Batman (1989) | POPCOKEN


“¿Has bailado con el demonio a la luz de la luna?”



Bueno, una vez terminada la saga Harry Potter toca Batman. Así que la primera película tiene que ser el clásico de 1989 dirigido por Tim Burton, el cual le debe el sesenta por ciento de su atmósfera y calidad a la banda sonora de Danny Elfman. Bueno a él y otra buena parte al diseño de producción, que costó más de cinco millones de dólares. Todo sea dicho, además, 'Batman' se convirtió en un éxito y un referente cultural inmediato, desde entonces —y hasta que se estrenó 'Jurassic Park'— la película de referencia para hacer blockbusters fue la de Tim Burton.




El proyecto llevaba en el horno desde 1979, pero no fue hasta que 'Beetlejuice' funcionó en taquilla que el proyecto recibió verdadera luz verde. Según Tim Burton (Tim Burton por Tim Burton) él y Sam Hamm tenían un buen y oscuro guión, que profundizaba en el desdoblamiento de la personalidad de Bruce Wayne y su relación tan íntima, psicológica y traumática con Batman. Pero, tras ver la película por 865865885 vez en mi vida, no me puede quedar más claro que nunca que todo eso no es cierto.




 Estoy seguro de que Tim Burton tiene una idea muy clara sobre lo que hizo con Batman —tras leer La broma asesina—, pero no creo que tenga tan claro lo que escribió Hamm. El guión es confuso pasada la mitad de la película, y un completo sin sentido tras de otro. Al principio todo se desarrolla despacio y con una construcción orgánica. Los personajes van apareciendo y es como si el espectador un día se presentase en Gotham y se encontrase con toda la leyenda de Batman. No es una tonta historia de orígenes, eso te lo van contando con los diálogos y es un gran punto a su favor, pero lo orgánico y el buen desarrollo de personajes se les olvida.




 Es como si de pronto alguien hubiese decidido que todo se tiene que volver únicamente estético, con algún que otro chiste y ya está. Que todo pase por que sí ¿Por qué no? Claro, meter a Batman con su avión y derribarlo con un único disparo de una pistola no es nada anticlimático. Toda la película desarrolla a Joker y a Batman —poco— por separado y las pocas veces que se juntan es una muestra, una previa de lo que te venden que va a ser cuando se vean las caras y, no, para nada. En cambio tenemos a un Batman que, sin haber peleado con nadie, ya está en las últimas y no para de cagarla para que parezca que Joker va un paso por delante para dar al final el giro hacia Batman, pero....




El verdadero protagonista del filme es no ya Joker, es Jack Nicholson. Hace unos años, volviendo a ver Aladdín, llegué a la conclusión de que el protagonista era Jaffar —como lo es Boromir de 'El señor de los anillos'—. Toda la narración de la película se posicionaba de su parte, exponía sus miedos, sus planes y cada acto de los demás personajes siempre se ve reflejado en un cambio en el mundo de Jaffar, o en una reacción sentimental del brujo. Lo mismo pasa con 'Batman'. Aquí, Joker es todo y todos, Batman es una excusa, una atracción, un efecto especial.




 Esta es la historia Jack Napier y nosotros estamos aquí para presenciarla. Sus inquietudes, su ascenso en el escalafón de la mafia de Gotham... cualquier cosa que a Jack Nicholson o a la productora se le ocurriera meter en el guión para favorecer al que va a vender todas las entradas —y cobra más que nadie— y no confiar en el poco conocido —de aquella— Michael Keaton. Que fue una decisión cuestionada y muy mal aceptada; algo así como el equivalente a “Ben Affleck es Batman” de hoy, sólo que representado mediante más de cincuenta mil cartas de protesta. Pero el caso es que se nota que Nicholson le pesa a la película.




