-Una
serie de catastróficas dichas-
Esta semana he acudido a la película de estreno más peculiar
que recuerde –al menos de esta temporada- no por ser una película violenta, o
por tener un protagonista excéntrico, ni si quiera conocía a ninguno de los
actores. Lo que realmente pasa es que, saturado ya de tanto blockbuster
golpeando la taquilla internacional tras blockbuster, uno comienza a mirar
mejor cada semana la lista de estrenos y, ante el más mínimo atisbo de ‘algo un
poco diferente’ la curiosidad brota con rapidez.
Entre 2009 y 2010, Jonas Jonasson publicó la novela que da
nombre a este filme, ‘El Abuelo que saltó
por la ventana y se largó’ –cuyo título original es ‘Hundraåringen som klev
ut genom fönstret och försvann’, poca cosa- Se publicó en tapa dura, audio
libro y edición de bolsillo en 2010, cuando se convirtió en un superventas en
Suecia, dos años después ya había logrado vender más de tres millones de
ejemplares en todo el mundo.
La película adapta la epopeya de Allan Clarkson
(interpretado por Robert Gustafsson, a quién es normal no conocer si no se ha
nacido o vivido en Suecia), un hombre que en el albor de su cumpleaños número
cien es ingresado en una residencia ¿la causa? Haber volado con dinamita a un
zorro que mató a su gato –de nombre Molotov, por quién Allan confiesa ser únicamente
por quien llegó a sentir verdadero aprecio- y a sus gallinas.
-Gran trabajo de maquillaje-
Ante su edad y su
pasión desmedida por la dinamita su estado mental se pone en tela de juicio.
Visto desde la perspectiva de sus vecinos, puede que no les faltara razón, pero
Allan ya comienza a caernos bien, tiene un algo que resulta enternecedor y que
te hace querer saber más sobre lo que quiere que te vaya a contar.Más o menos con cada escena de la línea argumental
principal, viene de la mano una del pasado de nuestro protagonista.
En él nos
relata cómo ya desde pequeño tuvo un gran interés por los explosivos, que su
familia no era precisamente normal y que no tardó mucho en dar con sus jóvenes
huesos en un sanatorio mental. Todo ello aderezado por una banda sonora que
parece desechada de otra película y aprovechada para esta. Casi nunca llega a
cuadrar el tono de lo que vemos con lo que transmite.
La música quiere reflejar
ímpetu y ansia por la aventura y solo alcanza saturar al espectador. Es como si
le pusiéramos la BSO de Indiana Jones a un paisaje de lluvia. –o la misma
sensación que transmitía ‘El planeta de
los simios’ (1968) donde podía no estar pasando perfectamente nada y en
cambio la música reflejaba terror puro-
La historia parece no
querer avanzar. Ante nosotros, Allan se adueña de una maleta en la estación de
autobús, en la que se haya tras haberse escapado de la residencia. La maleta
que pertenecía a un macarra resulta contener cincuenta millones en billetes y,
a un servidor, no se le quita la sensación de que la maleta, elemento en torno
al cual acabará girando toda la trama que roza lo absurdo, parece haber sido
metida con calzador. Un calzador tan sutil que casi pasa desapercibido, casi.
-Allan y el macarra-
Tras terminar el trayecto con autobús que pagó la calderilla de su bolsillo,
Allan se hace amigo del jefe de estación y junto a él relanza su aventura.‘El Abuelo que saltó
por la ventana y se largó’ es una película distópica pero al mismo tiempo
plana y llana. Este contraste se da de la mezcla de un buen guión con la
dirección y actuación propias de la escuela Sueca. La intención está ahí, constantemente, como si fuera a despertar y arrasar con todo, mas la catarsis
nunca llega. Las aventuras de Allan recorren los lugares, física y
políticamente, menos esperados. Tan pronto trabaja en la construcción del
Empire State como es un doble espía a caballo entre Harry S. Truman y Stalin.
Todo el metraje recrea una atmósfera muy especial que
recuerda mucho a ‘La vida secreta de
Walter Mitty’ balanceándose entre lo real y lo fantástico, con un aura
perpetua de positivismo y carpe diem continúo. Todo lo que tenga que pasar en
este largo viaje, que pase, que nosotros ya veremos cómo encontrarle el lado
feliz.
‘El Abuelo que saltó
por la ventana y se largó’ es una película que podría disfrutar cualquiera
que tenga paciencia para disfrutarla. Esta curiosa e irreverente historia,
cargada de buenas intenciones, va perdiendo fuelle con cada acto que acomete.
No es que no sea divertida, es que se va espesando a medida que avanza, y
cuanto más se espesa, más difícil acaba por resultar para su divertida
narrativa el remontar.
Por otro lado, la presentación del filme puede llevar a
error a los espectadores, ya que su campaña de marketing la plantea como una
especie de ‘American Pie’ Sueca, y no
está ni cerca, ya que supera con creces en puesta de escena, fotografía, guión
y estilo al setenta por ciento de todo lo que factura la industria
Hollywoodiense.
El Abuelo que saltó por
la ventana y se largó’ está más cerca de ser una ‘Amelie’ sueca que una comedia irracionalmente salvaje y fiestera,
como les gustaría a los Americanos y el publico palomitero en general. Muy
recomendable si se tiene paciencia para pasar un buen rato y no nos gusta que
nos den la comida masticada.
Jorge Tomillo Soto-Jove
Nota: 6,8
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