-El crudo renacer de Clive Owen-
En
una época en la que todo atisbo de originalidad parece haber abandonado el cine
–también pudiera ser culpa de un público complacido por tener lo mismo de
siempre en pantalla, como podría confirmar el renovado pelotazo de “ocho
apellidos”-, la televisión vive ahora una nueva edad de oro.
Los motivos están
claros: es un sector donde las producciones poderosas son toda una novedad, las
temporadas anuales permiten contar mejor las historias y, en cuanto a reparto,
es toda una refrescante caja de sorpresas. En esta ocasión, y celebrando el
estreno inminente de su segunda temporada, pasaremos a analizar la serie ‘The Knick’.
La
cadena estadounidense Cinemax produjo en
2014 una de esas series que no se pueden dejar pasar -resultado aparte- porque
suelen ser de esas que luego te arrepientes de ver cuando ya las conoce todo el
mundo. Esta historia que hoy nos acontece se ubica a principios del siglo XX en
las instalaciones del Hospital Knickerbocker, en Nueva York. El Knick
(pronunciado “Nik”) será la abreviatura del Hospital que pasaremos a buscar en
Google en futuras ocasiones. Bien haremos, pues existió realmente. En su
interior trataban a pacientes en su mayoría pobres e inmigrantes, rechazando a
menudo a los que fueran de color.
En
el Hospital Knickerbocker encontraremos unas cuantas y muy interesantes
historias principales, sazonadas de unas secundarias en principio algo
prescindibles que irán cobrando fuerza. Una de estas historias es la del Doctor
John Thackery, personaje inspirado en
William Halsted (considerado uno de los pioneros de la cirugía moderna),
a quien da vida, con una gran e inesperada técnica, Clive Owen.
El Dr. Thackery
y el Dr. Halsted compartían algo más que la afición a innovar en el campo
quirúrgico. Como bien veremos de mano y aguja del propio Owen, Thackery y
Halsted compartían su adicción a la cocaína, que por entonces se distribuía en
las farmacias y hospitales e incluso se usaba como anestésico de forma regular.
John Thackery se corona como eminencia del Knick, cuando su compañero y mentor
se suicida tras asistir fallidamente en un parto.
No es que trate de hacer un
spoiler; trato de exponer el comienzo de la serie para advertir al espectador
que no tolere bien la sangre y la visceralidad en pantalla. ‘The Knick’ será lo primero que nos
ofrezca. Esta primera escena servirá de criba para que unos se queden y otros
no, pero, en caso de decidir quedarse –la opción más acertada y sufrida- uno no
debería ya volverse sorprender, pues poco o nada omiten las cámaras de
Soderbergh.
La
serie es un drama de medicina, pero no como los que nos lleva surtiendo la
televisión desde ‘Urgencias’ (‘ER’), ‘House’ o ‘Anatomía de Grey’; series empeñadas en convertir su línea narrativa
en una exageración constante plagada de mejorismo y drama catódico, a las que
no faltan nunca los constantes y delirantes líos de faldas. ‘The Knick’ se aleja con rapidez de ese
esquema y marco para situarse en una línea de estilo que le sienta mucho mejor.
En esta serie tendremos temática médica y quirúrgica y, sí, el placer culpable
de ver un reparto que se esfuerza en dar dramatismo y énfasis a frases y
términos de los que no conocen absolutamente nada. Pero, además de todo el
prospecto esperado, tenemos también la temática del existencialismo dentro de
la fe y dentro de la propia mujer, así como el clasismo más puro. Y, cómo no,
el racismo.
Cuando
Thackery es incorporado a la Junta de Dirección, conocemos de lleno a otro de
los personajes principales de la serie. Cornelia Robertson, representante de su
acaudalado padre en la Junta, es la imagen de la alta sociedad y de las
personas que trataban de pensar más allá de colores o clases. Aunque, al tiempo,
también veremos como trata de definir su propia posición dudando si aceptar o
no los convencionalismos atribuidos a su sexo y clase en una época en la que,
para muchos, la mujer era otra propiedad más.
Ella es la introductora del Dr.
Edwards, un antiguo amigo de la familia, médico de alto prestigio y –lo único
relevante para quienes tratan con él-, un negro. Este joven, aún habiendo
firmado publicaciones junto a médicos de reconocido prestigio, es relegado al
sótano del edificio por un buen tiempo, ya que, aunque sus amistades le han
conseguido un buen puesto en el Knick, dentro del “circo” del doctor Thackery
no hay cabida para alguien como él en un momento como ese.
Su circo tendrá como
sede un quirófano, cuyo escalonado planteamiento nos llevará a golpe de
escalofrío a una época de la ciencia donde lo que no eran castillos en el aire
constituían verdaderas atrocidades.
La
primera mitad de la temporada será una construcción perseverante de la trama,
hasta que, llegados al sexto capítulo, todo salta por los aires. Casi parece
que el capítulo seis sea el final de la temporada y no el diez. Pero una nueva
trama resurge tras el sexto episodio y reubica la serie en una nueva e
interesante dirección. ‘The Knick’,
pese a ser una serie muy bien contada, resulta poco extasiante, pero en un buen
sentido.
No se trata de una serie que fuerce constantemente el elemento
sorpresivo para atraer al espectador, mientras flojea el resto del tiempo (como
pudieran ser los casos de ‘Juego de
Tronos’ o ‘The Walking Dead’, series que, para bien o
para mal, se definen por sí solas). Simplemente se mantiene en una buena línea
de interés y en un planteamiento que supera el correctismo. La trama se
complica paulatinamente y en algunos casos llega a niveles de crueldad álgidos
y de drama casi constante.
Todo esto, sumado a la sublime ambientación/fotografía
y al nivel de actuación que mantiene la serie, es capaz de hacer de ‘The Knick’ una de esas producciones que
hay que ver y disfrutar, ahora que el cine le ha pasado la pelota a la Tv.
NOTA: 8,2
Jorge Tomillo Soto-Jove
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