True Detective Temporada 2 | POPCOKEN


-Se busca interés-

En enero de 2014 llegó a la televisión americana, de la mano de HBO, estrenándose un día después en nuestro país. La ficción escrita por Nic Pizzolatto y dirigida –en su primera temporada por entera- por Cary Fukunaga, fue protagonizada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Su éxito ha sido uno de los mayores de la historia reciente de la televisión, concretamente de esa televisión en la que parece hacerse mejor cine que en el propio cine.



Tanto la crítica como los espectadores parecían rendirse ante un nuevo clásico contemporáneo. Su narrativa pesada y elaborada, sumida en una filosofía oscura y cargada de un negativismo aún mayor que el de su fotografía, harían las delicias del espectador, pero su mayor baza y puede que la razón de su éxito, fuera Mattew McConaughey.



 Matthew estaba en aquel entonces en el auge de su popularidad y su renovado registro interpretativo, sumado su drástico cambio físico, incentivado por ‘Dallas Buyers Club’ –película que de seguro Leonardo DiCaprio recuerda muy bien-, consiguieron hacer de su personaje la combinación perfecta, o casi.



 Todo este desfile de nueva calidad en el género detectivesco se dio de bruces contra lo inevitable, ‘Breaking Bad’ estaba presenta en esos premios Emmy y, por mucha que fuera la calidad de esta primera temporada de ‘True Detective’, Vince Gilligan, Bryan Cranston y Aaron Paul ya llevaban muchos años confirmando que ‘Breaking Bad’ es lo mejor que ha pasado por la televisión en la categoría de drama (y posiblemente en la televisión en general).



Con estos antecedentes, tanto a nivel de crítica como de público, no hacer una segunda temporada de ‘True Detective’ , un año después, hubiera sido –en principio- una mala idea. Para esta ocasión, además de desentenderse de Cary Fukunaga (que sigue ejerciendo de productor ejecutivo) en la dirección, Pizzolatto parece seguir decidido a rescatar estrellas de cine a las que nadie más quería contratar para grandes producciones. Demostrando así, que estaban infravalorados y podían resurgir de sus cenizas.



 Con McConaughey acertó de pleno y Woody Harrelson, pese a su limitado registro, no la ha visto más grande, lavado de imagen incluído. El problema es que tanto Colin Farrell, como Rachel McAdams, son peores actores que el propio Woody Harrelson (el nivel más bajo de la anterior temporada) y, al partir de esa base, situar todo el peso argumental de tu historia sobre unos actores que no van a responder en nada, es una de las decisiones que hacen de esta segunda temporada algo tan confuso y, a fin de cuentas, una verdadera perdida de tiempo.



A nivel narrativo, esta historia nos presenta varias vertientes que se enfrentan al mismo y misterioso caso que, tras el primer episodio, se diluirá en aceite espeso hasta el punto de casi desaparecer. Ha habido un asesinato en Vinci, uno de los peces gordos de la mafia local ha aparecido brutalmente asesinado. Investigar la muerte de Caspere recaerá sobre los hombros de Colin Farrell, Rachel McAdams y Taylor Kitsch. Aunque se presenten como tres líneas argumentales diferentes, cuyos contrastes debieran hacer el gran punto de inflexión de la temporada, se ven reconducidas hacia una sola dirección.



 Pronto dejan de importar las historias individuales de los personajes, sí es que la de Kitsch llegó a aportar algo en algún momento a la serie, y nos encontraremos con constantes reconducciones del tono narrativo, la dirección y la dirección argumental hacia los albores de la confusión y el tedio.



 Cada episodio cambia todo el panorama a todos los niveles para todos los personajes menos para el de Vince Vaughn (que es la única constante de la temporada y el único punto verdaderamente de interés) cuya historia sacada de ‘El Padrino III’, de viejo mafioso que estaba limpio y se ve obligado a volverse a manchar las manos, sigue una dirección estable y orgánica hasta verse acomodada al gusto mainstream en un final completamente falto de originalidad narrativa, que sólo se salva por su interpretación visual y casi artística.



El espectador, gracias al nefasto trabajo de un irreconocible Pizzolato, se verá sumido constantemente en una continuada y frustrante confusión ante la total falta de interés que causa la muy mal escrita y, peor puesta en escena, historia de esta segunda temporada.



 No nos confundamos, sí que hay una historia sobre detectives entre todo este giro forzado para causar una mezcla de agrado y sorpresa constante en el espectador, sólo que está lapidada por una introducción reiterativa de subtramas con giros adireccionales totalmente huecos. 



Puede que sea por la marcha de la dirección de Fukunaga, pero todos los méritos de simbolismos, filosofía oscura, atmosfera plomiza y grandiosos diálogos, se ven sumergidos y diluidos con fuerza en un ejercicio de egocentrismo, pretensión y calidad narrativa casi nula, que este reparto venido de menos a menos está muy lejos de remontar.



 Incluso llegan varios momentos en los que da la sensación de que el propio Pizzolatto no sabe qué hacer con sus personajes, llegando a cambiar sus personalidades, hacia nuevos y convenientemente topicoides derroteros que los instalen en la preparación de un final sentimentaloide y forzado, que pudiera llegar a complacer a un público asesinado por las expectativas.




True Detective’, en su segunda temporada, se ha visto sumergida y sepultada por el éxito y expectativas generados a la par por su predecesora. Si Nic Pizzolato hubiera tirado de honestidad con esta segunda temporada, nos la hubiera presentado en tres o cuatro episodios y no en el doble. 



Dando así como resultado una temporada plagada de historias y subhistorias que poco o nada se llegan a resolver o explicar, sí es que no son cortadas de raíz antes para librarse de la molestia de tener que explicar a sus personajes.



 Si hubiera tratado de abarcar menos con menos personajes y nos hubieran ahorrado las pretensiones –además de no tomarnos por idiotas, que tragarán con lo que les des- seguramente Nic Pizzolato y ‘True Detective’ hubieran podido continuar en la línea cercana a la excelencia de la primera temporada.

Nota: 3,8

Jorge Tomillo Soto-Jove

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