El cine y la TV, la TV y el cine. (OPINIÓN) | POPCOKEN



Hoy en día se está volviendo un lugar común dentro de nuestra cultura popular citar a Netflix, Movistar+ o HBO (colocadas por orden de importancia en España) como referentes de contenido de calidad que uno pueda ver. Pero hubo una época donde el término 'servicio de streaming' estaba lejos de ser una realidad. Y no fue hace tanto. Vale, fue el siglo pasado, pero de eso hará ahora unos... algo menos de treinta años. Y para mi, que hayamos llegado a esta cómoda situación en la actualidad se debe a que el cine y la TV se han estado tanteando en ese bloque de años.




Uno de los primeros diferenciadores, que podemos tomar para establecer nuestra línea cronológica podría bien ser 'Twin Peaks'. David Lynch, aporta uno de los primeros acercamientos a lo que hoy en día mucha gente llama series-película. No ya tanto por sus desorbitados presupuestos, como por su lenguaje y ritmo narrativo. Ya que si tomásemos como acercamiento al cine todo con un presupuesto elevado, 'The Walking Dead' sería un producto televisivo cercano al cine y no podríamos estar más equivocados. 




Con 'Twin Peaks' tenemos el problema de que, por mucho que tenga de cinematográfica, está enmarcada y diseñada para ser un producto televisivo y no otra cosa, aunque siendo su creador David Lynch, conocer sus verdaderas intenciones siempre será una incógnita. Por ello la serie que yo establecería como primera "serie película" sería 'Los Soprano'. Puede no gustar a todo el mundo, puede que el género de mafiosos no funcione con todos o puede que simplemente su ritmo pausado no convenza.




 Pero 'Los Soprano' no puede negar ese pálpito constante que apunta hacia el cine, puede que su planteamiento sea televisivo, pero su forma y narrativa se ajustan tanto a los cánones del cine que negarlo resulta cuanto menos chocante.




Una vez pasado el efecto 2000, quien recoge esta tendencia es 'The Wire' pero no aporta esa gran brecha que sus antecesores saltaron. Quienes dieron el siguiente paso fueron los actores de 'Lost'. Con esta serie ya llegaban los grandes efectos especiales y los desorbitados presupuestos. Además se volvía muy frecuente el ver temporadas de veinticinco episodios, que hoy en día nos parecería una auténtica barbaridad.




 Cerca del final de esta polémica serie, hubo una gran huelga de guionistas, cuyo calado afecto a todo medio o producto donde hubiera un escritor Estadounidense, desde los anuncios de Barbie hasta la WWE. El movimiento dio como resultado una etapa intermedia entre inicio y final del conflicto en la que todo tipo de guiones mediocres saltaban a producirse, en vez de directos a la basura. 




'Lost' trató de salvar lo que quedaba de la casa en llamas y aún hoy en día hablar de su final despierta asperezas. Lo que esta serie fue realmente es un laboratorio de experimentación, la televisión usó a Perdidos para quemar todos los puentes de ideas locas y ver cómo encajar un verdadero lenguaje cinematográfico en series episódicas.




 Poco después llegan 'Breaking Bad' y 'Mad Men' y las bases se establecen de una vez por todas, así como también se asienta un modelo de negocio más funcional, con temporadas de entre diez y quince capítulos. La fórmula funciona mejor que nunca y parece que, por fin, cine y televisión hablan el mismo idioma. Las tramas autoconclusivas ceden en favor de una única trama por temporada que se distribuya en sus capítulos sin romper su linealidad, dando así al espectador una sensación de coherencia narrativa mucho más estable.




Netflix ya llevaba existiendo desde 1997, pero no es hasta la salida de 'House of Cards' y 'Orange is the new black' en 2013, cuando el boom rompe la baraja para cambiar todas las reglas conocidas hasta ahora. Estas series que lanzan toda su temporada en el propio día de estreno para satisfacer al espectador que gusta de hacer maratones de series, se vuelven un éxito en crítica a nivel mundial y el resto de cadenas también quieren un trozo. 




Algunas se sostienen con sus gigantes como 'Boardwalk Empire' y 'Juego de Tronos' —que también son un ejemplo perfecto de la relación entre cine y tv—pero reconocer la viabilidad del modelo de negocio de Netflix y aceptar que el espectador medio es muy diferente al que veía 'Lost', son hechos innegables que las grandes compañías han tenido que aceptar.




Como capítulo final destacar que, si en algún momento las viejas y grandes compañías pensaron que podían rechazar la creciente demanda del streaming televisivo, llegan los superhéroes. Los personajes de cómic están copando el mercado cinematográfico, pero aún así, se siente como poco, como que se tarda mucho en tener que ver una siguiente entrega de las aventuras de tus personajes favoritos. 




De modo que ahora, mantenemos en la pantalla grande a los nombres pesados, pero experimentamos en la pantalla pequeña con nombres de menor calado y dados a una mayor maleabilidad. Lo importante es hacer productos como la primera temporada de 'Daredevil' o lo mismo pero con 'Jessica Jones' y alejarse en todo lo posible de entretenimiento televisivo genérico como 'Arrow', 'Gotham' o casi todo lo que DC ha llevado, con cero respeto, del cómic a la TV —también alejarse de 'Iron Fist' o 'Luke Cage'—.




En resumidas cuentas, los que vemos series de TV estamos muy contentos de cuan accesible es este "sub género cinematográfico" para el espectador medio, pero hay que tener claro cómo hemos llegado hasta aquí y con quien, para luego poder exigir coherencia y calidad a lo que nos tengan preparado por venir. No es una serie-película un producto que tenga una visualidad concreta, si no, una producción que se retransmite en un formato televisivo pero adoptando las leyes básicas del cine con respeto, como la fotografía, el ritmo, la coherencia narrativa o el uso del color.




 Técnicas que antes poco o nada había querido usar la TV, ya sea por falta de presupuesto o por considerar que en la tele, no hay por que disponer de tantos recursos para hacer funcionar una serie. A día de hoy la TV no deja de sorprender —aunque saque también cantidades ingentes de morralla—, mientras que el cine casi sólo tiene cosas que lamentar. Esperemos que la balanza se vuelva a equilibrar.



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