He vuelto a ver el cáliz de fuego y la
cosa no cambia, es una de las películas de la saga que más se me
atraganta. Me pasó al verla por primera vez y me ha vuelto a pasar
unos cuantos años después. La dirección esta vez recae en los
hombros de Mike Newell, conocido por 'Donnie Brasco' o 'Cuatro
bodas y un funeral' entre otras y se nota. Si algo es 'Harry
Potter y el cáliz de fuego' es
un caos.
Nada más comenzar
tenemos una escena complicada de ubicar sin haber leído los libros,
después Harry —y Hermione— están en la madriguera por que sí y
ala, palante. Pero la cosa no tiene esa sensación de apertura que
han tenido todas las entregas hasta ahora. Siempre hemos visto a
Harry atrapado en un mundo al que no pertenece, así cuando llega el
momento de salir de ahí, resulta refrescante. Pero aquí partimos
desde el mundo mágico sin que se explique para que luego la película
establezca ese tono de drama serio que no le pega nada y trate de
plantear eso como la regla de ahora en adelante.
Todo
en 'Harry Potter y el cáliz de fuego'
es gris. Los colores ya no existen, todo está homogeneizado para
tratar de entrar en la escena del drama. Esta cuarta entrega quiere
ser desesperadamente un filme serio y no funciona. Es justo lo
contrario, cuando Harry Potter necesitaba más que nunca sus colores
era aquí, para que hacia el último acto se fuese tornando todo oscuro y
ahí ya establecer el punto y aparte que es el final de esta
película. Pero no, en su lugar tenemos un filme que trata de
establecer su atmósfera con una irregular utilización de la paleta
de colores, abusando encuadre fijo y, cuando creen que lo
necesita, girar la cámara en diagonal creyendo dar así
tensión/dinamismo.
Un perfecto ejemplo de todo esto es el evento de
apertura, el ataque de los mortífagos en los mundiales de Quidditch.
No es un arranque fresco, es plano y sorprende poco porque es
caótico, el ritmo y la imagen no van de la mano. Creando así un
clima extraño y errático que se repetirá a lo largo de todo el
filme. Y todo esto creyendo que subir el contraste en post producción
para resaltar los negros por encima del resto de colores es
representar la oscuridad de esta historia, y no.
Pero
una de las peores escenas de entrada acaba y llegamos a Hogwarts
aprendiendo más de lo que creíamos por el camino, muy J.K. Rowling
dejando sus migas de pan para luego recogerlas todas de golpe. Pero
al menos hemos llegado ya a la escuela, y la promesa de mundo mágico
que nos ilusione...falla. Todo lo que pudiera que tener que ver con
Harry Potter desaparece y la película de repente parece querer ser
un cuento de aventuras genérico por culpa de todo el asunto del
cáliz.
Entiendo que en esta entrega quieren tratar de expandir los
límites de la historia, así todo lo que tenga Harry Potter ahora
podrá tener más capas y no funcionará a un único nivel y... esto
también falla. 'Harry Potter y el cáliz de fuego'
va a traer a la palestra más secundarios que ninguna otra nunca y
¿van a importar algo alguno de los personajes que van a aparecer de
la nada? Para nada, en un marco general, importará Robert Pattinson
y, bueno, ya. Todos los demás son relleno sin paliativos y, en el
caso de Igor Karkaroff. En este caso viene aquí para sembrar la
semilla de la duda sobre Snape para que la sexta entrega pueda
plantear mejor sus giros, pero más allá de un buen contexto, no
aporta nada a la trama.
Lo
bueno de 'Harry Potter y el cáliz de fuego' es
que cuando la trama no está aportando nada, surgen los personajes
protagonistas para llenar los vacíos del filme. Su trama de pique
adolescente es tremendamente entretenida y hace que los espectadores
de ese rango de edad se sientan más cercanos a los personajes.
Por
el contrario, para los que pasaron la edad del pavo les queda
disfrutar de no estar en ella y el trasfondo cómico que esta
película le puede dar al tema. Toda la línea argumental en torno al
baile es uno de los puntos fuertes del filme.
Lo malo es que esta
especie de costumbrismo mágico no coge la suficiente fuerza para
contrastarse con la resurrección de Voldemort. Eso es básicamente
porque todas las pruebas del cáliz de fuego, al no tener ese
espectacular acabado visual del que podían presumir en su año de
estreno, son molestas y se sienten como relleno.
Entonces llega el
evento final y, aunque a Ralph Fiennes le deberían haber dicho que
contuviera un poco su energía e ilusión, todo el universo Harry
Potter en caja un gol por toda la escuadra. Todo se viene abajo. El
bando de los buenos, que hasta ahora habíamos presupuesto que iban a
ganar siempre no puede más que recoger los pedazos de toda la
situación. Voldemort ha vuelto y todos los temores en torno a su
nombre ahora tienen forma y presencia.
Tras todo el duelo tenemos uno
de los mejores finales de película de la saga, se resuelve el
conflicto, los misterios y todos los puntos bajos de la peli dan la
sensación de haber valido la pena, bueno, más o menos.
Lo bueno es que la
película, pese a su irregular estructura, ha planteado lo suficiente
como para funcionar sin perder la cabeza. Lo malo es que después
llega la orden del fénix y, vaya... ese será un verdadero problema.
Nota: 6,8
Jorge Tomillo Soto-Jove
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