien presentado, será el último momento en el que parezca que las cosas vayan bien, no volveremos a ver nada parecido hasta el final de la película. Ahora toca revelarse la naturaleza humana, o una de sus caras.
Al
margen de estos tres o cuatro momentos bien narrados la película no tiene mucho
más y se tambalea especialmente al llegar su tercer acto, tras la escena de los
caballos. No dura mucho pero dan ganas de quitarla por el peñazo que es la presentación
de este último arco. A partir de ahí nos quedará una buena película dentro del
género y en general una película disfrutable, pero sin demasiado brillo, ni muchas
ideas que contar.
A mi personalmente me gusta, por cómo quiere vendernos ese optimismo hasta en los albores de la humanidad y, aunque me cueste creérmelo, tengo la sensación de que funciona, si salvamos dos tropiezos tontos que tiene. Más allá de eso, tildarla como más que efectiva o como menos que buena película sin pretensiones, sería salirnos mucho de madre.
Nota: 6,1
A mi personalmente me gusta, por cómo quiere vendernos ese optimismo hasta en los albores de la humanidad y, aunque me cueste creérmelo, tengo la sensación de que funciona, si salvamos dos tropiezos tontos que tiene. Más allá de eso, tildarla como más que efectiva o como menos que buena película sin pretensiones, sería salirnos mucho de madre.
Nota: 6,1
Jorge
Tomillo Soto-Jove
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