Desde que terminó la
anterior, no me quitaba la sensación de que lo mejor del séptimo
libro estaba por venir y era totalmente cierto. Está bien, para la
mayor parte de gente que sigue el universo Potter la muerte de Dobby
es un episodio traumático. Pero a mi no me podía caer peor. Todo
ese envoltorio azucarado y faciloide nunca me ha vendido el producto
mascota de la franquicia. Pero sí me resultaba propio el sentimiento
dentro del discurso durante su muerte. El estar con los amigos
contrastado con la absoluta desesperación de Harry es una buena
lectura. Claro que luego estaba Dobby con su molesta voz para
arruinarlo y... Bueno, 'Harry Potter y las reliquias de la muerte'
(parte 2).
Nada más comenzar estamos infiltrándonos en Gringotts y acabamos la secuencia a lomos de un dragón sobre Londres. No se podía comenzar mejor, aunque la caracterización “multijugos de Ron” (peluca y barba postiza de pega, baratas) arruina un poco la gracieta de ver a Helena Bonham Carter imitando a Emma Watson. Aunque este ligero traspiés se repetirá en varios fotogramas concretos a lo largo del filme, será nuestro particular buscar a Wally.
A lo largo de la película hay dos o tres momentos concretos donde Rupert Grint parece tener la cara sustituida por la de un doble femenino. No sé si es el peor maquillaje de la historia, un efecto extraño o mi imaginación, pero ahí está, fijaos en Ron y os regalará un par de sorpresas. Eso sí, al margen de chistes varios, la peli no podía empezar mejor. La primera parte era un poco montaña rusa, subía alto pero bajaba mucho y repetía esa dinámica demasiadas veces. Costaba verla. Pero en este caso todo fluye con tanta naturalidad que uno no sabe muy bien ya cual es el sello de David Yates como director. O quizás es que unas veces el estudio mete más la mano que otras, o simplemente que esta vez el relato se ha impuesto al director. Y eso que se han dejado cosas de mucho calado en el tintero, como todo el trasfondo de la vida y obra de Albus Dumbledore. Aunque, también es cierto, de haber sacado todos los contrastes de Dumbledore a colación, el relato de Harry Hubiera quedado un poco deslavazado.
Lo malo es que, para cuando hace su aparición Aberforth no termina de despuntar, no cala tanto en el espectador como lo hizo con los lectores. Este es un síndrome del que adolece varias veces la película, el no dar la relevancia que se pudiera esperar a momentos concretos. Como muertes importantes, como la muerte de Fred, Tonks y Lupin. Especialmente los dos últimos, es como si no importase, se pasa por allí, se dejan un par de segundos de cámara frente a ellos y ala, que el espectador digiera eso por si le gustaban los personajes. Al menos Fred tiene un momento durante uno de los discursos de Voldemort, pero también es irrisorio. Ojalá se le hubiera dado el cuidado y atención que merecían ciertos secundarios.
Nada más comenzar estamos infiltrándonos en Gringotts y acabamos la secuencia a lomos de un dragón sobre Londres. No se podía comenzar mejor, aunque la caracterización “multijugos de Ron” (peluca y barba postiza de pega, baratas) arruina un poco la gracieta de ver a Helena Bonham Carter imitando a Emma Watson. Aunque este ligero traspiés se repetirá en varios fotogramas concretos a lo largo del filme, será nuestro particular buscar a Wally.
A lo largo de la película hay dos o tres momentos concretos donde Rupert Grint parece tener la cara sustituida por la de un doble femenino. No sé si es el peor maquillaje de la historia, un efecto extraño o mi imaginación, pero ahí está, fijaos en Ron y os regalará un par de sorpresas. Eso sí, al margen de chistes varios, la peli no podía empezar mejor. La primera parte era un poco montaña rusa, subía alto pero bajaba mucho y repetía esa dinámica demasiadas veces. Costaba verla. Pero en este caso todo fluye con tanta naturalidad que uno no sabe muy bien ya cual es el sello de David Yates como director. O quizás es que unas veces el estudio mete más la mano que otras, o simplemente que esta vez el relato se ha impuesto al director. Y eso que se han dejado cosas de mucho calado en el tintero, como todo el trasfondo de la vida y obra de Albus Dumbledore. Aunque, también es cierto, de haber sacado todos los contrastes de Dumbledore a colación, el relato de Harry Hubiera quedado un poco deslavazado.
Lo malo es que, para cuando hace su aparición Aberforth no termina de despuntar, no cala tanto en el espectador como lo hizo con los lectores. Este es un síndrome del que adolece varias veces la película, el no dar la relevancia que se pudiera esperar a momentos concretos. Como muertes importantes, como la muerte de Fred, Tonks y Lupin. Especialmente los dos últimos, es como si no importase, se pasa por allí, se dejan un par de segundos de cámara frente a ellos y ala, que el espectador digiera eso por si le gustaban los personajes. Al menos Fred tiene un momento durante uno de los discursos de Voldemort, pero también es irrisorio. Ojalá se le hubiera dado el cuidado y atención que merecían ciertos secundarios.
