—La definición de reality—
Con
el cine a unos niveles desastrosos este año, echar la vista hacia el medio más
pujante del siglo se está convirtiendo en algo recurrente. Para esta ocasión
lancé una votación por twitter, preguntando qué querían mis seguidores que
criticase. Como opción A, ‘House Of
Cards’ y como B, ‘Las Kardashian’.
Con un all-in limpio, ganaron las
Kardashian, la familia más famosa del mundo.
Desde
que salió allá por octubre de 2007, ‘Keeping
Up with the Kardashians’ — ‘Las Kardashian’ en España— se han emitido, hasta
la fecha, más de 140 capítulos de cuarenta minutos de duración. Pero el boom no
vino con el reality. Mucha gente no conoce a Kloé, a Rob o a Kendall, pero casi
todo el mundo ha oído hablar de Kim Kardashian alguna vez o ha visto alguna de
sus fotos. Es ahí, bajo este icono, cuando esta familia —este clan— creció como
la espuma.
Kim Kardashian ganó el juicio sobre la filtración de su vídeo
pornográfico casero —polémicas al margen— embolsándose varios millones de
dólares, pero a partir de ahí ha sido todo un no parar, pasando de polémicas
fiestas con Paris Hilton a ser ella misma la definición de la polémica. Puedes
odiarlas, puedes amarlas o puedes decidir que tú no vas a ser uno más dentro
del circo que hace que esta familia se hinche los bolsillos de verde, pero no
se puede negar que están ahí, y que son una parte de la que la sociedad actual
no desearía desprenderse.
En ‘Las Kardashian’ nos meteremos en el seno
de una familia con mucho dinero en el corazón de EEUU, veremos una exposición
de su privacidad muy elevada a la que habría que plantearse si uno estaría
dispuesto.
Seremos testigos de cómo desfilan ante nosotros todas las caras del
dólar: fiestas impresionantes, fiestas decadentes, pasarelas de Victoria’s
Secret, coches de lujo, viajes de ensueño y siempre un elemento acompañando:
multitud de gente persiguiendo a cada miembro de esta familia por encima de
cualquier estrella del rock.
La polémica constante en sus vidas es una de las
razones de peso de este reality y de toda la familia Kardashian, así como toda
la empresa que este apellido constituye. Pero también es que cualquiera, en
algún momento de su vida, ha cotilleado a su vecino: qué llevaba puesto, con
quién andaban sus hijas.
Por eso, si una familia tremendamente rica te ofrece
horas y horas de su estilo de vida indiscriminadamente, en algún momento vas a
acabar mirando. Sí, es una frase figurativa, pero se entiende el ejemplo.
Kim
Kardashian es el estandarte y bandera que define la popularidad del clan, pero
una vez te pones a verlo y te metes en materia ves que hay mucho más y que Kim
está lejos de tener el protagonismo y esta gente también trabaja.
Es verdad que
dan mucha prioridad a su imagen y a ser cada miembro de la familia un icono en
sí mismo, pero no son ese oscuro enemigo al que odiar, como a muchos les gusta
hacer ver. Si ves el programa —y sin verlo— te das cuenta de que las Kardashian
son la familia real de Estados Unidos, le pese a quien le pese.
Pueden decir
que las odian, pueden hacer referencias peyorativas a ellas hasta en ‘House of
Cards’, pero luego no pasan una por alto. Cada nuevo movimiento que hace
cualquiera de los miembros de la familia va a pasar de TMZ a todas las portadas
de cotilleo y de moda en cuestión de minutos.
¿Por qué? Por que ya sea para
reírnos, despreciarlos o adorarlos, cualquiera va a ver una foto de un posado
de Kim Kardashian desnuda en algún momento en su Facebook, o veremos cómo
estrellas de cine como Chloë Moretz pierden —contra pronóstico— un debate mano
a mano sobre feminismo con Kim Kardashian, a quien tanto se han esforzado en
categorizar como una especie de prostituta retrasada.
EEUU tiene ese doble
rasero para todo. Demonizar a las Kardashian de cara a la galería es como
hablar del tiempo en el ascensor: todo el mundo va a saber de qué hablas y muy
posiblemente opinen igual, generando así una situación espontánea de comodidad.
Pero tampoco estaría de más dejar de ser tan crítico con esta familia, tan
intransigentes e intolerantes; no son las personas más inteligentes del mundo,
ni las más brillantes, pero tienen esa presencia, tanto estética, como
dramática, como social. Claro que su reality no es un producto de calidad, está
muy lejos de las series de Tv y ya a varias galaxias del cine, sin embargo en
la parilla americana no hay quien les tosa.
En ‘Las Kardashian’ vamos a encontrar todo
lo que oímos decir de ellas, pero por dos razones: porque nunca han ocultado
sus taras y porque nosotros vamos a traer el prejuicio incorporado. La duda es
si aceptarlo o no, si seguir categorizándolas como “escoria de la sociedad” o
ser algo menos hipócritas, más objetivos, y admitir que puedes pasar un rato
agradable viendo este programa.
Porque, por eso mismo han triunfado —aunque
tengan bastante buen gusto para lo ricos y americanos que son—, al acabar la
jornada, después de un día duro, lo último que le apetece a casi cualquiera es
buscar un producto sofisticado, elaborado o intelectual en la Tv. Ahí es donde
entran ‘Las Kardashian’.
En
definitiva, con esta crítica prefiero pertenecer a la minoría que no las odia
por vender su vida por televisión antes que unirme a todas las voces que
condenan todos y cada uno de sus actos, simplemente porque les molesta que
gente así haya llegado a tal nivel de éxito económico.
¿No te gustan los
realitys? No pierdas el tiempo con este ejemplo alto y claro de telebasura. Pero,
si no tienes prejuicios, verás que es muy consciente de su propia naturaleza y
que no trata de esconder nada.
‘Las
Kardashian’ sólo es la vida de una gente muy rica y guapa que vive muy bien
y que no le molesta aparentarlo, pero que tampoco va lanzando billetes de 500 a
la cámara. ‘Las Kardashian’ es la
definición de un reality show a la americana.
Nota: 5,6
Jorge Tomillo Soto-Jove
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