El puente de los espías | POPCOKEN


-El hombre en pie-


En unas pocas semanas tendremos en nuestros cines lo último del tándem Spielberg/Hanks, que volverán a unir sus fuerzas para trasladar historias bélicas al gran público.  Esta vez, el núcleo central de su nueva aventura se enmarcará en la guerra fría. Para ser más concretos, esta historia nos llevará al nacimiento del muro de Berlín y todo el baile de espías a su alrededor acontecido.



 A priori, tenemos todos los elementos para que Spielberg vuelva a lucirse como antes con una de esas películas que ya hace muchos años que no rueda y que su trayectoria bien merece –y sí, he visto ‘Lincoln’, por desgracia-. Lo mismo vale para Tom Hanks -con quien Spielberg ha firmado sus dos últimas mejores producciones: ‘Atrápame si puedes’ y ‘La terminal’-, sin desmerecer su trabajo titánico en ‘Capitán Phillips’ y su correctísimo papel, como Walt Disney, en ‘Saving Mr.Banks’: hace tiempo que no participa en una de esas películas icónicas que marcan una carrera. 



Si alguien tenía la duda acerca de si con ‘El puente de los espías’ Hanks ganaría por fin su tercer Óscar –que ya debía tener por ‘Náufrago’, ‘La terminal’ o ‘Capitán Phillips’, cualquiera de ellas-, no va a ser esta la ocasión. A nivel interpretativo ‘El puente de los espías’ nos va a dejar un Tom Hanks algo más profundo y bien cuadrado que en ‘Saving Mr.Banks’, pero sin nada que no hayamos visto antes, ni aporte significativo. Esto no es un defecto del propio Hanks, sino que las propias películas no requerían de una actuación icónica o no daban lugar a ella, porque lo que prima es su historia más que sus actores.



El filme comienza con una de esas escenas que llevan la firma de Spielberg. Un hombre, a todas luces un espía, sale de un vagón de metro mientras varias personas se deciden a seguirlo tratando de no perderlo. Este fragmento del filme nos recordará la gran técnica del director, que es capaz de otorgar presencia y pleno significado a una escena sin diálogos, logrando que pueda hablar por sí misma. El espía, interpretado de forma certera por Mark Rylance, es capturado por el FBI y llevado a juicio. Tenemos ante nosotros una historia basada en hechos reales. 



El abogado que llevará a cabo la defensa será Tom Hanks, que, por su convicción y creencia en que todos merecen un juicio justo, así como ser tratados como iguales, pasará de héroe a villano para el pueblo estadounidense. A lo largo del juicio, que es el engañoso primer arco argumental, el abogado sufrirá la peor cara de un país que afirma ser capitán del mundo libre: el fanatismo.



 En este filme, el contradictorio dicho “América para los americanos” se aplica de pleno, con toda la ironía –y tristeza- que eso conlleva. Además, si sumamos a esto que, en aquella época, el término “comunista” era la insignia del terror y el racismo/clasismo, comprenderemos el alcance de querer defender a un soviético con cargos de espionaje ante una Corte que desea su cabeza en una pica abiertamente y sin tapujos.



 Por suerte, al igual que no es extraño en ciertos sectores de la sociedad americana el deseo de sangre, tampoco lo son las excepciones a la regla y el pensamiento crítico. Lo que el abogado y el filme plantean en esta primera parte es que, sea o no enemigo del estado, cualquiera merece un juicio justo con pruebas que demuestren la acusación -y la causa probable-, y no una ley con baremo flexible, en función de la bandera que hondee el acusado –o el color que porte en la piel, asunto ya más conocido en EEUU, tristemente, aún hoy en día-.



 Sin embargo, gracias a Spielberg y a muchas más personas que lo han demostrado, aún hay bases para creer que no todo puede estar perdido. Pero eso, al igual que con el filme, no es más que el principio.



‘El puente de los espías’ tiene el síndrome ‘Interstellar’ pero mucho más suave. Acabado el primer, y más breve de lo aparente, arco argumental, el filme de Tom Spielberg sufre una ruptura consigo mismo al plantear irregularmente el verdadero y tardío núcleo de la trama. Por mucho que hayan participado en el guión los hermanos Cohen, esta ruptura se atisba insalvable.



 Pasamos así de una película novelesca y con grandes diálogos de abogacía al verdadero filme sobre la guerra fría, donde, al principio, el personaje de Hanks se antoja fuera de lugar o mal ubicado. Este factor es parte de la gracia de la historia; así sentiremos nosotros mismos la sensación de peligro del abogado al verse inmerso en el Berlín de la época del muro, negociando con EEUU, la Unión Soviética y Alemania por el intercambio de prisioneros que dará nombre al filme.




‘El puente de los espías’ no es una nueva obra maestra de Spielberg y tampoco es una brillante interpretación de Hanks, pero sí es una gran película de ambos que flojea al presentar las tramas de los propios prisioneros, olvidándose casi de ellos como si no le importaran. Si el objetivo era centrarse en el clima social que la propia historia causaba, se podían haber tratado las historias menores como tales, no a medias. 



Si podemos olvidar ese detalle y dejarnos llevar por el magnetismo de Tom Hanks y por buen ritmo de la película, tendremos ante nosotros un buen soplo de aire fresco si somos fans de estos dos hombres.



 Si, por el contrario, sólo nos interesa el filme, estamos ante una buena película que aún en su marco de guerra fría y abogacía puede resultar perfectamente atractiva para cualquier tipo de espectador que, sin hacer demasiadas preguntas, quiera disfrutar de una cinta escrita correctamente y dirigida con mano diestra, capaz de transportarnos de lleno a la tensión pura de la guerra fría y su repercusión social.

Nota: 7,8

Jorge Tomillo Soto-Jove

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