La película va avanzando
y cuanto más se acerca la batalla de Hogwarts, más se me ponían
los pelos de punta. Aquí la ambientación y preliminares son
sobresalientes. Incluso tiene varios momentos de poder en su
estética. Todo el entramado en torno al alzamiento y caída del
escudo de hechizos protectores del castillo resulta abrumador. Es una
serie de escenas entramadas con la excelente banda sonora de la
película —que suena mejor que nunca— que para mi son lo mejor
del filme. Tiene hasta un poco de tono poético y todo. Salvo que
luego la trama tiene que seguir, pasando por encima de quien haga
falta pasar. A partir de la caída del escudo, dejan de primar los
personajes y se centran en el relato general.
No es que sea algo del todo malo, pero, por ejemplo, el momento de la muerte de Snape está introducido a la fuerza y resulta anticlimático. Eso si no contamos que en la versión en castellano, después de siete películas Snape tiene un nuevo doblador para “bonomizar” al personaje. Terrible idea. Eso solo me da la lectura de que el equipo de doblaje nunca se planteó al personaje como un doble agente y que le pusieron la voz que le dieron en la primera peli para que fuera sombrío y odiable.
Pero no, aquí como vamos a meter un flashback parche que reconvierta a Snape, al tiempo que cierra algunos baches y agujeros argumentales de la franquicia, y al tiempo que deja el tono un poco Narutesco. A raíz de esto quiero destacar una sensación de película de serie B que no podía quitarme de la cabeza. Los efectos especiales funcionan mejor que nunca y la fotografía tiene ya ese tacto del cine actual, pero de vez en cuando salen “rarezas” y no me refiero solo al transformismo de Ron. Hay momentos donde la producción se ve barata, cutre, mala. Como si estuviera hecho a propósito.
Hay momentos de piedra cartón, o de fallos de coherencia visual que no le hacen ningún favor al tremendo nivel en el que está toda la película. Son detalles concretos, como esas explosiones de pegote que salen detrás de Harry cuando este va a entrar en la sala de los menesteres, o la terribl escena final con todos “adultos” y con hijos, o que el fantasma de Rowena Ravenclaw, al posicionarse tras una columna, vea la sombra de la columna sobre su piel de fantasma. Pero si algo se lleva la palma como cutre, serie B, o rompedor de toda coherencia es Ralph Fiennes.
No es que sea algo del todo malo, pero, por ejemplo, el momento de la muerte de Snape está introducido a la fuerza y resulta anticlimático. Eso si no contamos que en la versión en castellano, después de siete películas Snape tiene un nuevo doblador para “bonomizar” al personaje. Terrible idea. Eso solo me da la lectura de que el equipo de doblaje nunca se planteó al personaje como un doble agente y que le pusieron la voz que le dieron en la primera peli para que fuera sombrío y odiable.
Pero no, aquí como vamos a meter un flashback parche que reconvierta a Snape, al tiempo que cierra algunos baches y agujeros argumentales de la franquicia, y al tiempo que deja el tono un poco Narutesco. A raíz de esto quiero destacar una sensación de película de serie B que no podía quitarme de la cabeza. Los efectos especiales funcionan mejor que nunca y la fotografía tiene ya ese tacto del cine actual, pero de vez en cuando salen “rarezas” y no me refiero solo al transformismo de Ron. Hay momentos donde la producción se ve barata, cutre, mala. Como si estuviera hecho a propósito.
Hay momentos de piedra cartón, o de fallos de coherencia visual que no le hacen ningún favor al tremendo nivel en el que está toda la película. Son detalles concretos, como esas explosiones de pegote que salen detrás de Harry cuando este va a entrar en la sala de los menesteres, o la terribl escena final con todos “adultos” y con hijos, o que el fantasma de Rowena Ravenclaw, al posicionarse tras una columna, vea la sombra de la columna sobre su piel de fantasma. Pero si algo se lleva la palma como cutre, serie B, o rompedor de toda coherencia es Ralph Fiennes.
Voldemort es un mal
chiste desde su primera verdadera aparición en la cuarta entrega,
pero lo que hace Fiennes con él en 'Harry Potter y las reliquias
de la muerte' (parte 2) es terrible, lamentable, basura. Esas
caras, esos bailecitos o esa risa de troll retrasado... De verdad que
no lo entiendo, cuando Daniel Radcliffe está mejor, peor está un
actor mucho más consagrado como Ralph Fiennnes. Es como si alguien
le hubiera dado una sobredosis de "azúcar" y el hombre estuviera tan
feliz y energético que no pudiera contenerse. Cada vez que esta
segunda parte del final se pone seria o adquiere un tono poderoso,
más se esfuerza Voldemort por montar una escenita extraña.
