—“EEEEEEEEOOOOO”—
Rami
Malek se merece un Óscar por esto, uno que no le van a dar, pero no puedo
empezar la crítica de otra forma. Él es la dichosa película, una que de otra
forma hubiera sido lo que parece, pero que Malek salva: un completo desastre de
producción.
No me refiero ya a todo el lío con Singer y su salida del proyecto,
no. Lo que pasa en las Vegas… Lo que me escama es cada parte plástica de este
proyecto, todo es mediocre o directamente pobre. Las pelucas son lamentables y
el maquillaje no mejora mucho más, hasta en las tomas digitales de público se
notan muñecos repetidos y hay algún que otro efecto que canta.
Da la sensación
de que eligieron un casting que les gustaba y les echaron encima cosas para que
se parecieran a los personajes que tenían en mente, ojo, no a las personas.
Porque admitámoslo, una vez salen los créditos y aparece el verdadero Freddie Mercury en pantalla, Rami Malek y él no se parecen en nada, pero todo esto le
suma más enteros aún a Malek.
Es como jugar el modo difícil de un juego en modo
difícil. Rami Malek no se parece a Freddie Mercury, es más, en muchos planos
casi parece una parodia con esa dentadura falsa que le han calzado.
Pero es a pesar de todo esto que el actor se alza por encima de todo y hace el
personaje suyo.
Y primero; lo hace suyo por la increíble pasión, dedicación y
talento que le mete a su actuación. Pero, segundo; lo que hace suya es la
imagen mitificada de Mercury, el tipo de versión que se puede vender en una
película y no en un documental. Una donde el artista que lo interpreta puede
aportar algo suyo, y ahí es donde Rami Malek se engrandece porque dejas de
pensar en él, y esa dentadura tan falsa o esas pelucas que parecen pelo de rata, y sientes su historia como tuya. A lo cual sea dicho…
‘Bohemian Rhapsody’ es un biopic, no ya
sobre Freddie, ni sobre Queen. Ni mucho menos es un documental. Esta peli es un
reflejo de Mercury dentro de Queen y la relación entre sus miembros. Bueno,
vale, realmente es una peli sobre Freddie Mercury y Brian May, y luego ya los
asuntos de Freddie Mercury.
Hay planos donde hasta te preguntas por qué narices
la película le presta tanta atención a las reacciones de Brian May, pero no le
da screentime al hombre con el que Freddie pasó sus últimos años. Supongo que
priorizar los entresijos de Queen se come otras cosas, convenientemente. Pero
esto puede relegarse a lo anecdótico, porque lo que yo me temía es que esta
película realmente fuera como lo pintaban las críticas; temía que fuera una
basura mediocre, y no.
Entiendo
que haya críticas negativas y que se diga que no cumple con las expectativas
porque se ha mitificado el nombre de Freddie Mercury, y también puedo entender
que por el título —dada la experiencia de Mercury al escribir esta canción,
cosa que el film por cierto trata a vuelapluma pero al tiempo con corazón— y
por cómo lo enfocaban los tráilers.
Visto todo esto era lógico pensar en una
película que se centrase únicamente en Freddie y no una que priorizase el
entretenimiento mediante la reconstrucción del panorama general antes del Live
Aid. Con este concierto el filme arranca y cierra. Así te atrapa con el
magnetismo de Mercury y cierra con una cómoda sensación de circularidad, otra
estrategia más que solventa las taras encontradas por el camino.
¡Claro
que no es una película perfecta! No podemos pretender poner una ficha en el
tablero con la reputación y miticísmo de Freddie Mercury y esperar que todo el
mundo esté contento. Pero detrás de esta película ha estado Queen desde casi
diez años, cuando aún consideraban a Sacha Baron Cohen como el perfecto
Mercury. Sí, ha llovido, lo sé. Pero con esto no sólo celebro que ‘Bohemian Rhapsody’ es entretenida como
para arrancar a toda la sala del estreno a aplaudir, después de tragarse todos
los créditos por disfrutar de otra canción de Queen. No es una película
perfecta, pero Rami Malek le ha dado esa pasión que se espera de llevar el
nombre de Queen —y Freddie Mercury— a la gran pantalla.
Además,
en otro movimiento inteligente, la estructura narrativa de la película se
articula mediante canciones de Queen. Por lo tanto, al tiempo que divide en
capítulos la trama, remonta con toda la pasión y potencia de los mejores
temazos del grupo. Como si de comodines se tratasen, estas canciones y la forma
en la que se presentan en pantalla te vuelven a pegar al asiento, porque en tu
interior sabes que esta estructura se va a repetir y, cuando ocurre, es
glorioso disfrutarlo.
Porque
Rami Malek no se parece un carajo a Freddie Mercury, pero se ha hecho con el
personaje con corazón encarnando una versión de Freddie humana y terrenal pero
que también destaca por encima del resto de los mortales, sin caer en efectismo
barato o debates mal traídos.
Incluso se la puede pecar de aséptica —y hasta
algo cobarde— por no mojarse más con todos los vicios que pasaron por el grupo,
pero claro, ahí vuelve a surgir esa intención de mantenerse dentro del núcleo
del grupo y del concierto Live Aid y no en destacar tanto a Freddie Mercury.
Esto dignifica al grupo y los deja no tan lejos de su cantante como la leyenda
ha recreado siempre para el gran público. De otra forma hubiera sido imposible
mantenerse en menos de tres horas o que el personaje de Freddie no se comiera al
resto.
Con
todo, y lo mal que podría haber salido, sólo espero que como poco a Rami Malek
le den las nominaciones que merece y me dispondré a soñar con posibles premios.
Con respecto a la película, realmente es muy disfrutable. Para aquellos que
les guste la figura y la música de Queen, tanto como para los que no sepan demasiado
de ellos y pese a la mierda que la prensa “especializada” le eche encima, yo la
recomiendo encarecidamente por lo que es, un producto de entretenimiento muy válido.
Pero
uno, que en el fondo trata de ser una carta de amor a todo lo que el nombre de Queen
ha representado. Para quien vaya a verla y se aburra, que espere al acto final,
porque el concierto de Live Aid, además de ser una mimada y calcada recreación,
es una pasada.
Nota: 6,6
Jorge Tomillo Soto-Jove
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