-Woody Allen (Emma Stone y Colin Firth) y su pequeño viaje sobre la magia del amor.-
Acaba
de entrar diciembre y ya tenemos en nuestras salas una película con juego, a no
ser que seamos de los que se van a la sala de al lado a ver 'Ouija', creyendo que el género de
terror comercialoide aún tiene algo que ofrecer. Que podría ser, pero no. Esta
primera semana del último mes del año llega a nuestras salas de cine la última
creación del más hipocondríaco de los cineastas. Woody Allen estrena en nuestro
país la bucólica 'Magia a luz de la luna',
que aún sin ser una película grande ni tampoco demasiado trascendente, sí que
es algo que merezca la pena ser visto.
Tenemos
ante nosotros una rara avis de esas que, el enamorado de New York, Woody Allen
lanza al mercado cuando se siente especialmente positivo. Al igual que 'Medianoche en París', esta nueva
aventura -con ese candor especial- trata sobre los límites de uno mismo hacia,
para y por el amor. Todo esto sazonado con un poco de magia en el aire,
construida a base del detalle de las pequeñas cosas, como la fotografía.
Y
además de esta magia, están los personajes y el reparto, que tienen una
relación perfecta. Más allá de las interpretaciones, es como si estos
personajes fueran personalidades alternativas del reparto elegido para
interpretarlo.
De esa coherencia y de esa interrelación entre personajes,
diálogo y fotografía (acompasado por una muy acertada banda sonora) nace el
especial clima que hace de 'Magia a la
luz de la Luna' la perfecta
representación del sello inconfundible de su escritor y director, sin
complicación ni dilación.
La historia nos traslada al mundo de la farándula,
donde el afamado mago Wei Ling Soo, entre luces y humos, presenta su
espectáculo de magia. Si el espectador es de oído rápido podrá distinguir en su
espectáculo varias piezas de música clásica, que caracterizan pronto el
carácter del mago (entre ellas, encontraremos unos segundos de el bolero de
Ravel.
-No es en esta escena cuando suena el bolero, os toca buscarla-
Cuya popularidad llega hasta a la primera serie de Digimon, por su
misticismo característico) El mago se nos revela pronto como un caballero
inglés culto y cínico en extremo, que ningún autógrafo se digna a dar. Tras los
polvorines y pelucas de este mago se esconde Colin Firth que reivindica con
este papel su total versatilidad en el mundo del cine.
Wei
Ling Soo será visitado por un viejo amigo de profesión que dice haber
encontrado la piedra filosofal de la profesión; una médium real -proclama el
mago con celeridad, ante el impasible rostro del egocéntrico Wei Ling, que se
reafirma en sus intransigentes creencias sobre la física y el mundo terrenal-
El
mago, tentado por su amigo Howard, accede a acompañarle al sur de Francia a
desenmascarar a la bella médium americana. La aventura comienza justo en este
punto, acompasada por una banda sonora perfectamente escogida, que deja ya
atrás el toque clásico del espectáculo chinesco de Ling Soo.
Con su sonido a viejo tocadiscos ambienta a
la perfección el clima narrativo que la historia necesita y merece -al mismo
tiempo-, es ese toque mágico que Woody Allen a veces confiere a sus obras, el
que tanto bebe de esta banda sonora y su siguiente factor importante.
Nada más
llegar a Francia y con ello toda la costa azul, Woody Allen nos abre un abanico
de colores y luces con la impresionante fotografía. Parece asentada en un
perpetuo atardecer, esa luz sobria, anaranjada y onírica al tiempo que
mortecina. Esa luz, esa fotografía es casi un personaje más en esta
deliciosamente fácil trama.
La película se centra en el duelo entre Colin Firth
y Emma Stone, que contraponen sus personalidades a golpe de química y frescura,
pero si no hubieran tenido a su favor esta magnífica ambientación -parece que
el señor Allen tiene amor para algo más que para Nueva York- su dicharachera
química y tierno, a la par que sin cuartel, enfrentamiento, no hubieran tenido
el mismo efecto en el espectador.
Al
encontrarse con la médium, Firth adopta su verdadero nombre Stanley y se
inventa un apellido para que la chica no pueda reconocerlo y así analizarla en
silencio, parapetado por su descaro y arrogancia. Al contrario de lo que
esperaba Stanley, Emma Stone parece ir averiguando más de él y de su prometida
de lo que cabía esperar.
Stanley sigue empeñado en creer que todo lo que hay
tras la joven son argucias y artimañas de la más baja calaña para aprovecharse
de las débiles creencias de los ricos y, con un hálito de falsa esperanza,
llenar sus bolsillos con el dinero ganado a costa de la estupidez de los demás.
Según van pasando las horas y los días la confianza de Stanley se va
debilitando y la habilidad y belleza de la médium parecen ir creciendo
exponencialmente.
'Magia a
la luz de la Luna' es la apuesta de este año del señor Allen por la
sencillez y las historias bien contadas, no tiene la trascendencia ni el
alcance de 'Blue Jasmine', pero
tampoco lo busca. Solo trata de contar una historia mediante la exposición
constante de las personalidades contrastadas de Colin Firth y Emma Stone, él
será el hombre creyente y devoto de la ciencia y la realidad presencial,
intransigente y casi insoportable de tal cinismo que puede llegar a lucir.
Y
ella, será la chica de orígenes humildes, preciosa como solo ella sabe ser, con
la vida de lujo recién descubierta por su don, que por un momento nos hará dudar
también de nuestras convicciones. De esta relación contradictoria y carente de
lógica brotará el más complicado de los amoríos, que sumado al resto de la
trama, hacen de esta película un placer culpable fácil de ver por su fantástico
ritmo, ambientación e interpretación.
No será una película grande, pero sí que
es una de esas que dejan un gran sabor de boca por lo bien contadas que están.
Nota: 7,8
Jorge Tomillo Soto-Jove
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