Vale que en el libro dicen lo de que tiene que tener una voz así como nasal y tal, pero los bailes y los gestos de Pantoja que se marca uno detrás de otro. Me sacan de quicio. Porque en teoría te están presentando a Voldemort como una figura superior, un icono. Tanto intelectualmente como a nivel de habilidad. Y se come un sapo detrás de otro. Ya sea la varita de Sauco no obedeciendo su voluntad o cuando él mismo destruye un Horrocrux. Hay tantos cebos en los que pica por presevar esa figura del mal como algo que el espectador medio tenga que aborrecer y sentir distante, que se olvidan de que cualquier buena historia, necesita de un villano a la altura. Lo que no pueden pretender es ningunear a Grindelwald y su guerra internacional, para ponderar la guerra civil de Voldemort, que fue derrotado por un niño mediocre.
Vale que en el libro dicen lo de que tiene que tener una voz así como nasal y tal, pero los bailes y los gestos de Pantoja que se marca uno detrás de otro. Me sacan de quicio. Porque en teoría te están presentando a Voldemort como una figura superior, un icono. Tanto intelectualmente como a nivel de habilidad. Y se come un sapo detrás de otro. Ya sea la varita de Sauco no obedeciendo su voluntad o cuando él mismo destruye un Horrocrux. Hay tantos cebos en los que pica por presevar esa figura del mal como algo que el espectador medio tenga que aborrecer y sentir distante, que se olvidan de que cualquier buena historia, necesita de un villano a la altura. Lo que no pueden pretender es ningunear a Grindelwald y su guerra internacional, para ponderar la guerra civil de Voldemort, que fue derrotado por un niño mediocre.
Como detalle curioso
destacaré esa licencia que se toman ya sean los productores de la
película o la propia J.K. Rowling cuando ponen a decir que la
verdadera magia está en las palabras. Me resulta tan vanidoso y
pretencioso, tan fuera de personaje, que el desagrado me hizo querer
saltar de escena. Eso y la mala caracterización de Snape de joven, o
el maquillaje que le ponen durante su escena como director en el
duelo con McGonagall. Vuelve a relucir ese lado descuidado de la
producción que no acabo de entender.
En definitiva 'Harry
Potter y las reliquias de la muerte' (parte 2) ¿Es una buena
película? Posiblemente sea la mejor de la franquicia, pero no es una
película en sí misma. No funciona de forma individual, vive en
comunión con sus otras siete partes, como Voldemort. De no haber
sido por lo que se hizo hasta ahora, haber podido construir este
remate final hubiera sido imposible. Pero claro, también se puede
ver al revés. Con lo construido hasta ahora se podía haber dado un
final rancio, pobre o efectista a la franquicia y no se ha llegado a
eso. Todo lo contrario, este final es un buen final.
No tiene el mejor cierre, porque de nuevo la producción flojea cuando no debería y la escena del relevo generacional en el tren es un desastre del cual sólo se salva la banda sonora. Y aunque sea mayor mérito el del relato que el mérito técnico de David Yates, 'Harry Potter y las reliquias de la muerte' (parte 2) es una película sobresaliente. Tiene el tono, tiene el ritmo, la banda sonora funciona mejor que nunca y tiene su figura trágica consagrada como héroe. Es en esta última parte donde todo el engranaje del universo Harry Potter funciona mejor que nunca, y aunque no sea mi favorita de la saga, no puedo no concederle sus méritos.
No tiene el mejor cierre, porque de nuevo la producción flojea cuando no debería y la escena del relevo generacional en el tren es un desastre del cual sólo se salva la banda sonora. Y aunque sea mayor mérito el del relato que el mérito técnico de David Yates, 'Harry Potter y las reliquias de la muerte' (parte 2) es una película sobresaliente. Tiene el tono, tiene el ritmo, la banda sonora funciona mejor que nunca y tiene su figura trágica consagrada como héroe. Es en esta última parte donde todo el engranaje del universo Harry Potter funciona mejor que nunca, y aunque no sea mi favorita de la saga, no puedo no concederle sus méritos.
PD: Ahora sólo me queda
el miedo de que pretendan hacer cinco películas de Animales
Fantásticos. Espero que J.K. Rowling aproveche la oportunidad para
expandir ella misma los límites de su universo y que no deje que
cuelen gato por liebre, aunque ya lo han hecho un poco, con ese
Johnny Deep tan fuera de lugar.
Nota: 9
Jorge Tomillo Soto-Jove
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