Mujercitas (2019) | POPCOKEN


—"...y entonces comprendieron que ya no eran niñas, si no mujercitas"—

Greta Gerwig nos trae la otra cara de la moneda. Primero fue 'Lady Bird', donde un relato positivo acababa por relucir las capas de negrura en cualquier persona media, una persona dentro de un ámbito familiar corrupto por los roces del día a día y los problemas personales. Para mujercitas, alejada de sus propias vivencias, se centra en traer a los ecos de hoy un referente de la literatura, que conoces hayas leído o no —como es mi caso—.



Esta es una historia dividida en dos tiempos distintos, diferenciados claramente a nivel tonal y cromático. Para la rama de vivencias pasadas, donde —en principio— todo son recuerdos que apelan a la unidad familiar y al descubrimiento personal, tendremos colores cálidos. Tonos rojizos, anaranjados, otoñales, como de hogar de leña. En cambio, entre medias habrá cortes que nos trasladen a una época posterior, pero no muy distante en el futuro. En esta época la vida ya se ha hecho su hueco y los personajes han tenido que madurar, pasando por momentos bajos.



 Momentos que, contrastados con los núcleos centrales de sus personalidades (La música, la literatura, la pintura y la actuación) sacan esquirlas y brillo a las protagonistas. Ahí todos los colores se irán sumiendo, con más o menos dureza, en tonos grises. Con unos contrastes de luz muy fuertes entre una luz blanca y pálida, y un montón de negro distribuido en sombras.



Para mi, este es el gran punto a favor de la película. Al principio, con lo bien definidas que quedan las hermanas, por cómo actúan las personalidades de sus personajes y por cómo están escritos sus diálogos; te quedas con una agradable sensación de intromisión. Casi edulcorada se podría decir. Feliz navidad esto, yo quiero ser escritora aquello, ¿por qué no puedo sacar mi pie de este barreño?... Lo normal en esta jocosa y jovial casa de supervivientes, con un no excesivo tono victoriano de novela —no se puede huir del todo de tu naturaleza—. Pero de pronto, sabes quién es quien sin haber retenido del todo sus nombres. Sabes qué van a decir, cuando y por qué. Por eso sabes que cuando lleguen los momentos amargos a ti te va a pillar de lleno.



En mi pase al principio todos reíamos, luego salieron los clínex a sonar los mocos y las lágrimas. Porque esta familia representa lo que cualquier casa. Hay riñas, hay delirios y sueños, pero transmiten ese valor humano del convivir en familia, sin tener del todo claro el futuro. Desde luego, hay un "subtexto" que apela a dictar cómo no debe tratarse a una mujer. Que ni es obvio ni tiene por qué serlo, pues esta sociedad sigue siendo una mierda. Cuando este tipo de discursos suene a viejo y desfasado, porque nadie entienda que esto pudiera ser necesario, entonces si, ahí sobrará. Pero en 2019-2020 no sobra ni de lejos. ¿Saca de la película? No, pero sí se nota donde se ha añadido fuera de personaje, pero esta "mano de guión" si pica, es que hacía falta oírlo.



Una jugada bastante inteligente ha sido el apadrinar a estas chicas. Sí, Emma Watson es más o menos conocida y tiene una reputación decente en el cine. Pero Saorise Ronan está pisando fuerte en este momento (los últimos años) y Florence Pugh "acaba de nacer" en Hollywood, con nada menos que una de las películas más importantes —y difíciles— del año, 'Midsommar', de la cual deberías huir si eres más de cine entretenimiento que del otro. Así que, el verlas amadrinadas por Laura Dern y Meryl Streep es una fantasía. Laura Dern es un apoyo directo entre las jóvenes actrices y el espectador.



 Estableciendo una sensación de refuerzo entre ellas y coronando a Saorise Ronan como lo que es, una de las actrices de referencia del medio. En cambio, Meryl Streep está ahí, muy discretamente —raro en ella los últimos años— para contrastarse con ellas. Interpretando a un personaje abiertamente amargo, se refuerza el valor de las hermanas para el espectador de forma completa y totalmente orgánica.



Al final este tipo de películas, además de ser buenas por sí mismas, son un escaparate para el gran público. De ahora en adelante cuando vuelvan a sonar estos tres nombres: Saorise Ronan, Timothée Chalamet y Florence Pugh (para mi el descubrimiento del año) Se puede buscar en sus carreras películas con renombre como esta, para así echar la vista atrás y poder dar valor a lo que se oye.



Pero, respecto a la película ¿Es una buena película? Si ¿Es una obra maestra atemporal? Pues no, pero de esas en este siglo, igual hemos visto dos o tres —dentro del circuito comercial, que no soy omnipotente—. Pero es que Greta Gerwig sabe muy bien cuando distanciarse de la historia y dejar que se cuente sola. Para después intervenir y, con un par de trucos de magia: mezcla de tiempos, fotografía y el poderío de Laura Dern y Saorise Ronan, se corona en la excelencia en cuestión de minutos. Como si este tren se hubiera llevado solo, y de pronto surge de bajo el asiento el conductor y te tira una virguería a la cara que hace que todo el paisaje sea espectacular.



Los pocos problemas que tiene el filme, es que a veces cuesta diferenciar el paso del tiempo con Timothée Chalamet. Porque, uno: Está en todas putas partes, este chico se teletransporta. Y dos: no está tan bien caracterizado. A ellas les han diseñado su aspecto a conciencia. Primero visten y se peinan muy aniñadas. Con planos más distanciados y casi todos medios. Y luego visten de formas mucho más elaboradas y les echan años encima con truquis de maquillaje. 



Pero Timothée es un bebé y no acaba de diferenciarse bien del todo en algunos momentos. Ya sea por la pobreza de la moda masculina, no las mejores elecciones de vestuario o simplemente maquillaje un poco mediocre. O quizá esto sea a propósito, para que él no sea el foco de atención, pues tiene un personaje tentador como para hacerlo. Pero acaba dando lugar a pequeñas confusiones temporales.


En resumidas cuentas, esta es una de las pelis importantes del año, una que pese a pecar en un principio de excesivamente indulgente, lo hace con una intención y no únicamente para regalarse o porque quedaba bien en plano. He disfrutado, reído, llorado y, por mi, podría haber durado más.



Nota: 8,4

Jorge Tomillo Soto-Jove




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