007: Spectre | POPCOKEN


-Una más, una menos-



La peli tiene una primera hora terroríficamente insulsa y lenta, con una Mónica Bellucci malgastada dentro del falocentrismo de Bond. Hasta que Lea Seydoux no entra en escena estaremos, a excepción del villano Christoph Waltz, perdiendo el tiempo. ‘007: Spectre’ establece un nexo metido a calzador con el resto de películas de Daniel Bond Craig, que no termina de explicar demasiado ni llegar a funcionar. Se limita a una mera sucesión de escenas presentadas como sofisticadas o ingeniosas que no llevan a ninguna parte, más que a ver repetidamente los pobres entresijos de un guión cojo y simple.



El sello característico de Bond Craig, esa primera y gloriosa escena de acción justo al inicio del filme, no existe en ‘007: Spectre’. Esta vez ha quedado sepultada por una falsa presencia escénica y un baile de máscaras que terminan en una historia muy mal explicada, buscando justificar el nuevo planteamiento anti Bond por parte del MI6.



‘007: Spectre’ es una historia Tomcruisiana, rodeada de un envoltorio de falsa sofisticación con una complejidad narrativa meramente aparente. El propósito del filme consiste en mantener al espectador creyendo durante el máximo tiempo posible que está viendo una situación altamente elaborada que no va más allá del trailer del filme, con el cual ya habremos visto toda la película.




Ante la evidente falta de M -tras la terrorífica ‘007: Skyfall’-, ‘007: Spectre’ apuesta por dar luz verde a otros personajes de la saga que hasta ahora habían permanecido en el banquillo como meros espectadores lanzadores de chascarrillos sin gracia, pero que ahora, ante la falta palmaria de presencia en este Bond rubio, tendrán su oportunidad para sustentar una trama insulsa que, salvando los asépticos puntos de acción, se mantiene llana y sin alteración alguna, como ocurre con su misterio.



 El propio Dave Bautista –más conocido como Batista- es un ejemplo de la falta de coherencia en el guión, ya que su participación se resume en su recién adquirida popularidad (véase ‘Los Guardianes de la galaxia’). Una única frase en todo el filme, aunque ya aparece más tiempo en pantalla que Mónica Bellucci, quien, a pesar de tener más diálogos, se ve castigada por la lógica Bond en algo menos de siete minutos. Bond y los actores reclamo.



Daniel Craig, quien ha colaborado con el guión de ‘007: Spectre’, tiene una buena razón para estar cansado de ser James Bond –lo que ha proclamado recientemente a los cuatro vientos, sumándose a Robert Pattinson en la lista de actores que odian o están cansados de sus personajes cumbre-. No todo es culpa de Bond, un pasatiempo trasnochado de otra –y olvidable- época.


-Resumen de la película-


 Daniel Craig también tiene su parte de culpa. El actor, cuyo físico aporta una presencia en pantalla, no es capaz de llevar más allá su participación en el filme. Es ese tipo de actor que aplica siempre el mismo registro, ya sea para interpretar a un periodista (‘Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres’) o para ser un agente secreto o un cowboy espacial (‘Cowboys y Aliens’). 



Estamos ante uno de estos casos –como podría ser el de Nicolas Cage- en los que, al ver sus películas, contemplamos al “actor o actriz haciendo de” y no al propio personaje. De esto adolece Craig frente a su predecesor, Pierce Brosnan, a quien sí se veía automáticamente como Bond y no como el actor que lo interpretaba.



Por lo tanto Craig, así como todos los participantes en sus cuatro películas, bien podría recordar a dónde le ha llevado el personaje que ha convertido en olvidable. No es que un James Bond mucho menos machista y con un ligero calado moral sea peor que sus misóginos predecesores, pero resulta totalmente aburrido y falto de carisma.



 Con esto no reclamo volver a la humillación de la figura de la mujer en pantalla como método de presentación de este agente secreto, simplemente se podía haber indagado en una dirección interesante para el personaje, aún retirando todos los clichés manidos y ofensivos del agente secreto.




Bien pensado, si de algo adolece a día de hoy el mundo del cine es de creatividad, y como claro ejemplo podríamos tomar, con acierto, a la antecesora de ‘007: Spectre’, ‘007: Skyfall’. La película que Adele condecoró con su brillante canción y escena de créditos acompañante, era de una total y descarada falta de originalidad que rozaba el plagio constante con la película en la que el propio Mendes admitió haberse “inspirado”: ‘El Caballero Oscuro’.



 Lo que Batman le otorgó a James Bond, no caló, simplemente se sostuvo en la superficie, tratando, como la propia ‘007: Spectre’, de crear una sensación de complejidad y profundidad narrativa.



 Si miramos con detenimiento este planteamiento -de complejidad aparente- en las últimas entregas de 007, nos daremos cuenta de que se reducen a un par de citas con la pretensión de ahondar con efectividad en el pasado y en la construcción/deconstrucción del calado moral del personaje. Sí que es cierto que se trata del único –y pequeño- mérito de esta saga Bondiana, al contrario que todos los icónicos actores, guionistas y directores que trataron de imbuir vida a James Bond.



 En la cinta, el equipo de Craig se ha molestado en plantearse –mínimamente- el sentido y dirección de un personaje que siempre ha sido diseñado para mantenerse idéntico y fiel a sus pobres ideales. Esperemos que esto sirva como lección válida para las generaciones venideras de cineastas que se encarguen de exponer las aventuras y desventuras del ya mítico agente secreto, doble cero.


NOTA: 6,3

Jorge Tomillo Soto-Jove

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