 Mucho se ha hablado recientemente de esos actores que, al interpretar a superhéroes, no paran de quitarse la máscara para que así prime el actor contratado por encima del personaje. Con Nicholson pasa lo mismo; toda esa bobada del maquillaje de persona es una excusa para que Joker se parezca un poco más —aún— a Jack Nicholson y así poder disfrutar de él en pantalla. No me interpretéis mal, Nicholson hace un Joker magnético e impresionante, no apetece mirar a ninguna otra parte. Pero su actuación se interpone y acaba por anteponerse al personaje. Vemos más a “Nicholson haciendo de...” que al propio Joker desarrollándose y haciendo su vida de protagonista.




Finalmente Batman se va haciendo un poco de camino, pero finalmente él no es más que un medio para un fin. Batman está aquí para nacer junto a Joker, y ese es su propósito final. Aunque, también hay que reconocer, que la escena de ver a quién le mide más en casa de Vale, es una gozada, ahí los dos actores sacan lo mejor el uno del otro, le de el filme importancia a la propia escena o no. 




Por su parte, Michael Keaton hace un buen trabajo como Bruce Wayne y... un verdadero esperpento como Batman. Es cierto que esta perspectiva es la de hoy en día, ya que cuando era niño me alucinaba todo el “halo” que tenía este Batman. De pequeño, uno no se da cuenta de lo verdaderamente inútil que es esta versión de Batman; sus combates son todos y cada uno lamentables. No tienen ritmo o coreografía alguna y Batman no suele quedar en muy buen lugar, sólo deja que la historia continúe. Hay que decir que gran parte de su falta de credibilidad es, nuevamente a día de hoy, ese esperpento de traje. No me voy a quejar com los fans de cómic de la época, que no toleraron mucho el paso del azul y gris musculado, a full negro con armadura.




 Más bien lo que me molesta, debería concretar...Es ese esperpento de máscara, con ese casco en torno a la cara tan grueso y mal recortado. En algunas escenas incluso se ven las rebabas y borde de sierra de haber hecho los props de la máscara a mano. No se puede negar que este Batman impone, pero visto de cerca y a plena luz del día da un poco de penita. Aunque siempre es agradable ver una peli sobre dos hombres que se maquillan sin que nadie se alarme ni lleve las manos a la cabeza.




Chistes aparte, lo peor realmente, es que por mucho que se empeñe Tim Burton en calificar 'Batman' como un filme oscuro y psicológico, hay mucho más de Adam West en el de lo que nos gustaría admitir. Tiene esa forma de moverse, esas poses y algunos detalles demasiado evidentes —hasta Joker tiene varias reminiscencias del de Romero—, que reflejan la verdadera naturaleza de la película: 'Batman' es un filme de transición. Como película su destino es desterrar la imagen cómica del héroe, pero no puede despojarse de todo y renacer por completo. Para eso aún le quedaba una generación más de películas.




Como curiosidad cabe destacar que la película no refleja tanto los vicios de la época. Su diversidad, sin ser un espectáculo, no es lamentable y la chica protagonista tiene un personaje con bastante fuerza —si nos olvidamos un poco de que todo su ser existe por el romance con Wayne—, hasta que llega el tramo final y todo se va la mierda. Más bien, todo y todos. Porque por mucha presencia que tenga Batman y bien que actúe Nicholson, el acto final —y su previa con Prince y sus ansias de protagonismo... ¿Quién pensó que era buena idea un Joker funky? Es que, jodeeeeer....— es un despropósito. Se tambalea a veces hacia una salida positiva, con los chistes y recursos de Nicholson, pero acaba cayendo al vacío con él.




En definitiva, 'Batman' es un mito que pasa de generación en generación, pero con el paso de los años, además de verse sus costuras, se le ven incoherencias, agujeros de guión y, nuevamente, un tercio final tan malo como para regresar a la mesa de dibujo y volver a hacerlo desde cero. Todos los personajes se quedan sin motivación y —a pesar de su delicia de banda sonora—se lanzan directos a la teatralidad de una forzada batalla final que nadie pidió, tan literalmente dramática.





Nota: 6,8


Jorge Tomillo Soto-Jove



No hay comentarios:

Publicar un comentario