—¿Por qué, Fassbender? ¿Por qué?—
Para
coronar un año de cine lamentable —con ligeras excepciones— qué menos que una
película acorde a tamañas expectativas. Para cumplir con esa exigente tarea se
prestó al reto de cerrar la temporada ‘Assassin’s
Creed’, la película basada en el famoso videojuego de Ubisoft que, por fin,
ha podido convertirse en una realidad. De forma desastrosa, pero una realidad
al menos.
En
2007, y de la mano de la rama canadiense de Ubisoft, llegó Assassin’s Creed,
aunando finalmente el pacto entre cine y videojuego que iniciara diez años
antes la saga Final Fantasy. En dicho juego, con un entramado construido en la
clásica conspiración de empresas secretas que dominan el mundo, acabábamos
sumergidos en las aventuras del antepasado del protagonista mediante una
compleja resurrección de recuerdos grabados en el ADN.
Lo curioso es que, bien
porque estaba enmarcada en el videojuego o bien porque aún podía sorprender a
alguien con sus cartas, la trama de esta primera entrega resultaba coherente y
disfrutable. No llegaba a niveles de grandeza o culto, pero sí que dejaba un
buen sabor de boca dentro de su funcionalidad tan evidente.
En
2016, tras llegarse a considerar un mito y ser rescatada porque a Michael
Fassbender se le puso en la punta de la nariz pagar las facturas —una buena
parte—, ‘Assassin’s Creed’ ve la luz
y se estrena en las salas de cine de todo el mundo convirtiéndose en uno de los
peores resultados de taquilla del año.
El guión, que posiblemente sea la mayor
tara del filme, nos trasladará en esta ocasión a la España de 1492 y pondrá a
jugar sobre el tablero a musulmanes, inquisidores, chamanes y casi todo lo que
se les pudiera ocurrir para exagerar esta combinación tan mal representada.
Además, como dato personal, tuve la suerte de poder disfrutar del filme junto a
varias estudiantes de historia, así que la sesión fue una maravilla.
‘Assassin’s Creed’ está fatalmente
escrita y hace ver al videojuego como una obra de alto standing, ya, pero ¿por
qué? De entrada, nos presentará malamente al personaje que interpreta Michael
Fassbender. Tanto en la actualidad como en el pasado, donde será Aguilar,
veremos a un Fassbender perdido y dando bandazos sin rumbo, con una de las
sobreactuaciones más evidentes, comparable al despropósito de Al Pacino en ‘El Mercader de Venecia’.
Curiosamente,
ver a Fassbender dar palos de ciego será lo menos importante de la película,
pues aunque sea el protagonista total y el centro de todas las miradas, su
personaje no tiene ningún tipo de construcción ni desarrollo fuera de meras
acotaciones de fin y origen, que de algo tenía que ir su historia. Pero este sandwich
está vacío, no hay nada en medio. Sí, veremos lo guay y espectacular que es
Fassbender —tanto sin camiseta como con ella, o tatuado entero y haciendo
parkour (¡parkour!)— pero no veremos mucho más, ni sabremos casi nada de él.
Su
pasado por encima, un par de datos sobre sus padres y ya está, esa es la idea
que tiene ‘Assassin’s Creed’ sobre
cómo construir a un protagonista, aunque para mí no llega ni a un secundario,
pero, extrañamente, el personaje de Marion Cotillard está mucho más definido y
tiene algo de desarrollo. Mérito que se cargan tópicamente al final, aunque
tampoco esperábamos mucho más.
‘Assassin’s Creed’ no funciona, ni siquiera
como el entretenimiento más elemental. Al margen de sus errores históricos y sus
personajes indefinidos, es principalmente una película de acción. Algo con lo
que el videojuego jugaba a su favor y la película no, es que, en 2007, el
parkour aún era un gran hit, pero no hoy. En la actualidad, ver las florituras
de los Hassassins resulta casi cómico.
Las coreografías -una vez que el
espectador se acostumbra a esta visualidad tan esperpéntica- comienzan a
valorarse y están bastante bien, pero llega la postproducción, de la mano de la
terrible dirección, y encaja con calzador las dos líneas de tiempo en las
mismas secuencias de acción. Por lo tanto, cuando las peleas comiencen a coger
ritmo, veremos planos cortos y rápidos, intercalados, del Fassbender de la
actualidad. Para una vez que algo les estaba saliendo bien, la propia narrativa
inútil del filme vuelve a cargarse todo cuanto pudiera resultar aceptable.
Para
que la gente que no juega a videojuegos lo entienda, es como cuando adaptan un
buen libro, no uno grandioso pero sí uno bueno; digamos, uno de los grandes
éxitos de Stephen King, y la película es mucho peor, hasta niveles ridículos y
molestos. El tratamiento de todo cuanto hizo brillar a la obra original se ve
disperso entre barro y lugares comunes inservibles.
Porque aquí, donde casi
todo está mal, tampoco brillan por su calidad los efectos especiales. Casi da
la sensación de que esta película se realizara en el mismo año que su hermana
gemela, ‘Prince of Persia’, o en el
de su prima, ‘Resident Evil’.
Esperemos que ‘Assassin’s Creed’ siga
los pasos de la película de Jake Gyllehaal y no se vuelva tan
—injustificadamente— prolífera como la saga de Milla Jovovich, que, al menos,
ya llega a su final.
‘Assassin’s Creed’ es ante todo una gran
duda: la intriga de por qué haría algo así un actor con la trayectoria de
Michael Fassbender. Un actor alternativo que ha acabado en el cine comercial
por casualidad y que ya puede decir que ha abarcado este sector de mercado en
todo su esplendor.
Ahora, con este capricho cumplido, ya podemos retomar esa
brillante carrera donde la había aparcado. Hacía mucho tiempo que no veía algo
tan cercano a uno de los puntos más bajos del cine que he podido comentar, por
nombre ‘Lucy’.
Nota: 2
Jorge Tomillo Soto-Jove
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