-Instinto de supervivencia (El mes del robot, parte 1/2)-
Esta
semana comienza lo que bien podríamos llamar el mes del robot, que no es ni más
ni menos que el encadenamiento de dos importantes –y polarizados- films, que
toman la robótica como estandarte base para recrear historias diferentes. Estos
dos títulos son; ‘Ex Machina’, que
hoy pasaré a analizar y ‘Chappie’,
película de corte mucho más desenfadado que aún está por estrenarse.
‘Ex Machina’ es una historia con una
premisa bien definida, que va desarrollando un planteamiento filosófico muy
acertado de forma escalonada, pasando de la moral a la sexualidad casi en un
parpadeo. Cada nueva propuesta o paso dado, no hará más que subir el listón. De
entrada nos topamos con nuestro protagonista absoluto, disfrazado de falso
protagonista/ futuro secundario, de nombre Caleb.
Un joven y prometedor
programador de una importante empresa, donde la tecnología ha llegado a un
nuevo estadio en el que nada resulta irrealizable. Caleb está interpretado por
Domhnall Gleeson, a quién pudimos ver recientemente en ‘Una cuestión de tiempo’, ‘Frank’
e ‘Invencible’, pero que siempre será
recordado por un servidor por su trabajo en ‘Black Mirror’, que tan afín resulta con esta película en
cuestión.
Caleb es seleccionado por
concurso para acudir, a realizar un experimento, a la inmensa propiedad de Nathan.
Un joven genio, ingeniero y empresario al que da vida y carisma Oscar Isaac,
que no necesita presentación.
Ya
una vez en el centro, Nathan explica que, si quiere continuar en el barco ha de
firmar un acuerdo de confidencialidad total. Tras acceder a la demanda, al
igual que Caleb, nosotros como espectadores entramos de lleno en el centro del
volcán. Caleb ha llegado hasta esa fortaleza de cable y hormigón para remozar
el test de Turing -a quién se conoce ahora por la peli ‘The imitation game’-.
El test que Alan Turing propuso, tiene como
finalidad el poder probar que una máquina tenga o no inteligencia. El proceso
es sencillo; en dos zonas separadas de una misma sala –de forma que no se
puedan ver- hay una persona y una máquina que serán evaluados por un tercero,
un juez humano. Si, durante la prueba, el juez no es capaz de distinguir quién
es el ser humano, de acuerdo con Turing, la máquina habría demostrado su
inteligencia.
El
test, gracias a ‘Ex Machina’ se ha
visto dulcemente adulterado para favorecer la propia espectacularidad de la
trama. Grata como poco debió ser la sorpresa de Caleb cuando se le explicó que
él tendría que evaluar a la robot con inteligencia artificial creada por
Nathan. Este nuevo sistema también es simple, solo que algo más básico. Según
las reglas de su contrato, Caleb deberá entrevistarse con AVA –robot
interpretada por Alicia Vikander, quién fuera de un secundario papel en ‘Anna Karenina’ es prácticamente una
desconocida a nivel comercial-
y durante una serie de entrevistas episódicas,
-que fragmentaran y estructuraran la narrativa del filme- deberá estudiar y
evaluar si AVA tiene o no intelecto propio o solo lo simula. Un test de Turing
sin intermediarios.
‘Ex Machina’ nos trasladará a las bases
de la robótica, contraponiendo el debate moral que ello contrae. No es ya solo
que sea una película de corte alternativo y alejado de lo comercial, es todo de
lo que habla. Si nos cala la idea que trata de sembrar, nos encontraremos
expectantes ante cada pregunta que su guión ha sabido colocar con pulso de
cirujano. De esta forma, la solución o simple desarrollo de estas dudas a lo
largo de la película, harán las veces de elemento introductor para las
siguientes. Es como si la propia película pretendiera desarrollar su trama
únicamente mediante la solución de incógnitas de dificultad exponencial.
Tampoco es que al salir del cine vayamos a estar sosteniendo una calavera en la
mano y filosofando sobre el sentido de la vida, pero todo aquel que sea
aficionado a la ciencia ficción, en mayor o menor medida, se verá atrapado por
el poderoso concepto en el que ‘Ex
Machina’ se sustenta.
El
beneficio de esta historia viene dado por, además de un fantástico guión -que
cojea únicamente en su cierre y algunas salidas de tono que se permite por el
camino-, un reparto bien elegido de acuerdo a lo que sus personajes proponen.
En apariencia, puede parecer que toda la trama en sí es una sádica partida de
ajedrez entre Caleb y Nathan, pero nunca hemos de olvidarnos de que hay un
robot de por medio y que hace las veces de detonante argumental. El duelo es en
sí a tres bandas, pero todo, al mismo tiempo, girando sobre Caleb. De esta
forma, además de exponer la historia en sus propios y grandes términos, también
genera una sensación poderosa de empatía.
El problema aquí –que no tiene por
qué serlo- es que, si hemos visto ‘Black Mirror’ antes que ‘Ex Machina’, tendremos la sensación de
estar viendo un largo episodio de la serie. La dinámica, el tono, las
reflexiones, todo parece sustraído de un episodio de ‘Black Mirror’. No supone
un defecto en sí mismo, pero puede llegar a enturbiar la sensación de
originalidad que ‘Ex Machina’ transmitiría
innegablemente de cualquier otra forma, aunque en ocasiones el espectador
pudiera llegar a notar que se le da todo demasiado fácil y triturado. Como si
exigir al público un nivel básico de razonamiento fuese algo negativo.
En el caso de que no se buscase eso o que no sea de nuestro agrado el mundo de la ciencia ficción, será mejor no pagar la entrada. De cualquier otra forma se convierte casi en obligado su visionado –si los prohibitivos horarios de los cines locales así lo permiten- que, aunque predecible argumentalmente, resulta muy satisfactorio.
Nota: 8
Jorge Tomillo Soto-Jove
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