El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos + retrato Ian McKellen


-Broche de oro de Peter Jackson ¿su error? ser demasiado corta.-

-Mi retrato de Ian McKellen, más aquí -


Hoy he tenido el gusto de poder asistir a la última entrega de Peter Jackson sobre la tierra media -la última por ahora, que él se ha quedado con ganas de más, no como los herederos de Tolkien- y no he dudado a la hora de invertir mi dinero en las entradas de la sesión en 3DHD48FPS o en cristiano, el 3D en alta definición a 48 tramas por segundo exclusivo de la trilogía de El Hobbit.



 Antes de seguir con esta crítica, quiero advertir que si no la habéis visto, no sigáis leyendo a menos que no tengáis intención de verla o no os importe que cite elementos clave sin cortar ni remachar nada.



En este último mes del año, Peter Jackson da por finalizada, por ahora, su saga de películas sobre el universo de Tolkien. En esta ocasión comenzamos de una forma muy parecida a como lo hiciera 'El señor de los anillos: Las dos torres'. Tenemos una entrega anterior donde ha habido una batalla, de mayor o menor dimensión -cada batalla con una dimensión y un tono acorde al de su película- con una criatura fantástica. Bien podríamos analizar a cada una de estas dos bestias para analizar cada trilogía y situar en su contexto cada una.

-ouuh yeah-


El Balrog es todo lo que es El señor de los anillos; es amenazador, su aspecto es impecable y penetrante y solo con verlo moverse te quedas hipnotizado. Es un ser oscuro y tétrico, un demonio con cara de cráneo de cabra que blande un látigo y una espada de fuego. Su combate con Gandalf rezuma épica y una fotografía en ciertos puntos, impecable.



El Balrog al igual que El señor de los anillos es despiadado y no deja lugar a momentos de inflexión o hueco alguno para la felicidad, su tétrico aspecto es la mejor metáfora del simbolismo que Tolkien quiso transmitir sobre su experiencia con la guerra.



 Por otro lado tenemos a Smaug, con su poderoso aspecto, su imponente presencia. Con su detalladísimo y muy elaborado acabado, interpretado por uno de los candidatos a ser el futuro de la industria -Benedict Cumberbacht- todo está a su favor, pero resulta más entrañable que el Balrog, más asequible.



 Está en comunión con el tono del cuento del que ha salido. El libro del Hobbit, que aunque a mucha gente parece no quedarle claro, no es el mismo que el de El señor de los anillos, es un cuento puro y duro y El señor de los anillos, es una novela tormentosa, plagada de linajes imposibles y miles de personajes, cuya narrativa se pelea por ser la versión cristiana de Dickens -linajes, violencia y lecciones de moral, sumado a la hiperdescripción de cada elemento-.



 Smaug es el símbolo perfecto de El Hobbit; todo el trabajo que en él se ve invertido, es el respaldo perfecto para una analogía de la avaricia, que se queda en eso, una mera analogía, una historia con una moraleja para contarle a los niños. La batalla de los enanos y de Bardo con Smaug es tal cual podríamos esperarla, atrevida y esperpéntica pero conservando ese sello e imponente presencia sello de calidad de la casa. Pero Smaug, al igual que el Balrog, es una transición hacia algo mucho más grande.



La película, cojea de un único elemento, su duración. Es cierto que Peter Jackson ha hecho tres películas largas de un libro de trescientas páginas, pero si las va a hacer con esta dedicación, amor por el detalle y mimo por la recreación de este universo, puede seguir añadiendo y distribuyendo las películas que le vengan en gana, mientras mantenga este nivel de calidad. Por este razonamiento su duración de menos de dos horas y media, que comparado con su predecesoras que eran de tres horas o cerca, resulta una lástima. 



Visto el trailer y leyendo comentarios online, he confirmado una sospecha, hay muchas escenas eliminadas, lo cual solo se podría explicar de dos formas: una, una respuesta a las durísimas críticas sobre la duración de su metraje y dos, una versión extendida de lujo.



Otro de los fallos que podría decirse que tiene el filme, aunque es más subjetivo, es el defecto que arrastra de su predecesora, que forzando un hangcliff cortaba de lleno en mitad de una de las escenas más intentas, el escape de Smaug. Por cortar tan radicalmente, Smaug, en esta tercera parte, es una mera anécdota y acaba por resultar muy desubicado al visualizar toda la película en conjunto, terminando por no aportar casi nada a este último capítulo.



En su totalidad, 'El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos' es la culminación de una intensa reflexión sobre la codicia y la hermandad de los pueblos desunidos, pero su prólogo resulta un exceso, un exceso de lujo y muy agradable, pero un exceso en conjunto. Echando la vista atrás puede que esos sean los únicos defectos que se puedan achacar a esta trilogía, eso y recrearse a veces en exceso en sus propios términos, pero ciertamente eso no se puede considerar un defecto. 



Cuando de un libro corto, de dimensión menor y una historia algo simple pese al complejo lenguaje del que se encargaba de hacer gala Tolkien, se saca uno de la manga el libro y varias horas más de metraje de un nivel artístico difícil de igualar y con un ritmo que, pese a dejar fuera el tono épico y funesto de El señor de los anillos, es muy agradable y entretenido de seguir, como mínimo lo que uno puede hacer es sentarse a disfrutar de esta pequeña joya, que a un servidor no le hubiera importado que alcanzase las tres horas de metraje.



 Peter Jackson está en mejor forma que nunca y repite un ejercicio a imitar de poderío artístico y visual, que casi obliga al espectador a acudir al visionado de la película en su -ya famoso y exclusivo- 3D48FPS.



 Este es un buen adiós a la tierra media y toda su mitología, con una serie de guiños y estructura reconducida al final para ajustarse a lo que debe ser argumentalmente, una precuela más que digna de su predecesora. Seguramente se deje buena parte del libro por el camino, o no ahonde lo suficiente como a algunos les gustaría, pero si la miramos por lo que es, que es una película y no un libro,



 tendremos ante nosotros la perspectiva coral de una historia pequeña contada de una forma tan elaborada, que cada segundo de metraje acaba por resultar una delicia de visionar para los que sean fans de la saga y una gran película para los demás que estén un poco metidos en este tipo de historias de corte puramente fantástico. Si no se saca de contexto. ni se establecen comparaciones absurdas, el disfrute está asegurado.


-Martin Freeman, ese romántico...-

Nota: 9

Jorge Tomillo Soto-Jove



EXTRAS (click en cada imagen para entrar a las críticas de las dos anteriores críticas)

El Hobbit Un viaje inesperado


















El Hobbit La desolación de Smaug

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