—Un brindis por los soñadores—
Tras
convertirse en la película con más globos de oro de la historia —estaba
nominada a siete y los ha ganado todos— y retrasarse su estreno en EEUU desde
el verano hasta finales de año, ‘La la
land’ finalmente llega a nuestro país. Como no podía ser de otra forma,
gracias a su redundante título en español, está ambientada en Los Ángeles en la
actualidad, concretamente en el seno de Hollywood, de ahí que nuestro
aterrizaje en ‘La la land’ sea en
pleno atasco en la autopista, así, para palpar el sabor de LA desde el
principio.
De esta primera escena he oído hablar mucho, muchos la han descrito
con grandes palabras, pero para mí ha sido una de las pocas decepciones del
filme. A nivel técnico está muy bien, es un plano secuencia musical en una
autopista elevada atestada de coches y, la verdad, grabar eso tiene mucho
mérito, pero argumentalmente no aporta nada.
Simplemente es una escena que suma
a ese ligero regusto que deja ‘La la
land’ de algo de exceso de metraje. En mitad del atasco nos encontraremos a
los protagonistas del filme, a quienes no tiene prisas por presentar.
Los
iremos descubriendo con sencillez y con una poderosísima narrativa visual que
hará la sutil vez de un narrador en off.
Aunque
al primero que veamos en escena sea Gosling, empezaremos esta aventura de la
mano —literalmente, del corte de manga— de Emma Stone, que encarna a uno de los
mayores tópicos americanos: la chica que quería ser actriz pero terminó siendo
camarera mientras aún lo intenta.
Puede que la única diferencia esta vez sea
que esta camarera trabaja en el estudio de la Warner, pero tampoco es que
importe realmente dentro del tópico. Es una de tantas jóvenes que salieron de
sus pueblos perdidos en mitad de ninguna parte para cumplir con su gran sueño
de ser actrices.
Una diferencia de mayor calado es que esta chica da visos de
tener talento, pero eso tampoco va a ayudar. Tras un largo día, aún en la larga
lista de mediocre de Hollywood, una particular melodía llega a los oídos de
Emma Stone, y es aquí cuando revela el otro tópico sobre el que se alza
victoriosa: chica conoce a chico.
Ahora,
tras la primera vuelta de tuerca, nos situamos donde empezamos, en ese gran atasco
con ese genial corte de manga, sólo que esta vez nos subimos al coche con Ryan
Gosling. Ryan interpreta a un chico que sobrevive como puede tocando donde
puede, pero que sueña fervientemente con abrir su propio club de jazz. Este
chico, al igual que Emma Stone, es un soñador.
Es uno de esos románticos que,
como el filme, no resulta cargante ni meloso, ni tiene la necesidad de
adornarse con florituras que justifiquen su existencia o conducta. ‘La la land’ no es, ni por asomo, una
sobredosis de azúcar, ni una cutre historia de novela barata, y al igual que el
filme aflora el personaje de Ryan Gosling, un romántico en toda regla pero sin
la necesidad de demostrarle nada a nadie, salvo, quizás, a sí mismo.
Veremos
rápidamente la vida de Ryan Gosling, que también es un mediocre más en la fila,
hasta que sus caminos se cruzan con los de Emma Stone, aunque le llevará más de
una ocasión el darse cuenta de que esta chica existe.
Una
vez presentada la idea base de la película, nos encontramos con su principal virtud
y tara al mismo tiempo: el joven Damien Chazelle. Puede que no a todos nos
suene su nombre, pero por ‘Whiplash’
ya vamos orientándonos. Chazelle dirigió y escribió el filme por el que J.K.
Simmons se llevó su Óscar y, a sus veintiocho años de edad, también ha
colaborado como escritor en ‘Grand Piano’
y ‘Calle Cloverfield 10’. Después de
‘Whiplash’ es ‘La la land’ su siguiente incursión simultánea en dirección y
guión.
Es lo mejor y peor de ‘La la land’,
porque este chico tiene muy buena mano y gusto para dirigir, pero sus guiones
nunca son lo mejor de la película, y aquí también se nota. En esta historia de
romance sin tonterías de por medio, se entromete mucho un guión que a ratos no
termina de funcionar como debiera.
Como si de un dominó se tratase, la
dirección se ve afectada por lo mismo y, como resultado, tenemos momentos donde
no se sabe muy bien por donde quiere tirar la película o qué nos quiere contar.
Pero, igual que pasó con el reparto de ‘Whiplash’,
tenemos ante nosotros a dos de los actores que mejor trabajan juntos para conseguir
remontar -a base de carisma puro y duro- los bajones que da ‘La la land’.
‘La la land’ es un musical, pero no al
estilo de ‘Los Miserables’. ‘La la land’ no me dejaba sacarme de la
cabeza ‘West Side Story’ por su
similitud de recursos visuales, narrativa y uso del color, sin olvidar esa
teatralidad por medio de la cual también resucita un par de ases. Y además
están Gosling y Stone, que, aparte de ser increíblemente guapos y funcionar muy
bien juntos, hacen un gran trabajo interpretativo cuando la cámara se centra en
ellos únicamente.
Así llega el segundo, y final, giro del filme; un recurso
sutil y muy sofisticado que encauza a ‘La
la land’ hacia un cierre casi perfecto, casi tanto como para levantar las
—pocas— malas vibraciones que deja el filme tras de sí.
Sin Emma Stone y Ryan
Gosling haciéndolo todo tan bien que da un poco de rabia, ‘La la land’ hubiera sido esa película que pasó desapercibida en
verano y no lo que es: la apuesta más segura para la carrera hacia los Óscar.
Gracias a esa forma que tienen de mirarse Emma Stone y Ryan Gosling, da gusto
pagar la entrada y ver un musical al mismo tiempo actual y algo nostálgico a
todos los niveles.
Nota: 8,8
Jorge Tomillo Soto-Jove
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