Ciudades de Papel | POPCOKEN


-Cara Delevingne, la actriz reclamo.-



En este mes de agosto ha llegado a nuestras pantallas una consecuencia lógica llamada ‘Ciudades de Papel’. Consecuencia por su protagonista, Cara Delevingne a quién, como poco, podríamos situar en la cima de la tendencia mundial actual. Tal es su presencia y diversificación, que su paso por el cine era una cuestión de tiempo.



 Sí, había aparecido en ‘Anna Karenina’ en 2012 –a la sombra de Keira Knightley, que acaparaba un filme casi diseñado para ser interpretado por ella- pero sus apariciones en los videoclips de Die Antwoord o Taylor Swift, han causado un impacto mayor.



 Así que la consecuencia de su explosiva fama en ascenso es un –corto- papel de cierta importancia en una película que más bien debería considerarse telefilme. Esto es labrarse un hueco en el mundo del cine desde el eslabón más bajo a nivel comercial. Ahí es donde podemos encontrar la lógica que conlleva empezar una carrera desde abajo (la parte baja de Hollywood), sin precipitar decisiones justificadas por su fama. Punto para Cara, en teoría.


-Con Ninja de Die Antwoord, co-protagonista de la peli 'Chappie', crítica que podéis leer aquí


‘Ciudades de Papel’ es una adaptación del libro escrito por John Green en 2008. Su segunda novela adaptada después de Bajo la misma estrella’(crítica que podéis leer aquí). Para su segundo asalto al mundo del cine, la historia de John Green vuelve a enmarcarse en el topicoide mundo adolescente palomitero. Esta vez el filme volverá a servirse de los contrastes de dos personajes polarizados. En este caso tendremos por un lado a Quentin –o “Q” a secas- y a Margo Roth Spiegleman, interpretados por Nat Wolff y Cara Delevingne.



 La relación que establecen estos dos personajes es la de chico conoce a vecina de niños, chico se enamora de chica o eso cree porque es lo más cercano que ha tenido a una relación social sana y chico se distancia de chica, guardándose sus sentimientos a medida que va pasando el tiempo.



 De este modo, al haber llevado vidas completamente diferentes –siendo ella una aventurera incansable y poco considerada, y él un soñador triste y apolillado-, y sumando un cumulo de desconocimiento, mitificación y una dosis generosa de hormonas, Margo Roth Spiegleman es, en su pequeño mundo de instituto, una figura icónica a la que sus compañeros parecen amar y temer por igual.



El punto interesante del filme –puede que el único- llega cuando Cara reaparece, colándose por la ventana de su vecino Quentin para que le ayude a llevar a cabo un divertido y temerario plan. De esta forma, además de completar nueve venganzas hacia personas de su círculo cercano que le han hecho jugarretas, Margo desvirgará los cortos límites de miras de nuestro ingenuo y atontado Quentin.



 Mientras su amigo sigue tratando de hacer carrera para ser Ned Flanders, Margo ha dado divertidas –y algo sádicas- lecciones a aquellos que osaron confabular contra su persona, pero en una última parada, sube a su amigo a las oficinas de un rascacielos.



 Con las vistas de la ciudad como únicos testigos, llega uno de los -sacados de contexto- primeros discursos aleccionadores del filme, como si tratase de indicarnos cómo un joven debería pensar en una situación de búsqueda personal. Al día siguiente, Margo ha desaparecido, se ha ido de la ciudad y nadie sabe a donde, hasta que Quentin recuerda que ya ha hecho cosas parecidas antes y las pistas que suele dejar.



A partir de este punto ‘Ciudades de Papel’ se convierte en la búsqueda pobremente detectivesca, de Quentin y sus amigos, para encontrar a la aventurera Margo. Como si hubieran heredado un pequeño porcentaje del espíritu de su icono guía, el grupo de adolescentes se enfrasca en un viaje que les otorgará la oportunidad final de conocerse realmente unos a los otros antes de elegir universidades diferentes y perderse de vista.



 De todo este pobre viaje de autodescubrimiento el público sólo encontrara divertimento en el rápido cameo de Ansel Elgrot (co-protagonista de ‘Bajo la misma Estrella’), con su llegada uno no puede evitar preguntarse cómo puede ser posible que estas dos historias sean del mismo escritor.



 En Bajo la misma Estrella’, a pesar de no ser una gran película, si que teníamos unos cuantos puntos de interés enmarcados en la clásica historia de superación de la enfermedad terminal, aunque en esta ocasión se acababa convirtiendo en una asimilación y supervivencia de la propia condición de una muerte cercana.



 Era una película también plagada de tópicos adolescentes y de una narrativa, que aunque era pobre. Si resultaba funcional y medianamente interesante, sumado a que aquí el viaje de redescubrimiento personal sí resultaba creíble. En cambio, con ‘Ciudades de Papel’ sólo tendremos una larga y pesada sarta de disparos al aire, a nivel narrativo.



En cuanto desaparece el personaje de Margo, el filme se queda cojo y resulta torpe, ni su ejecución, ni varias referencias a la cultura pop bien traídas –eso hay que concedérselo- salvarán el vacío dejado por Cara Delevingne, de quien no volveremos a saber nada hasta el mismísimo final.



 Esto nos lleva a la inevitable conclusión de que, pese a tratar de iniciar su carrera como actriz, Cara no es más que un bonito reclamo para que alguien vaya al cine y pague por esta entrada. De cualquier otra forma es muy posible que el personaje de Margo no resultase tan atrayente, pues hay que decir que a Cara le sienta como un guante la personalidad rompedora de Margo.




‘Ciudades de Papel’ no es sólo una mala película (o telefilm) cuyo único aliciente es la media hora de Cara Delevingne. Es que, dentro de sus propios términos, no manda ningún tipo de mensaje, ni metáfora ni nada. Ni siquiera hay una historia de amor con un mínimo de solidez, sólo nos rellenarán minutos con un enamoramiento casi ficticio –pues de no tener a Margo, el personaje de Quentin se quedaría sin sentido alguno y toda la pobre historia se vendría abajo- del que finalmente tampoco sacaremos ninguna lectura positiva.



‘Ciudades de Papel’ es ese telefilme del que podremos servirnos en un futuro para una agradable siesta de domingo tarde.

Nota: 3,2

Jorge Tomillo Soto-Jove

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