The Walking Dead

-The Walking Love-



Con el comienzo de su quinta temporada, que vendrá como siempre dividida en dos entregas -que viene a ser una mezcla de herramienta de marketing y justificación del presupuesto- a este servidor se le ha antojado realizar una análisis sin concesiones sobre la trayectoria, la relación de odio amor con los comics y la serie en general. Para realizar este análisis, tenemos que remontar al año 2010, ese año se estrenó en la cadena AMC -que parece solo cosechar éxitos, tanto a nivel comercial como artístico- la adaptación de la serie mensual de comics The Walking Dead, que lleva serializada desde octubre de 2003.



Si algo es fácil de reconocer en las viñetas que nos presentan Robert Kirkman y Tony Moore, es esa recreación de un universo propio bien recreado. En este universo todo se ha ido al traste y los zombis son la especie dominante sobre la tierra, de modo que nuestros ojos se posarán sobre los hombros de un grupo de supervivientes anti heroicos, que darán todo lo que tienen -y a todos- por ser el último hombre en pie.



 Al principio, -y esta norma la sigue con demasiada fidelidad la serie de AMC- el grupo de supervivientes es una especie de comunidad felizoide donde todos quieren llevarse bien, cargar con sus problemas y tratar de salir adelante. Eso tratan de hacer hasta que la imaginación de sus sádicos guionistas los despedazarán a ellos, sus amigos y sus familiares en pedazos de las formas más cruentas y desagradables que se nos lleguen a ocurrir.



 Si alguien en la serie cree que se le ha quedado mal cuerpo por alguna muerte, que lea unos cuantos cómics, la atmósfera recreada con tinta y papel es mucho más difícil de digerir que la que aporta la serie de tv -que con el paso del tiempo cada vez parece más una casita de la pradera con zombis-



Pero no estamos aquí solamente para analizar la obra de gran calidad argumental y no tanta artística -se nota cierta influencia Frank Milleresca- que ha vendido miles de comics  en todo el mundo. Aquí lo que realmente interesa es aplicarle a la serie de tv su propia filosofía y despedazarla para ver qué es lo que queda en el fondo. Con la llegada de la primera temporada -la corta primera temporada- que a duras penas pudo alcanzar los 6 capítulos, se marcó un nuevo hito en la historia de la televisión after internet. 



AMC lo había hecho otra vez. El episodio piloto de 'The Walking Dead' es lo más cerca que ha estado esta serie de lograr la perfección. Ese primer episodio en el que se nos introduce a Rick Grimes y su antes y después del coma, es como si fuera una película independiente de la serie. Llega a una calidad argumental, técnica y narrativa -que no interpretativa, eso nunca- que superó con creces la del cómic y la del casi todo el género de zombis habido hasta la fecha. 

-No, no es Crepúsculo, es The Walking Dead-


La primera temporada fue un medio para un fin; el medio, la serie de AMC y el fin conseguir convencer al respetable y así hacerse un hueco en la parrilla. Pero justo cuando había logrado eso, se estanca precisamente por haberlo logrado.



Al comenzar la segunda temporada, una de las más esperadas de la televisión, 'The Walking Dead' -en ésta mi opinión- dio al traste con todo lo que proponía la primera. Todo lo que en ella ocurre da a entender que, al haber conseguido el ansiado presupuesto para hacer algo más serio, los productores decidieron estirar como un chicle la serie. Tal fue el caso que toda la temporada se basa en un solo tomo de los cómics.



 No es que el tomo sea largo, es que con un par de páginas y otro par de historias, se han sacado más de 10 horas de programa. Tanto se recrearon en historias nimias y banales que apenas llegaban a rellenar su capítulo. No es que hubiera relleno con historias buenas, que dieran una segunda lectura a la original, no, metieron paja mohosa entre retales de trozos de lo que era la historia original. A partir de esta temporada, que mutila y deforma la serie, alejándola años luz del cómic, el resto de temporadas se las verán luchando para remontarlo.



La tercera temporada, es cierto que es la que más material recoge de los cómics y lo introduce en su trama. Puede que sea la que mayor fidelidad rinde a las historias de las viñetas, pero el peso de los derroches de la segunda temporada carga contra todo ello. En los cómics el enfrentamiento entre el grupo de Rick Grimes contra el gobernador y su supervivencia en la cárcel es una saga repleta de momentos magníficos, plagados de violencia bien dosificada.



 Sin embargo, en la serie, para atender el malcontento de sus fans enajenados por la falta fidelidad, todo parece metido con embudo. La evolución del personaje de Rick de superviviente tocado a cabecilla de guerrilla perturbado, se va cocinando a fuego lento pero con muy buena letra, incluso en ciertos momentos llega a ser molesto y agobiante, pero en la ficción de AMC todo pasa deprisa y corriendo. Esos grandes momentos del comic pasan casi desapercibidos si es que llegan a ocurrir y los que tienen lugar se ven drásticamente deformados.



Tras una tercera temporada que no sabía muy bien ni cómo jugar su cartas, que acababa por destrozar las historias importantes de esas sagas, para rellenar los huecos que van quedando, llegó una cuarta temporada casi igual que la segunda. Historias que no van a ninguna parte y episodios en los que no ocurre nada hasta que de pronto llega el hangcliff final para que veas el siguiente, esa es la estructura de la cuarta temporada. 



Es como si de pronto la producción de los comics parase y ellos se tuvieran que inventar la historia o como si fueran a coger al comic demasiado rápido. Se pasan todos los capítulos con escenas genéricas acompasadas por una banda sonora ridícula y unos efectos especiales que están estancados en el nivel en el que comenzaron. 



Si juntamos todo esto con historias adolecidas por el exceso del drama reticente y mal justificado, tendremos en nuestro cóctel la cuarta temporada de 'The Walking Dead' con personajes mal ubicados en las líneas temporales y un argumento que roza el ridículo episodio si, episodio también. Todo lo malo que tenía la segunda temporada se hace cargo de lo malo de la tercera, haciéndolo así suyo para juntarse en una cosa aún peor y fuera de lugar.




En resumidas cuentas, 'The Walking Dead' se ha convertido en una serie blandita y facilona, que innova a ritmo de caracol, si es que tal innovación llega a tener lugar. En sus comienzos apuntaba maneras para llegar a ser the next big thing, pero ha ido perdiendo calidad con cada zombie muerto en la carretera, hasta llegar al punto de antojarse como una telenovela con ligeras dosis de sangre y alguna que otra explosión. 



Todo parece ,a priori militarizado y violento, con grandes dosis de acción, pero todo eso no llega a ninguna parte, al final del día el guión solo espera a llegar al final para tratar de reengancharte para el próximo capítulo. Lo curioso es que esta serie, cuando más fans tiene, es cuando peor está. 



No se puede ni confiar, ni pedir a esta quinta temporada que demuestre nada, pues a estas alturas, no va a tratar de deshacerse de nada de lo que trae consigo, simplemente va a seguir hasta lograr el mejor fin y la mayor recaudación posible. Que parece ser que es lo único para lo que quiere ahora mismo AMC a 'The Walking Dead'.

Jorge Tomillo Soto-Jove

Nota: 4,8

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