Batman Vs Superman: El amanecer de la justicia | POPCOKEN


—Proyecto Vengadores 2.0—


Hace cerca de tres años, en la comic-con se presentaba el proyecto más ambicioso por parte de Warner Bros. Pictures dentro del universo de DC; una sola lectura de un dialogo de Batman y todo el aforo de la con parecía ir a derrumbar el edificio.



 Debido al éxito del proyecto ‘Los vengadores’, que con tanto mimo construyó Marvel, no resultaba nada descabellado que a la Warner se le ocurriera que también querían un trozo de ese pastel. Como si de una guerra fría del entretenimiento se tratase, la lógica americana aplicada unilateralmente dictaminó que no había tiempo que perder con películas individuales y construcción progresiva, Warner quería su proyecto de universo cinematográfico y lo quería para ayer. De esa suerte de decisiones y circunstancias surge ‘Batman Vs Superman: El amanecer de la justicia’.



Unos días antes que Estados Unidos pude acudir al estreno de ‘BVS’ (cuyas siglas reducidas utilizaré para no marear al lector) a todos los niveles: amante del cine, crítico y lector acérrimo de comics; y he de decir, que ninguna de esas facetas se vio satisfecha del todo durante la larga proyección del filme. 



Warner quiere pasar de las películas individuales, justificándose con el hecho de que todos conocemos ya las historias de estos conocidísimos personajes, pero no se privan de volver a insistir en contarnos el manido pasado de Batman, que resulta ser el único y verdadero protagonista de la película. Es con sus orígenes con lo que arranca ‘BVS’ y de ahí se instaura la nueva dinámica nor completo el hilo de la historia.n contarnos el manido pasado de Batman, que resulta ser el ga proyecciámica casi episódica, que desestructurará casi por completo el hilo de la historia.



 Retomaremos directamente al pie del guión de ‘El hombre de acero’. Ben Affleck (que pese a los malos augurios es uno de los puntos más refrescantes del proyecto), el nuevo Bruce Wayne, asistirá al derroche de poder entre un dragonbolesco Superman y Zod. Tras 20 años luchando contra payasos sádicos, mujeres planta y hombres lagarto —entre muchos otros— Bruce Wayne encuentra su lugar en la película bajo el manto de destrucción que deja la justicia de Superman a su paso (que por un lado, bien podría ser una metáfora de cómo EEUU siembra la democracia allá por donde va), impotente, establece que su nueva meta será acabar con esa imprudente amenaza, antes de que el justo decida volverse injusto.



 El planteamiento de “impedir un crimen antes de que ocurra” presentado por Batman —bastante cerca de considerarse fascista— será la mitad del núcleo de este confuso y disperso filme, con evidente exceso de metraje. La otra mitad de ese núcleo vendrá de la mano de Jesse Eisenberg (cuya sobreactuada y amanerada versión del villano, consternará a espectadores y lectores por igual), Lex Luthor en el filme. 



Luthor, ante el desorbitado poder de Superman, decide que acabar con ese nuevo dios, es la única opción para que la realidad se mantenga en sus pilares y no se derrumbe el sistema, de modo que decide crear una amenaza igual de poderosa o superior a este nuevo y descontrolado poder. 



En medio de todo este planteamiento radical, nos toparemos con conversaciones redundantes y escenas excesivas —con o sin referencias a futuras películas— que necesitan de una tijera mágica que las acorte, cosa que no llegó a ocurrir.



Con ‘BVS’ estamos a la que puede que sea la primera película de superhéroes digna del lector de comics, que no de los propios comics. Unos cómics que se salvan únicamente a nivel de guión, si no contamos con el deplorable Contraataque del caballero oscuro, que roza constantemente lo ofensivo, en su continua exposición de incoherentes bajezas.



En determinados momentos, su forma de presuponer conocidas algunas de las historias ocurridas hasta llegar a ‘BVS’ —mediante evidentes guiños— es una forma de recompensar al lector de cómics, el problema llega más adelante, cuando se enredan los personajes en sus propias —y fuera de lugar— tonterías. Es como si los personajes que Zack Snyder saca de las páginas y viñetas de Frank Miller, se debatieran interna y constantemente en cuando puedan hacer la siguiente estupidez.



 El guión está ahí, y es firme, con una buena historia que contar, pero Zack Snyder es un penoso narrador de historias, ya que su talento y principal mérito es aportar una tremenda visualidad a las historias que cuenta. Sin embargo, Snyder es incapaz de aportar ritmo como director a un filme que, dentro de su espectacularidad y tremenda puesta en escena, resulta sumamente tedioso y pesado.



Mediante los sueños de Bruce Wayne (o según algunos, guiños a un posible multiverso, que uno considera poco probable) se mandan complejos mensajes y referencias a futuras tramas, que el espectador medio aborrecerá y que, sinceramente, no aportan nada útil a la película, solamente dispersan la atención del espectador sobre el duelo entre hombre y dios.



Un duelo en el que se verán metidas con calzador unas injustificadas heroínas femeninas



Por su parte Lois Lane, nuevamente Amy Adams en el papel, parece ser la única con algo de sentido común hasta que lo deja de lado en pro de un final obvio y sumamente estúpido, si no contamos con sus innumerables referencias al mundo del cómic. Y por último, que no por ello menos importante, la modelo anorexica enfundada en una armadura a la que llaman Wonder Woman. 



El que ha sido un icono del poder de una mujer que no tiene que seguir los canones de medidas estéticas de la tendencia de turno, se ha visto reconvertido justamente en eso, en una talla bonita que, además de proporcionar una heroína para los posters promocionales y cumplir con un porcentaje de igualdad absurdo, hace que nuestro personaje, quede también muy bien en bonitos vestidos para evidentorras escenas de calle.



 Todo el peso argumental cae en hombros masculinos, unos hombros faltos de talento interpretativo donde Ben Affleck es capaz de brillar muy por encima de la morralla de Jesse Eisenberg y el desproporcionado y aséptico Henry Cavill, quien sigue creyendo que sobreactuar al final de un filme sigue siendo aportar un momento cumbre como actor a su personaje.



Además de todo lo señalado con anterioridad, otro defecto de ‘BVS’ es que, al presentar sus escenas de forma episódica, desestructura todo el entramado narrativo y salta de ser un largo prólogo a ser un largo desenlace, sin miramientos ni planteamiento de principio, nudo y desenlace.



 Por esto señalaba que Snyder no es un buen director, aunque sí que sería un director de fotografía fantástico, pero su forma de presentar y representar la historia que tiene que contar es errática y plomiza, convirtiendo así a ‘BVS’ en un producto confuso y alejado del entretenimiento que ansiaba conseguir.




Con lo malo dicho, si tenemos en cuenta el trabajo acelerado y bajo presión realizado en estos últimos años, para igualar lo que Marvel ha hecho desde 2009, hay que reconocerle a Zack Snyder que sí que ha estado a la altura del proyecto —llegando a luchar de igual a igual algún que otro round—, aún cuando el proyecto no lo ha estado. 



La liga de la justicia está de camino y ya ‘BVS’ presenta una historia mucho más coherente y madura que la de ‘Los vengadores’ cuyo infantilismo voluntario, destinado a vender juguetes, hace que algunos de los espectadores más creciditos se marchen de la sala de cine con un amargo sabor a indiferencia en la boca. 



Eso es algo que ‘BVS’ no hace, no va a dejar idiferente a nadie, o la odias o te encanta, o te vas del cine muy confuso y sintiendo que este no es tu lugar, pero, desde luego, indiferencia no es lo que hay aquí.


Nota: 5,8

Jorge Tomillo Soto-Jove

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