Deadpool | POPCOKEN


—+18 para adolescentes—


En plena temporada de los Óscar y cuando más de uno ya pensábamos que el cine de superhéroes había tocado techo, llega ‘Deadpool’. Cuando parecía que de lo único que cupiera preocuparse este mes —en el ámbito cinematográfico— era de “que por favor DiCaprio gane ese Óscar”, llega el colmo de lo inesperado. 



Hace un tiempo, salió un pequeño corto de acción pura y dura en el que Deadpool, como personaje, ya con su verdadero aspecto y no como la desgracia de ‘X-Men Orígenes: Lobezno’ (reinicio sobre Lobezno, que necesitó su propio reinicio de lo mala que era), guardaba mayor parecido con Heidi que con el propio Deadpool.



 Dejemos eso a un lado y volvamos al corto; en él se mostraba una tremenda escena de acción en el interior de un coche negro con un Deadpool recreado por ordenador, dando así a sus expresiones un aspecto más parecido al que ofrecen en los cómics, consiguiendo al mismo tiempo una mayor libertad de movimiento en cuanto a los parámetros de combate.



 El corto fue todo un éxito de público: internet se llenaba con las esperanzas de —por fin— poder ver una película sobre un superhéroe que se parezca a su original de papel y tinta, sin adulterar o censurar.



Tras muchos meses de espera y una campaña publicitaria ante la que uno sólo puede quitarse el sombrero, ‘Deadpool’ llegó a las salas de cine. Todos los récords batidos, la multiplicación en ganancias de su presupuesto y la crítica vertiginosamente a su favor; tanto es así que ya se ha anunciado la secuela. Todo esto no es tanto mérito del filme como de la campaña publicitaria anteriormente mencionada. Fox, que no Marvel Studios —que tampoco es lo mismo que Marvel Cómics— sabía lo que tenía entre manos: una película de superhéroes con poco presupuesto, un protagonista en busca de una doble redención y todo un género trillado y manoseado. 



Si algo se le ha dado mal siempre al género superheroico han sido las historias de orígenes. De modo que tenían mucho en contra, pero lo que no pensaban gastar en la película se lo gastaron en meter a Ryan Reynolds en todas las entrevistas posibles, en eventos con jugadores de fútbol y en muchas causas caritativas, todas ellas buenas ideas. 



De esta forma, ‘Deadpool’, manteniendo fiel su esencia y siendo una película abiertamente honesta con el espectador, ha tomado con fuerza el relevo de ‘Star Wars VII: El despertar de la fuerza’ como nuevo fenómeno de masas.



¿Qué diantres es ‘Deadpool’? Probablemente esto sea lo que en el fondo se pregunte mucha gente. ‘Deadpool’ es un “personaje” —no hay otra forma de clasificarlo, ni manera de tildarlo de superhéroe— con muy mala lengua, mucha ironía, toneladas de humor negro y todo eso multiplicado por diez en sangre. Es uno de esos personajes cuyos derechos cinematográficos Marvel vendió hace tiempo. 



Ahora la Fox se ha dado cuenta de que, tomados en serio, sus personajes valen dinero; ha rebuscado en su caja de muñecos rotos y ha sacado oro. Lo que hace que esta película funcione es que conecta directamente con cualquier tipo de espectador que sólo quiera pasar el rato sin necesidad de nada más que sentarse. El personaje es deliberadamente desastroso, pero con un punto muy bien traído de coherencia. Respetando esa construcción, todo lo que se haga con Deadpool de ahora en adelante funcionará en taquilla.



 Su clave principal, además de toda la superviolencia —novedad absoluta entre los superhéroes en el cine—, sin duda el mayor mérito de ‘Deadpool’, es no ir quitando capas a su personaje con miedo a que se viertan malas críticas contra sus litros y litros de sangre derramada sin objetivo alguno; todo eso y, además, el acierto de no tratar al espectador como si fuera imbécil. 



Probablemente, lo que hace de este gran bocazas vestido de rojo algo tan especial, es que no está lleno de la condescendencia encubierta tan propia de sus compañeros de clase. El cine de superhéroes vive sumido en los límites de su propia mitología y no han sabido dar el golpe en la mesa. Ha tenido que ser alguien de fuera —alguien que compró los derechos— quien tuviera que dar ese figurado puñetazo en el seno del convencionalismo del tópico con capa.



 Lo peor del asunto es que esta película, además de impartir un par de lecciones al mundo del superpoder, también se las va a dar, de una forma increíblemente irónica, a las grandes productoras. Lo triste es que sea una de las manzanas podridas la que se lleve la gloria de dar lecciones al resto del saco, pero, al menos, junto con Ryan Reynolds, prueban que la redención es posible.



 Con esto, las productoras que no se atreven a arriesgar con el cine de acción, las películas violentas o los desnudos y las palabras malsonantes, verán reflejado su error y posiblemente lo volverán a cometer disfrazado de revolución.



Deadpool’ demuestra que, mientras mantengas una coherencia, tanto estética, como logística, como narrativa, puedes hacer funcionar incluso una película sobre entrepiernas, asesinatos, tacos y muchísima acidez para todos —también para sí mismos—. El problema de ‘Deadpool’, su único problema, es que, al margen de esa palabra (deadpool), con independencia de su protagonista, estamos ante un filme carente de interés —pasada la alargada escena del puente—.



 Con redención o no, cada vez que Ryan Reynolds sale sin máscara, la ilusión se va derrumbando más y más. Sus grandes esfuerzos son bienvenidos y muy valorados, pero que no se deje traicionar tan deliberadamente por el guionista. Para la próxima, con presupuesto de verdad, cameos y un mejor guión, ‘Deadpool’ estará cerca de ser lo que pretenden que sea, la película más fiel de superhéroes.




Postdata: Querido lector, si acude al cine, no se alarme si el desagradable y malhablado protagonista termina conversando con usted directamente. Gracias.



Nota: 6,7

Jorge Tomillo Soto-Jove

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