—They’ve come—
Acabo
de ver el 7x07 de ‘Juego de Tronos’ y
no puedo dejar de pensar en el artículo que escribí hace unas semanas “¿Va a ser la T7 la peor de Juego deTronos?” y mi respuesta a día de hoy es que para mi sí, esta es la peor,
aunque para afirmarlo con total rotundidad debería volver a verme la serie
entera, para lo cual no tengo tiempo, así que fiándome de mi memoria creo que
esta es la peor temporada.
Pero es la peor bajo un criterio de coherencia y
conjunto, un criterio que busca la calidad coral como producto unitario. Lo
cual nos podría llevar a un debate complicado entre Juego de Tronos como
producto enfocado únicamente al entretenimiento o como una aspirante a algo más.
Hasta ahora creía que era una mezcla de ambas.
Una bastante bien hilada y con
momentos tan crudos e intensos que dejé de ver la serie una temporada —un
tiempo hasta que los spoilers me trajeron de vuelta— por hastío y asco,
sentimientos que bien ganados se tenía. Pero no por una valoración negativa, ‘Juego de Tronos’ busca intencionalmente
provocar esos sentimientos, de ahí que la considerase completamente funcional
en su intención y mensaje, hasta este verano.
La
séptima temporada comienza derrochando fanservice en cantidades ingentes. Es
como si, con los libros ya bien atrás en el camino, se hayan dedicado en cuerpo
y alma a recompensar al fan fiel sufridor que ha llegado hasta aquí. Ese fan
que está deshidratado de tanta lágrima perdida, para ellos HBO tiene el
estanque lleno de fanservice. Los tres primeros capítulos son un desastre a
nivel narrativo, donde lo mejor que nos encontramos son las escenas de Sam
recogiendo heces. Literalmente, lo único que tiene algo de calidad resultante
del equilibrio entre narrativa y visualidad, son un puñado de escenas del
personaje más impopular recogiendo todo tipo de mierdas. A su alrededor tenemos
líneas y líneas de diálogo que no van a ninguna parte pero que tienen un inicio
y un fin con lógica e interés.
Los podríamos bien llamar diálogos anzuelo, te
pescan con un punto de partida interesante, te meten relleno de paja de la mala
y te cierran, quitándote el anzuelo con otro punto interesante pero sin avanzar
realmente, hasta que meten turbo y boom. Es tan poco sutil como su banda
sonora, que hace lo contrario que en el 6x10, donde era un —magnífico— elemento
narrativo más. Ahora la música le dicta al espectador la emoción que ha de sentir
como si fuese tan estúpido como para no poder interpretar lo que ve en pantalla
por sí mismo.
Con
casi tres horas perdidas llegamos a uno de los mejores indicadores de lo que
iba a ser esta temporada, el 7x04 y la escena ‘The train loot attack’. La serie ya habla alto y claro, no les
importa nada ni nadie con tal de conseguir la espectacularidad necesaria para
justificar todo tipo de atrocidades argumentales.
Los personajes que antes
tardaban meses en viajar de un punto a otro del mapa ahora viajan en pocos
minutos de metraje. Esto no es ya una elipsis, es forzar la línea narrativa
hasta que la coherencia se parta en dos y, a partir de ahí, forzarla todavía
más con la intención de deslumbrar aún aún más con su puesta en escena y
derroche constante de fanservice. Antes la espectacularidad, la trama y la
música estaban al servicio de la serie como medio para contar una historia,
cuya narración visual atase al espectador.
Eso era antes, tristemente, ahora
sólo le dan espectáculo banal. He visto habitualmente el pobre argumento de
“¿Por qué exigir realismo a una ficción?” Pero no es exigir realismo, es exigir
coherencia. Si me plantean durante seis temporadas un tempo concreto, es
absurdo forzarlo ahora para que la trama, la música y la espectacularidad estén
al servicio del más puro, basto, indiscreto y pobremente elaborado efectismo.
Todo apunta con todas sus fuerzas, saltándose a quien haga falta por el camino,
hacia recrear una visual brutal y de poder inabarcable, pero si el guión está
plagada de agujeros, según pasen los años, y los efectos especiales se vayan
desluciendo, se verán las duras costuras del absurdo guión y las temporadas
anteriores de ‘Juego de Tronos’ se
comerán a esta.
Para
colmo están el episodio 7x06 y el 7x07 —ya que HBO, además de filtrar capítulos
y guiones para generar polémica, decidió que su serie estrella tuviera siete
capítulos menos de lo habitual—. El primero es impresionante a nivel estético y
en cuanto a puesta en escena, pero su guión tiene menos cohesión y coherencia
que un crossover entre los Teletubbies y Freddy Krueger —si este lo escribiera
quién escribió ‘Alien vs Predator’ y
lo dirigiera Zack Snyder—.
Es tan absurdo que da para despedazarlo escena por
escena. Pero entonces llega el 7x07 y hace las cosas bien por primera vez en
toda la temporada. Este capítulo se toma algo de tiempo para construir su
propuesta y, aunque falle en su forma, y algo de fondo, con Meñique y la
forzadísima escena de Jonerys por fin en toda la temporada sientes de verdad
que estás viendo ‘Juego de Tronos’
por mucho muerto viviente que ande suelto. Los personajes hablan por sí mismos,
no como marionetas de los guionistas. La línea visual está impoluta y
agradecida de que hayan tomado algo de oxígeno para cerrar esta desastrosa
temporada.
Ahora cuando llega el terrorífico final golpea con verdadera fuerza
y no es el fanservice quien habla, no es la voz que se oye más al menos, si no
la serie en su conjunto. Puede que este sea el último aliento de esperanza que
se atisbe en ‘Juego de Tronos’ pero
para mi, si la serie se retrasase hasta 2019 porque se han molestado en
escribir un guión a la altura del producto habrá merecido la pena.
Espero no
estar en lo correcto y que esta caída sin frenos no sea el destino de la serie
que más premios ha ganado en la historia de la televisión —que no siendo la
mejor, ojo— y que los que hicieron de escenas tipo ‘La batalla de los bastardos’ una realidad, despierten, dejen de
buscar la polémica y el olor del dinero a costa de todo lo construido hasta
ahora.
Nota: 5,1
Jorge Tomillo Soto-Jove
Jorge Tomillo Soto-Jove
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