-¡Arre, Silver!-
-Mi retrato de (un joven) Johnny Depp-
Desde el lejano oeste, con todos
los clichés posibles de la era moderna,llegó con más de un traspiés a las salas de cine –tras un duro batacazo en USA- la adaptación del popular personaje
americano ‘El Llanero Solitario’. En
un principio, la idea del Llanero partió como una película de bajo presupuesto
y poco futuro comercial pero, al irse sumando nombres conocidos al elenco, el
asunto se ha ido complicando.
Complicando porque, con un presupuesto menor, una
película no se arriesga tanto a unas críticas tan negativas como las obtenidas.
Una trama sencilla que, posiblemente, solo aspira a esclarecer las bases de una
historia no contada, no defrauda. Incluso si se hace con decoro e imaginación,
puede llegar a obtenerse una película icónica, artística o incluso de culto.
Pero si a esta historia sencilla le añadimos una dosis inconmensurable de ego y
megalomanía extrema, tendremos un fracaso absoluto en taquilla.
Johnny Depp protagoniza este
retal de tópicos sobre el lejano oeste, añadiendo una única diferencia al
imaginario popular. En el cine del oeste, “spaghetti western” o como queramos
referirnos a él, siempre se presenta a un héroe imponente que, o bien fracasa
para alzarse, o bien se cruza con un destino que no le estaba esperando, pero
que acomete estoicamente. Por el camino, tras fracasar por poco en el intento
de rescatar al personaje secuestrado de turno –que, cómo no, suele ser una
mujer- aparece uno o varios indios salvajes –siempre salvajes- que, por norma
general, suelen ser apaches. El héroe confronta con el enemigo evidente y lo
derrota o acaba uniéndolo a su bando, de tan estoico que es su porte. ‘El Llanero Solitario’ presenta aquí la
que probablemente sea su única baza a favor.
En esta historia, el héroe, que
debiera ser el Llanero –como indica el título de la película-, se ve arrebatado
ante la fuerza del protagónico por Johnny Depp, que tiene la imperante
necesidad de ser el centro de atención. Pero esto aporta algo bueno. Tonto –o Toro,
como lo llaman en Sudamérica- , Depp en la pantalla, es un indio con todas las
de la ley, un perfecto salvaje, al menos en apariencia. Un cuervo muerto sobre
la cabeza, pintura tribal en la cara y el pelo largo y andrajoso. Pero, a
diferencia de los indios en el cine, que siempre demuestran un comportamiento
comunal, Tonto va habitualmente solo, errante, con el semblante serio y la
mirada perdida en sí mismo. Se comporta como otro americano más –exceptuando su
forma muy india de hablar-, lucha como uno más y sufre como uno más. Demuestra
así que los indios no tienen por qué ser rostros serios que se comportan de
forma irracional. De entre tanto tópico, algo original tenía que brotar.
En un tren directo a la cárcel,
Armmie Hammer (que demostró su valía en el biopic de ‘J.Edgar’ dirigido por Eastwood) se encuentra con dos villanos
encadenados: Tonto y el villano de la cinta, Butch Cavendish, (rol asumido por
William Fitchner, conocido por su trabajo en ‘Prison Break’ y que curiosamente tuvo al tiempo en cartelera otro papel
como secundario en ‘Elysium’). Cavendish
se escapa, por mucho que intente retenerlo Hammer dejándolo esposado junto al
indio enfurruñado. El tren descarrila y, en una tremendista escena de accidente
ferroviario muy fiel al estilo creado en la saga de ‘Piratas del Caribe’, pone a la pareja al límite. Hammer intenta
arrestar a Tonto, hasta que se topan con su hermano, ranger local.
La película tarda mucho tiempo en
ponerse rumbo hacia el origen de forja del Llanero Solitario. Hay unas cuantas
escenas, innecesarias hasta la extenuación, en las que un anciano Tonto, que
ahora vive en un museo fingiendo ser una estatua más, no tiene nada mejor que
hacer que contar sus aventuras al primer niño que pasa por delante. El niño lo
cree todo a pies juntillas ¿cómo no iba a hacerlo? Si a mí me hablara el
maniquí de un museo, también le pediría que fuese amigo mío, de cajón. El ritmo
sigue siendo lento y parece no conducir a ningún lado. La trama se presenta
como las fascinantes aventuras de Tonto y el torpemente casi cómico Llanero Solitario,
que recuerda más a ‘The Green Hornet’
que al propio Llanero original de los años 50. Es excéntrico y torpe, inseguro
y muy novato pero, sobre todo, lo peor es que no cumple con su papel.
Cada vez
que intenta volverse interesante, ahí está o bien el patetismo reincidente en
que le hacen caer o la megalomanía de Johnny Depp para entrometer a su
personaje en toda trama posible o la falta de estructura del filme. El personaje de Tonto debiera ser, según la
historia a la cual trata de anticiparse, un personaje más secundario que otra
cosa, haciendo destacar a un héroe carismático y poderoso. Aunque, en esta
ocasión, quizás sea mejor que el ego de Depp predomine ya que, con el patetismo
del personaje de Hammer presente en cada esquina, no hubiera resultado creíble
plantear la idea de que una persona así se pueda erigir como héroe y vengador,
por sí mismo y sin mayor incentivo que la clásica tragedia de un familiar
asesinado por las torpezas propias.
-¿Tan malos somos?- -Si, lo sois-
En definitiva, ‘El Llanero Solitario’ parte con buena
intención. Trata de contar una historia clásica desde un punto de vista más
justo para la raza india, pero igualmente injusto para la mujer. Si no fuera
por el personaje que, al estar ahí Depp, se le dio a Helena Bonham Carter –y
este es otro tema, muy molesto, que daría para una crítica entera- las mujeres
se hubieran visto relegadas al tópico de siempre: ser dulces, débiles y muy,
muy sumisas, necesitadas siempre de un héroe que las salve. Antes de pagar la
entrada debemos pensar que si nos gustó ‘Piratas
del Caribe: La maldición de la perla negra’ –que no las espantosas secuelas
siguientes-, ‘El Llanero Solitario’
nos va a encantar. Pero si queremos algo más, mejor pensar en otra alternativa.
Nota: 3,6
Jorge Tomillo Soto-Jove
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