-Envoltorio
de seda para una caja vacía, en la que Lea Seydoux olvidó cómo actuar-
-Mi retrato de Lea Seydoux, más aquí -
A principios
de año, se estrenó en nuestro país una película con poco calado comercial ‘La Belle et la Bête’ (cuyo título citaré
en francés, por su origen y para ahorrar confusiones con el clásico de Disney)
La bella y la bestia estaban de vuelta en cartelera.
Han sido tantas las
versiones del cuento como las que han llegado al cine –que han mantenido algún
tipo de fidelidad hasta que llegó la desastrosa versión de 2009, dirigida por
David Lister y protagonizada por un vestuario terrible y el escote de Estella
Warren. Si no sabéis nada de ella, mejor- En la mayoría de los casos se han
recogido detalles de los cuentos originales, pero siempre se ha mantenido el
cannon que estableció Disney; centrado la trama en la relación entre Bella y la
bestia.
-El vestido rojo de Bella, un guiño a la sexualidad descubierta-
‘La Belle et la Bête’ aporta
esta vez una visión diferente, volviendo a sus origines plenamente franceses
–tanto las dos versiones originales del cuento, como la primera adaptación
cinematográfica, son francesas- mucho más centrada en la versión más sencilla
–y aceptada como la original- escrita por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont.
‘La Belle et la Bête’ arranca su historia
con el patriarca de una adinerada familia mercante, que en el auge de su poder
ve cómo su fortuna se hunde junto a sus barcos en el fondo del mar, menos uno
que pasa a ser embargado por las perdidas. Con pocos recursos disponibles, el
padre trata de arreglar la situación en la que su familia se ha visto sumida.
Por desgracia, por el camino se encuentra con la verdad de su hijo Maxime, que
tiene una deuda aún mayor. Al averiguar esta noticia se topa con los adeudados, que no estilan buenos modales precisamente.
-Don't touch me!-
En su escapada el
patriarca da de bruces con un pomposo castillo, que está en unas condiciones
excelentes pero que no parece estar habitado. Tras satisfacer todas sus
necesidades –casi pecando de gula- el padre se topa con una bella rosa roja y
recuerda entonces que su hija predilecta, Bella, le pidió que le trajera una
rosa roja de su viaje. Tras tomar la rosa, hace acto de presencia la bestia,
que condena al padre a ser su esclavo o matará a toda su familia –aquí la lógica
empieza a palidecer- el padre, decidido a aceptar su condena, vuelve a casa.
-Prima el mimo del detalle
Al llegar al
hogar el hombre comunica a su familia su situación, ante una sensación mezcla
de responsabilidad y pena por su padre, Bella, que siente pesar por haber
pedido la rosa roja, se escapa en el caballo de su padre y se ofrece en su
lugar para heredar su condena. Pronto comenzamos a ver escenas alternativas,
protagonizadas por Vincent Cassel. En ellas interpreta a un arrogante príncipe,
rodeado de lujo y amigos que le recuerden su grandilocuencia. Todo está al
alcance de sus manos, menos dar caza a un ser casi efímero; la cierva dorada
del bosque. Tras años de caza fallida, la mujer de la que está enamorado
consigue hacerle llegar a un trato, en el que él propone que dejará de cazar a
la cierva dorada si ella le da un hijo. Es esta mentira lo que condena al
príncipe a su confinamiento de garras y pelo.
-De vestidos y miradas va la cosa-
En este
punto de la trama, es difícil enterarse bien de la historia. No por los vacíos
argumentales que se encuentran cada diez minutos, si no porque la estética y la
ambientación, tienen tanto detalle que resulta increíblemente difícil no
perderse entre los bordados de un vestido o estudiar con ahínco la decoración
de cada salón. El vestuario y la decoración, combinados con una ambientación
que no se sale de sus propias normas, dan como resultado una sensación perfecta
para conseguir ese tono mágico y onírico propio de los cuentos.
Lo más curioso
del apartado técnico, es que, a la mínima que uno se fije, se nota que no es una
gran producción. ‘La Belle et la Bête’ no
está en la misma liga que las grandes producciones de Hollywood –y aún así
presenta un producto mejor- no desborda dinero por cada plano que uno ve, es
más, hasta podría considerarse un telefilm, una de esas películas que solo está
destinada a aparecer en televisión para rellenar ese tiempo que tardamos en
echar la siesta por las tardes. Aún con eso en contra, el director Christophe
Gans (director de ‘Silent Hill’ en
2006) sabe jugar con la mano de cartas que le han dado y consigue recrear una
atmósfera siempre equilibrada.
Puede que los decorados no se parezcan a los de
‘Anna Karenina’ y los efectos
especiales no son los de ‘Pacific Rim’
o el vestuario no sea el de ‘El gran
Gatsby’. No son los elementos de mayor calidad, pero resultan uniformes,
nunca hay una luz salida del tono propio que se ha conseguido alcanzar, no hay
un plano del castillo malogrado. Llegamos a tal punto que, ante tanta sensación
de magia, elegancia y terciopelo resulta brusco el uso excesivo del corsé
‘push-up’ de Lea Seydoux, que tras ‘La
vida de Adéle’ parece que decidió olvidar cómo actuar, y se ha visto convertida
en un mero reclamo sexual, mediante un uso excesivo de planos principales
sobre-dotados de su –ya exagerado- escote.
‘La Belle et la Bête’ es una película
que, pese a haber pasado con discreción por la cartelera, resulta tremendamente
entretenida por su cuidado, trabajado y estudiado al detalle, acabado visual.
La construcción y constitución de su mundo mágico ya podría servir de
inspiración para gente como Tim Burton. Que podría aprender más de una lección
de cómo adaptar un cuento sin violarlo (Alicia en el país de las Johnny Depp
Maravillas) y recrear una ambientación artística sin caer en unos tópicos
adolescentes, ya cansinos.
Por lo demás estamos ante un guión completamente romo, que está sobrepoblado de subtramas innecesarias que pocas veces llegan a una terminación concreta y una relación entre la Bella y la bestia que casi se enamoran porque sí.
Jorge Tomillo Soto-Jove
Nota: 6,8
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