—Batea
fuerte, Akame—
El
fin de semana pasado Leonardo DiCaprio recogiendo su estatuilla dorada —y, más
aún, Ennio Morricone— sentó el punto final a la temporada de cine. Por ello y
por a que a estas alturas todos estamos más que enterados de lo ocurrido en la
gala, considero que es un buen momento para establecer un punto y a parte que
diluya la sobredosis de noticias sobre la gala. Por ello echamos la vista
atrás, hasta 2014 y analizaremos hoy uno de los animes más populares de los
últimos años: ‘Akame ga kill’.
Para
comenzar con esta historia nos subiremos a los hombros de Tatsumi, un chico de
pueblo que sale de su casa rumbo a la capital del imperio con la firme
intención de alistarse en el ejército, ganando así poder y fuerza para poder
rescatar a su gente. En su hogar los lugareños malviven acosados por los
fuertes impuestos establecidos por unos líderes más preocupados por sus propios
ideales que por los de su gente.
En unas pocas líneas hemos establecido ya una
serie de lugares comunes muy conocidos que le servirán al anime para alzar su
historia de una forma que todo el mundo pueda empatizar rápidamente con ella.
En
el cumplimiento de su noble objetivo, Tatsumi se encuentra de golpe y porrazo
con toda la corrupción del imperio cuando vea a sus amigos asesinados. Es en
ese momento cuando se topa con Night Raid, una facción del ejército
revolucionario que tratará de derrocar al sistema mediante un selectivo sistema
de asesinatos organizados. Tatsumi, cambiando radicalmente su punto de vista
decide unirse a Night Raid.
Al
entrar en el ejército revolucionario el propio espectador será consciente de su
posición junto a Tatsumi; no estamos aquí para ser los heroicos protagonistas
de otro anime más, simplemente estamos en esta historia para observar como la
verdadera protagonista —Akame— desarrolla su propia aventura dentro de Night
Raid.
Akame en japonés significa “ojo rojo”, como los que posee la verdadera
protagonista, pero el origen de esta denominación así como de la del propio
anime (Akame ga kill = Akame mata) viene, como el propio japonés, del chino.
Existe una denominación en chino que describe a una persona, que de tanto
matar, llega a un extremo en el combate por el cual sus ojos se vuelven rojos.
Directa e indirectamente, lo que ‘Akame
ga kill’ nos trata de comunicar es su filosofía extremista, mediante la
cual, la única forma de arrebatar el poder a un imperio corrupto es mediante
una matanza continuada.
Esta
serie de veinticuatro capítulos cae dentro del género shōnen; su estructura
narrativa deja un hueco pequeño para contar la trama y el resto para
desarrollarla mediante un sistema de combates muy visuales. Esto es lo que hace
que no pase a ser seinen —genero para hombres jóvenes y adultos—, pero su
mensaje radical y su violencia continuada, sembrará la duda repetidamente.
La
historia de Akame, es también la típica trama de equipos de héroes, que al
tiempo que son un equipo, se sumergen en la historia de una forma completamente
individualista, para retomar la coralidad al final del día. Cada miembro de
Night Raid, como se podía esperar de cualquier serie enfocada a un público
juvenil, recalca las muy diferentes habilidades de cada personaje que presenta,
continuando así con la transmisión de la idea de la diferencia individual de
cada individuo.
Así, al tiempo que se hace fácil empatizar con cada miembro del
equipo —y en ocasiones con el de los villanos— también se deja lugar a que el
propio espectador pueda creer que ser diferente y único no resulta una locura
de cara a ser aceptado por un grupo de gente. Lo que comienza común grupo de
contrasoldados, crece con rapidez sobre la idea y el tópico de la amistad.
Esto,
aunque algo tedioso al principio, resulta ser la clave más importante de todo
el planteamiento de ‘Akame ga kill’.
Al tiempo que se acogen a seguir la normativa y estructura de vender su
historia a un público joven y fácil de aleccionar, hacen que sus subtramas
puedan florecer y funcionar tanto a nivel individual como colectivo.
El
problema más importante de ‘Akame ga kill’
es que le resulta demasiado fácil matar a sus propios personajes. De esta
forma, cae en un desarrollo rápido y efectista que acaba por volverse banal.
Por un lado es algo que se agradece, si no se sabe dar continuidad a una
historia concreta, solventar al personaje es una decisión correcta, aunque
pobre.
Para cuando se le empieza a coger cariño al equipo, van cayendo como
moscas, casi a una muerte por episodio. Con ese ritmo puesto en escena, la
serie se vuelve completamente predecible, cada vez que estalla una nueva
batalla uno ya sabe que el final no va a estar falto de sangre y grandes dosis
de drama.
Lo malo es que al saber esto, se comienza a dejar de dar importancia
a lo que ocurra en la trama y se cae en el error que tanto está haciendo perder
a ‘Juego de Tronos’, por el cual se
deja de prestar toda la atención a la historia para esperar a ver quién y cómo
de sangrientamente muere.
‘Akame ga kill’ es un anime que es
consciente de sus propias limitaciones y trata de satisfacer a su público
objetivo masculino con otra suerte de puntos fuertes, que no son tal, como la
sobrecarga sexual.
En cambio, si hubieran dado más salida a su lado político y
al bélico, podrían haber establecido un guión con mucho más interés y menos
taras, que lo acercaría a un verdadero mercado adulto.
Aquí surge para mi la
frase de ‘Señales’, de M. Night
Shyamalan —con Mel Gibson y un sobreactuado Joaquín Phoenix— (“Batea fuerte”),
ya que toda la dinámica que podemos esperar de este anime de gran acabado
visual es ver quién da el siguiente golpe más fuerte, sacrificando lo que haga
falta por el camino.
Nota: 6,8
Jorge Tomillo Soto-Jove
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