—Nunca mejor dicho, Malditos Vecinos—
Aunque
su estreno fuese en nuestras salas hace ya casi un mes, me dispongo a analizar
este filme por lo bien que representa al cine de verano. Ese cine que todos
conocemos y que es, más que nunca, un escape de la rutina. De una realidad
tórrida y de carreteras donde se podría hacer un huevo frito. Es bajo un clima
como este —salvo si uno vive en el norte, donde parecemos tener otras reglas—
donde triunfa más que nunca el cine palomitero, de acción y las comedias.
—Si, es verdad, también salía Selena Gómez—
En
2014 pudimos ver una de esas películas que se alzan contra todas las
expectativas y los precedentes. ‘Malditos
Vecinos’ partía de una premisa muy sencilla, recrearse en el mundo de las
fiestas cutres americanas, sumándole al coctel todos los lugares comunes de la
época y situando el punto de vista desde el exterior.
Aquí, Seth Rogen y Rose
Byrne cargan con la responsabilidad de ser los padres responsables de una
película en la que todo el mundo está de fiesta. Estos padres responsables se
vieron las caras contra el dúo dinámico formado por Zac Effron y Dave Franco.
Lo curioso de la película, es que sin llegar a ser un filme inteligente, sabe
alzarse sobre todo el topicazo y arquetipo en torno a las fiestas
universitarias del cine Estadounidense y encaja con muy buena mano una serie de
momentos cómicos muy bien hilados.
De forma escalada se va volviendo una
apuesta por ver quién puede más dentro de una serie de proposiciones totalmente
descabelladas, pero lo que hizo que todo ello funcionase fue el duelo entre Zac
Effron y Seth Rogen (con mucho respaldo de Rose Byrne).
Elogiarla
por ejecutar con efectividad una maniobra complicada, no significa que estemos
hablando de una buena película, ni siquiera de una correcta, más bien de un
placer culpable. Y forzar la maquinaría tan pronto es otra maniobra arriesgada.
Para esta segunda parte nos ponemos nuevamente en el papel de “los padres
responsables”, que esta vez tratan de vender su casa para trasladarse a una más
grande donde poder dar rienda suelta a su familia. El inconveniente es que tendrán
que conservarla intacta y sin problemas durante treinta días, para que los
nuevos compradores puedan cerciorarse de que no se encuentran ante una estafa.
Es aquí donde la particular dinámica destructora de estos filmes entra en
acción.
Al otro lado de la ciudad tenemos a Chloë Moretz, joven universitaria
cansada de que le digan lo que tiene que hacer y consumidora habitual de
marihuana con un gran concepto de sí misma. El personaje de Chloë va dando
tumbos de aquí para allá hasta darse cuenta de que lo mejor sería que formase
su propia sororidad junto a sus amigas.
Casualmente en otra otra parte de la
ciudad Zac Effron es expulsado de casa de Dave Franco, que al irse a casar con
su novio necesita más espacio. De esta forma Zac Effron acaba enrolado en el
barco de la sororidad independiente profiestas y marihuana de Chloë Moretz,
pagando casi toda la fianza e instalado frente a sus viejos vecinos que ven
como todo esto les vuelve a explotar en la cara.
A
estas alturas de película ya se empieza a ver la pata que cojea de esta mesa
mal diseñada: Chloë Moretz. La —lolita favorita de internet— joven actriz de ‘Kick Ass’ y tantas otras películas que
nadie ha visto, está posicionada para ser la líder, no ya sólo de su sororidad
y particular grupo de amigas —mal— copiadas de otras películas, si no de todo
el filme, tomando el relevo natural de Seth Rogen y Zac Effron. Ellos se
distanciarían del núcleo del filme en pro de ceder a la reivindicación del
poder femenino dentro de la película. No llega a suceder.
Lo malo es que este relevo no llega a verse
por varias razones: Chloë Moretz tiene serios problemas para manejar un papel
de comedia dentro del cual no se siente cómoda. La vimos —a sus anchas— en ‘Kick Ass’ de niña y no tan niña, y
soltar tacos, pegar balazos y regalar orgias visuales de sangre, resultaban
mucho más cómodo y fácil de ajustar a sus neonatos ideales.
Pero ahora,
interpretar a una adolescente a la que no se le pone nada por delante con tal
de conseguir maría y fiestas sin fin —aún con un final con reconversión, todo
lo anterior no se salva— debe resultar mucho menos coherente y cómodo para
interpretar, o eso o la otra lectura del filme: su talento interpretativo aún
es muy limitado y no da visos de despuntar.
Lo irónico es ver ‘Malditos Vecinos 2’ después del nada
moderno —y nada feminista—comentario que tuvo hacia la archiconocida Kim Kardashian, pero eso es
otro tema.
‘Malditos Vecinos 2’ y Chloë Moretz no
es una relación que funcione, se ve que la estructura estaba destinada para que
esa pieza del puzzle hiciera funcionar el resto, pero no. Fallando esto se ve
todo el entramado y el efecto es el mismo que el de descubrir el secreto de un
truco de magia. La decepción se va haciendo con cada recoveco de la historia y
las la ilusión no aflora.
Otro problema es que esta vez todo el tema tendencias
y lenguaje adolescente no está bien captado, llegando a resultar un poco
casposo y desfasado. Lo que fuera un punto fuerte en la anterior película es
ahora un motivo de desagrado.
‘Malditos
Vecinos 2’ es una película oportunista que se apropia sin esconderse del
lado más banal e insustancial del feminismo, la homosexualidad —Dave Franco es
convenientemente gay de la nada— y las guerras de los roles de género.
Todos y
cada uno de estos temas de actualidad mal planteados y con una ejecución
pésima, evidenciando que sólo se pusieron allí para intentar contentar a
sectores pujantes entre los espectadores que, probablemente, nunca llegarán a
ver una peli como esta.
‘Malditos Vecinos 2’ es esa película de
la que Seth Rogen y Zac Effron no lograron recoger los pedazos y Chloë Moretz
—por muy fan confeso que uno sea— ha alcanzado unos evidentes límites que bien
podrían servir para replantearse la dirección de su carrera.
Todo estaba
planeado para que ella se luciese, era un ejercicio fácil y evidente y no ha
funcionado, ese es el auténtico fallo del conjunto.
Nota: 4,4
Jorge Tomillo Soto-Jove
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