—Perdiendo el tiempo en Manchester y otra
polémica para los Óscar—
Ya
ha empezado la carrera para los Óscar. Y aunque en nuestro país apenas se haya
estrenado un 10% a estas alturas, desde aquí continuaré analizando a los grandes
contendientes. Después de ‘La la land: La
ciudad de las estrellas’, llega ‘Manchester
frente al mar’.
Antes
de meterme a hablar sobre los temas polémicos, analicemos la película en sí y
lo que en ella podremos encontrar. ‘Manchester
frente al mar’ es esa película con sabor a telefilme americano, en la cual
nos asomaremos a la vida de un hombre seco, turbado y no muy inteligente —al
menos esa lectura he extraído de la interpretación de Cassey Affleck, a duras
penas— que, dentro de su monótona vida, sufrirá un cambio radical a partir del
fallecimiento de su hermano como consecuencia de una enfermedad degenerativa
del corazón. Debido a esta triste circunstancia, nuestro protagonista, Lee, se
acercará a la ciudad que da nombre a este filme para solucionar los asuntos
pendientes de su hermano y cerrar los trámites en torno a su funeral, que no
tendrá lugar hasta pasadas las dos horas y media del filme.
A lo largo de tan
dilatadísimo espacio, ‘Manchester frente
al mar’ nos colocará a la mesa de esta familia, que verá cómo todos deben
aceptar su nueva situación y asumir los cambios que se les han impuesto. Y
hasta ahí llega la película. No, no hay nada más en ella salvo pequeños
flashbacks que construyen el personaje de Lee y, de refilón, aquellos a los que
salpiquen sus historias. ‘Manchester
frente al mar’ no es sólo un telefilme por la manera en que está grabada y
ese tono gris que invita a la siesta. Lo es también por su pobre argumento, que
poco se sale de lo mundano y lo costumbrista.
No
es que este tipo de historias no tengan interés, es que en ‘Manchester frente al mar’ no tenemos más
que lo evidente y tópico de una historia así, como si quisieran llenar con
dejadez los enormes huecos que deja el soso personaje de Lee. Porque si esperan
que los llene Cassey Affleck, mejor que esperen sentados.
Que hayan nominado a
este chico por este papel resulta ofensivo, al tiempo que invita a pensar qué
narices deciden los votantes tras los Óscar y qué es lo que vieron en la plana
y casi sin matices interpretación de un Cassey Affleck que, en el campo de la
actuación, hace un tremendo honor a su apellido.
Suponemos que la academia
necesitaba llenar el hueco con “otro blanco americano más” de modo que, de
entre una larga fila de películas mediocres, escogieron la de un joven talento
—talento aún por aflorar— con el propósito de potenciarlo con la recompensa de
esta nominación, porque si alguien lo considera un candidato serio es que 2016
ha sido mucho peor de lo que uno había podido calcular.
Con
el tema de la nominación al Óscar de Cassey, nos metemos de lleno en la polémica.
Hace unos meses -mucho antes de que la gente amase y odiase a ‘La la land: La ciudad de las estrellas’
a partes iguales- se empezaba a postular una película como temprana favorita a
la carrera por los Óscars. Esa película era ‘El nacimiento de una nación’, una de esas cintas que devoran
premios, si les dejan, claro. Sin embargo, con ‘El nacimiento de una nación’ no hubo ni habrá tal festín de premios
porque, en esta temprana etapa pre Óscars, salió a la luz la historia de que Nate
Parker —director y protagonista— y el amigo con el que escribió el guión de la
peli, habían sido acusados en 1999 de violación.
De todo este tremendo y
escabroso asunto Nate Parker fue absuelto, aunque la aparición de la noticia
sepultó todo en torno a ‘El nacimiento de
una nación’; pero esa no es la polémica. Cassey Affleck, ganador de un Globo
de Oro, un Critic’s Choice Award y el National Board of Review —prestigiosos galardones
que apuntan a él como un claro favorito, por desgracia—, fue denunciado en 2008
por dos mujeres diferentes por acoso sexual. Tras llegar a un acuerdo la
historia cayó en el olvido, pero nadie se hizo eco de ella para hundir ‘Manchester frente al mar’, y aunque
haya alguien que lo haya hecho, tampoco importa demasiado.
Cassey Affleck puede
salir indemne de todo esto no solamente por el hecho de que él sea un chico
blanco y Nate Paker uno negro -para muchos puede ser así-, sino porque lo que
realmente corta esta tarta es el poder. Nate Parker iba a empezar por la puerta
grande y Cassey Affleck pertenece a una de las familias más famosas de EEUU,
con todo el dinero y poder que ello implica. Lo curioso del asunto es que, para
unos, la vida personal sí importe a la hora de vender un producto, de hacer una
película, pero cuando el error lo ha cometido uno de los hijos pródigos de la
industria —y del país— ya no es un asunto tan turbio y no mancha tanto.
Desde
aquí insto a la gente a ver una obra sin condicionarla —demasiado— por los
errores de uno de sus participantes y descubrir por sí mismos que esto no es la
otra cara de la moneda. No se trata de desprestigiar a Affleck, simplemente
invito a todos los lectores a que vayan al cine a ver ‘Manchester frente al mar’ y que se den cuenta ellos solos de lo
aburrida y sin sal que es; pero eso nos devuelve a la academia.
Con la polémica
servida y una película mediocre entre manos, ¿no hubiera sido mejor nominar a
alguien que lavase un poco la imagen de estos premios?, ¿o alguien con
verdadero talento —alejado de amiguismos varios— que lo mereciese? ¿Tan
importante es tener un porcentaje tan elevado de varones blancos —cueste lo que
cueste— postulados al mayor galardón de la industria? Lo triste es que, si uno
pensase mal, estas preguntas se responderían solas con un ligero vistazo a la situación
actual de EEUU, donde ser rico, hombre temeroso de dios, de su casa y blanco,
es la máxima aspiración nacional.
Por mucho y muy alto que protesten —y por
mucho que se hagan los sorprendidos— unos pocos, que han pasado de entronizar a
un tirano con buena imagen a un tirano con mala imagen y aberrante honestidad.
Nota: 5,5
Jorge Tomillo Soto-Jove
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