—El día que Marvel (casi) se olvidó de ser Marvel.—
Como
muchos lectores sabrán a estas alturas —y los espectadores, casi a punto de
ganarse el cielo—, 2016 no está siendo un año en que el cine esté ofreciendo
buenas películas, sino todo lo contrario. Por ello, lo que uno menos esperaba
era irse a topar con una vuelta de tuerca, una grata sorpresa, dentro del cine
de superhéroes.
Marvel ha encontrado su nicho de negocio, eso está claro, pero
estaba manteniendo un perfil conformista y simplón, por lo que, sí,
tristemente, de lo mejor de este año era ‘Capitán
América: Civil War’. Una peli muy dinámica y trepidante que resulta
tremendamente fácil de olvidar y a la que veremos qué tal trata el tiempo. Y
entonces llega Benedict Cumberbacht con su Doctor Extraño.
Stephen
Strange, que se llama así muy tranquilamente antes de ser un superhéroe -todo
normal- es un hombre al que le gusta creer que se hizo a sí mismo y que casi
flota sobre una nube de superioridad. Strange no reparará en demostrar su creída
superioridad en cualquier momento de su vida como civil. Ser un gran
neurocirujano tentativo de caer en el tópico del mejorismo americano -sin
llegar a ello- ha hecho de Stephen el hombre irracionalmente insoportable que
veremos en pantalla. Hasta que, a falta de unos padres de los que quedar
huérfano, el karma le llegue en dosis industriales.
Strange sufre un aparatoso
accidente de coche, que en el filme es el colmo de la exageración, saltándose
cualquier tipo de lógica con tal de transmitir a cualquier tipo de espectador
lo gordo del asunto.
El buen y arrogante doctor ve cómo la narrativa visual del
filme se ceba con sus manos de una forma totalmente desproporcionada, lo que -seamos
sinceros- se podía haber narrado de una forma mucho más sutil. Este es un
pequeño fallo que será bastante fácil de perdonar. Otro fallo será el asombroso
parecido que tiene el comienzo de esta historia con la primera entrega de Iron
Man, aunque esta sensación dura —para fortuna de todos— bastante poco.
Un
obcecado Strange se pone a seguir las pistas a una leyenda, una promesa difusa
que puede que salve sus manos, para así recuperar su pomposa y prepotente vida
a la cual aún desearía tanto volver. Pero eso va a cambiar cuando conozca al
personaje de Tilda Swinton, allá por Nepal, y junto con ella sus artes
místicas.
Este personaje ha sufrido un cambio de sexo de esos que levantan
asperezas en internet, pero que sea Tilda Swinton quien encarne a La Maestra
hace que, de alguna forma, funcione muy muy bien.
Su particularidad hace de
Tilda Swinton la elección perfecta de casting para encarnar a un personaje tan
misterioso y de aires tan místicos y profundos como la propia mirada de Tilda.
Además del acierto que supone para Marvel tener a una mujer en un lugar de
poder tan claro y coherente sin que parezca una campaña de bienquedismo
evidente.
‘Doctor Strange’ pronto comenzará su
odisea estética; es más, la primera escena ya es un maravilloso bombardeo visual,
y de ahí sólo irá en aumento en cada escena de acción.
A
cargo de las maldades y las villanías estará Mads Mikkelsen interpretando a
Kaecilius. El actor de la injustificadamente malograda ‘Hannibal’, por fin va teniendo un poco más de presencia en el cine.
La suya, al igual que la de Benedict Cumberbacht y Tilda Swinton, es una
presencia muy particular y con una esencia muy palpable en pantalla.
No llegará
a estar cerca de lo que fue interpretando a Hannibal Lecter, pero sí le dará
ese mal rollo y la presencia a un villano decente, cosa que Marvel no posee en
abundancia. Con este trío de reptilianos, nos encontramos con un casting que va
a la perfección a sus personajes y que recrea de una forma muy justa esa
“sensación de peli de comic”.
‘Doctor Strange’ nos llevará por la senda
de las artes místicas sin pretensiones ni enredos, ahorrando al espectador
sobreexplicaciones capaces de matar el ritmo, a favor de un dinamismo con mucho
peso que hace que todo el espectro de rarezas que mezcla este filme funcione. Uno
de los miedos -tanto de Marvel Studios con ‘Doctor
Strange’, como de Marvel TV (con Netflix) con ‘Iron Fist’- era introducir la magia a su universo respetando así
“el tono de realismo”.
Al margen de esto último, el tono mágico no rompe para
nada con la coherencia del conjunto en su totalidad. Es más, puede que sea el
momento de mayor lucidez de Marvel en el cine.
No
trato de engañar a nadie: ‘Doctor
Strange’ no es una película de diez, su guión con moraleja y mucha magia
está lejos de ser complejo y su final sufre tropezones de ritmo y una bajada de
listón considerable. Pero, aún así, toda su tremenda visualidad —nunca pensé que alguien pudiera ganar a 'Origen' en su propio terreno— abarca hasta
rincones impensables y se une a un escenario terrenal con un humor siempre
listo para distender lo que se hace pesado o elevar lo que va perdiendo
categoría.
Marvel
Studios pone al día su cartera de valores con un filme tremendamente inesperado
y acertado, que renueva sus recursos visuales donde algunos de sus efectos especiales
ya parecían algo estancados.
Esperemos que esta nueva incorporación -de
innegable carisma- renueve también a Los Vengadores, que bien necesitan un
cambio de tercio de cara a su batalla con el titán Thanos. De la misma manera,
vendría bien que nuevos talentos se alzasen como Vengadores, ya que esta
generación de actores no va a ser Vengador toda su vida.
Por todo esto es tan
buena noticia que ‘Doctor Strange’
haya salido más que bien, ya que establecer un precedente positivo en su
universo cinemático era algo que iba más allá de lo necesario.
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