—Odisea DiCaprio—
Estamos
a unas semanas de la entrega de premios más famosa del cine y, si hay un nombre
que lleva tiempo sonando para ganar la estatuilla dorada, es el de Leonardo
DiCaprio. Con unas interpretaciones que casi parecen una partida de póker donde
no se deja de apostar más y más alto, DiCaprio se ha visto embarcado
—forzosamente— en la misión de ser el nuevo Paul Newman. Nominado un total de
nueve veces, ni su físico, ni talento, ni popularidad parecieron acompañarlo
nunca (Newman).
Desde
esta humilde sección y desde Popcoken, ya me he asegurado —en mi porra anual,que se puede ver online— de apostar por el actor de mirada felina y crecientes
carrillos. No es solo que su papel sea claramente merecedor del dorado premio,
sino que la duda razonable es poco probable: sus demás competidores están lejos
de una victoria posible.
‘El renacido’ es un filme de Alejandro
González Iñárritu que, tras ‘Birdman’,
vuelve a coronarse como favorito para ganar la estatuilla de la academia a
todos los niveles. Pero, al igual que ocurrió con la película que relanzó a
Michael Keaton, en esta nueva multinominada hay que rendirle el mismo reconocimiento
—si no más— a Emmanuel Lubezki, director de fotografía del filme y responsable
del mérito mayor del filme por encima de la titánica interpretación de
DiCaprio: su estética.
‘El renacido’
nos plantea un relato basado en una vieja historia americana novelada, que
recoge —supuestos— hechos reales. Esta etiqueta, ya algo manida, parece
presentarse únicamente con el fin de aportar una veracidad extra a todo el
entramado que Iñárritu ha construido. Aunque también habrá quien piense que este
marco de supuesta veracidad viene encajado a la fuerza para respaldar unos
evidentes tropiezos de guión.
La
historia nos transporta directamente a una expedición guiada por Hugh Glass en
mitad del más helado Estados Unidos (curiosamente, la blancura invernal se ha
vuelto un lugar común en los filmes estrenados entre finales de 2015 y
principios de 2016). Por supuesto, el líder de la exploración con un hijo
adoptivo nativo americano no podía ser otro que Leonardo DiCaprio.
Si vas a sustentar
tu filme en un personaje de leyenda que tiene que renacer de sus cenizas
debatiéndose entre un sufrimiento totalmente ajeno a la realidad y una vivencia
demencial, inserta ahí al actor más popularmente sufrido y con más talento del
momento. Nuevamente uno tiende a pensar que toda esta estructura planeada y
ejecutada con maestría, para así estar en boca de todos, no es más que una
maniobra para tapar los huecos del común y regular guión.
A los
veinte minutos de película, Hugh Glass es atacado brutalmente por un oso (los
bromistas disfrutarán sabiendo que sí hubo un actor bajo ese oso) que termina,
no violando a DiCaprio —como apuntaban extraños rumores—, pero sí haciéndolo
pedazos en la que puede que sea una de las escenas más difíciles de digerir y
soportar –visualmente- de los últimos años. La escena del oso es como la propia
película, con un ritmo narrativo propio y sin prisa.
Lo importante para ‘El renacido’ es manejar el desarrollo
de la historia, no la historia en sí. De esta forma, el hecho de que la
película no tenga ninguna precipitación narrativa, bien manejada como está, es
su mayor punto a favor. Establecer un desarrollo y un tempo lentos termina por
aburrir y generar incoherencias si no se sabe manejar. Pero si se es Iñárritu o
Quentin Tarantino, la escena puede ser lo larga que se desee: el resultado será
digno de estudio.
Cuando el oso muere, aparecen los primeros problemas de
guión. Me parece fantástico que una fábula contada de generación en generación
incluya un hombre que sobrevive al brutal ataque de un oso y a varias heridas
mortales en condiciones de congelación evidente, pero las fábulas no deben
presentarse como hechos reales.
Al ir pasando el tiempo y comprender por qué el
filme se llama ‘El renacido’, nos
encontraremos ante dos posibilidades: A, creer lo que se nos cuenta y dejar que
Lubezki y DiCaprio nos embauquen; o B, no creernos nada y sentir un sabor
amargo y pesado en la boca. Lo conveniente sería pensar que, al fin y al cabo,
el cine comercial es un balance más o menos equilibrado entre arte y
entretenimiento, dicho a grandes rasgos.
Pero no será raro ver a más de un aficionado molesto y cargado de razón, porque el guión se podía haber justificado sin necesidad de una escena tan desgarradora en la que el personaje queda brutalmente sentenciado a muerte. La grandilocuencia narrativa ha acabado por hacerlo posible.
Pero no será raro ver a más de un aficionado molesto y cargado de razón, porque el guión se podía haber justificado sin necesidad de una escena tan desgarradora en la que el personaje queda brutalmente sentenciado a muerte. La grandilocuencia narrativa ha acabado por hacerlo posible.
‘El renacido’ es una historia de
superación más que evidente, pero también lo es de venganza. Hugh Glass, sumido
en una bellísima trampa mortal, tratará de alzarse y buscar al hombre que lo
abandonó —y enterró vivo— en la nieve, a quien interpreta con carácter y un
carisma desbordante —que el doblaje trata de aniquilar— Tom Hardy.
El problema llega cuando ya hemos asimilado la evidente belleza de todo lo que vemos y todo el poder del reparto del filme y empezamos a entrever que no hay demasiada historia, ni aún con el mérito de una poderosa narrativa que llega a permitirse una impoluta hora —casi— de metraje sin diálogos.
El problema llega cuando ya hemos asimilado la evidente belleza de todo lo que vemos y todo el poder del reparto del filme y empezamos a entrever que no hay demasiada historia, ni aún con el mérito de una poderosa narrativa que llega a permitirse una impoluta hora —casi— de metraje sin diálogos.
Y, además de haber poca chicha en el
asador, hay momentos de grandilocuencia narrativa que exponen a Hugh Glass a
situaciones que rozan el ridículo, donde cualquier ser humano, por mucha
voluntad y deseos de venganza que tenga, no podría sobrevivir.
Con
problemas y virtudes evidentes, ‘El
renacido’ puede ser la mejor película del año. Es probable que tenga el
mejor director y, desde luego, tiene la mejor fotografía. Pero si algo puede hacer
pasar a ‘El renacido’ a la historia
del séptimo arte —tristemente—, es convertirse en la ‘Esencia de Mujer’ de Leonardo DiCaprio. De no ser así, no queda muy
claro qué le queda ya a Leonardo por demostrar en un año en que ha ganado todos
y cada uno de los premios dentro del circuito comercial. Ahora sólo resta esperar al 28 de febrero.
NOTA: 9,2
Jorge Tomillo Soto-Jove
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