Bajo la misma estrella (The fault in our stars)


-Shailene Woodley reparte aire fresco al cine teen-

Últimamente no resulta extraño ver la cartelera plagada de películas que parecen casi cortadas con un molde exacto para encandilar a los jóvenes. Al ser un público menos exigente, no van a notar si se les da gato por liebre mientras encuentren elementos comunes con el libro que leyeron.



 Siempre hay un libro detrás, un autor que quiere resucitar los derechos de sus manuscritos o una productora que disputa un pedazo de la tarta del best-seller del mes. El problema de este cine es que si se le exige un poco y se pasa por la lupa del pensamiento crítico –no hagáis esto en casa niños, puede resultar peligroso si papá y mamá nunca os han hablado de ello- suele venirse abajo con todo el equipo. Ni suelen tener buenos guiones, por mucho que todos sus fans digan que el libro fue genial –el libro siempre fue genial, ya-, ni suelen tener buen reparto: ¿para qué? No es más que comida rápida pasada por un proyector con olor ambiental a maíz crujiente.


-i'm special-

Entonces ¿para qué ir a verlas? Si ya te las conoces ¿por qué vas a verlas? Tiene una sencilla explicación, por mucho ‘Crepúsculo’ que saquen, por muchas películas innombrables como ‘Ciudad de hueso’ que existan, o pese a que ‘Divergente’ sea la camiseta -sudada- de moda del mes. Con todo, algunas veces te topas con verdaderas joyas del cine como ‘The lovely bones’ y sales contento de la sala.


-"Me llamo Salmon, como el pez. De nombre Susi" (The Lovely Bones)-


En estas circunstancias me hallo tras haber tenido el placer ver ‘Bajo la misma estrella’. Nada mas entrar al cine, el espectador se sienta en la butaca con miedo, miedo a tener que soportar de nuevo melodramas que no llevan a ninguna parte, todo tan falto de originalidad como si se tratase de una película de Dreamworks. Solo que, a veces, merece la pena dejarse sorprender; uno ya sabe a lo que va, pero igualmente, cuando las cosas se hacen bien, merecen ser vistas.




Bajo la misma estrella’ o ‘The fault in our starses una película basada en la aclamada novela puramente ‘teen’ de John Green publicada originalmente en 2012, que llega dos años después a las pantallas de todo el mundo, con buenos resultados. En su primer fin de semana destronó a ‘Al filo del mañana’, de Tom Cruise. Esta historia es sincera y nada tramposa.



 Está protagonizada por una chica sencilla llamada Hazel Grace Lancaster (interpretada de forma soberbia por una Shailene Woodley, que consigue que la película se le quede pequeña) que desde niña ha tenido cáncer de tiroides en fase IV extendido a los pulmones, por lo que su compañera de viaje ha sido siempre una máquina en una mochila con ruedas que la ayuda a respirar. Hazel Grace ha sido siempre muy consciente de su situación: cada día podría ser el último, ya que ha sobrevivido por apostar por un tratamiento experimental –aunque suena a topicazo, cuaja perfectamente en la historia-.



 Como suele suceder en estos relatos, Hazel Grace ha de acudir periódicamente a unas charlas en un grupo de ayuda. Allí es donde, por casualidad, conoce a Augustus Waters, un muchacho ex-jugador de baloncesto, que perdió una de sus piernas por una enfermedad impronunciable llamada Osteosarcoma que, al menos ahora, está en remisión. Con su pierna ortopédica y su actitud entusiasta, Augustus Waters es perfectamente capaz de llevar una vida normal.



 Querido lector, si a estas alturas ninguno de estos personajes comienza a resultarte entrañable, no consigue que te identifiques con él o, simplemente, te aburren las historias de amor juvenil, mejor que dejes de leer y ni pienses en ir al cine; oirás hablar de la peli, pero tú y tus principios seguiréis intactos, olé.



Durante la reunión, Hazel no puede evitar sacarse de encima la mirada del señor Waters (sobreactuado por Ansel Elgort, quien ya compartió escena con Shailene Woodley en ‘Divergente’). Pese a la actuación algo fuera de lugar de este chico, el personaje sigue resultando completamente entrañable, punto para la peli y para el libro. El romance no se hace esperar. Agustus es un chico tan crédulo de sí mismo que casi resulta convincente. Tiene una fuerte filosofía por la cual convierte el tabaco en su amuleto, es su forma de expresar su lucha contra el cáncer. Demoniza así el tabaquismo para situarlo al borde de sus labios. Como dicen, los enemigos has de tenerlos más cerca que los amigos.



Augustus, que no dejará de llamar a la chica Hazel Grace, casi como si fuera una sola palabra (HazelGrace), será el impulso de esta chica que, ante un futuro tan inescrutable, comenzaba a perder ya cierta energía, dejando el positivismo lejos de ella. De alguna forma, el estilo entrañable y algo creído de Augustus la impulsa hacia sentimientos condenados al mayor de los miedos del chico: el olvido. Pero este muchacho no será olvidado. Hazel Grace no podrá evitar enamorarse de él, transportando así al espectador en dos viajes: uno, de redescubrimiento personal y otro, de aceptación de los sentimientos propios y ajenos.


-Okay...-


La película será una experiencia tierna y digna de recordar para cualquiera que disfrute con una bonita historia de amor. Pero será un trago difícil sobre todo para aquellos que hayan tenido algún amigo o familiar cercano con alguna enfermedad como el cáncer y sepan cómo se pasa por ella. La historia de Hazel Grace y Augustus sí es una historia para adolescentes. Resulta siempre exagerada, pero el desarrollo que se da a estos dos personajes idílicos aporta un increíble atractivo al filme, haciendo que cualquier espectador pueda dar buena cuenta de él.



Bajo la misma estrella’ es, ante todo, una historia de amor y de sacrificio. De cómo Augustus gasta su deseo, concedido por haber tenido una enfermedad terminal, en llevar a Hazel Grace a Amsterdam para conocer al autor de uno de sus libros preferidos  –cameo corto pero denso de Willem Dafoe-. Y es una historia que trata de cómo, aún estando enferma como está, Hazel sabrá apoyar a Augustus en los momentos en que tener una sola pierna y no llegar a ser reconocido mundialmente es más que una probabilidad, es tu realidad y no se puede escapar de ello. Lo que él no sabe es que sí puede escapar del olvido, porque hay alguien que nunca le va a olvidar y eso es todo cuanto cualquiera puede desear.



Nota: 7,8

Jorge Tomillo Soto-Jove

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