Harry Potter y el misterio del Príncipe Mestizo | POPCOKEN


—“Harry, me temo que una vez más he de pedirte demasiado”—


Con esta sexta crítica encabezamos oficialmente el principio del final, las bases están asentadas y estamos todos preparados para ver el reino caer ¿o no estábamos preparados? Yo desde luego no. Cuando vi la película por primera vez en el cine, la odie por encima de todas las demás. Yo había devorado el libro con avidez —pareciéndome el mejor de los siete— y esperaba con verdadera ansiedad el ver fielmente representados los momentos cumbre en la gran pantalla. Y lo que sentí al verlos fue decepción. Decepción porque no eran como yo los había imaginado.



 Así que en mi vida las veces que he visto esta sexta película fueron: en el cine, hoy y hace cosa de un año, ya que no le perdonaba el no haber cumplido mis expectativas. Pero cuando hace poco estaba volviendo a ver toda la saga —toda, es toda; me dije a mi mismo— la sexta película brilló con luz propia para mi, o debería decir con oscuridad propia, que es más apropiado para este caso.



Empezamos con una película que redime totalmente a David Yates, quien igual no tenía tanta culpa de lo pasado en 'Harry Potter y la Orden del Fénix' o eso, o es bipolar. Porque todo el trabajo que se palpa en el Príncipe Mestizo es muy difícil de mejorar. Todo el acabado final de la película, así como su tono, pese a estar recreando una novel juvenil, da un par de lecciones a sobrevalorados como Tim Burton. Esta es la película más oscura de la franquicia, pero no para ello recurre a ridículos filtros o abusos en la tonalidad de colores. Aquí funciona de otra forma, una sustracción de color más orgánica, algo progresivo. 



Al principio hay color, pero según avanza y se complica la trama el tono negro se apodera de todo. Me parece complicado, teniendo en cuenta el tipo de película que es, que se haga un mejor uso del color negro —dentro del género— que en este filme. Se nota particularmente en la escena del asalto a la madriguera. Bellatrix fuerza a Harry a perseguirla por el maizal y por ende, a Ginny tras el. Los dos se pierden, rodeados de enemigos y aunque están en mitad del campo, el cielo es completamente negro. Tan negro que si se hubieran descuidado se hubiera visto algún cable del techo del estudio. Pero es así de negro, para que la luz quiebre a los personajes bajo ella. Si nos ponemos estrictos, es un fallo terrible que no haya ni una sola estrella en el cielo, pero refuerza tanto la sensación de expuestos ante el peligro que se puede pasar por alto con facilidad y no importa. 



Luego se ven un poco las limitaciones de David Yates, que —además de seguir presentando los eventos un poco por que sí— cuando tiene ese momento mágico de aislamiento entre las manos; con Ginny y Harry frente a las fauces del mal, se le pierde como arena entre las manos. Se le escapa y poco después lo deja ir del todo para poder coronar la secuencia con una estampa triste de la madriguera en llamas, pero no funciona tan bien como debería.



La película tiene una primera parte muy diferenciada de la segunda, y por ello volvemos a caer en el libro vs la película. En tu casa, leyendo el libro, toda la trama de amoríos de Ron y todo el lío de la poción es un buen preámbulo para meter el pulso entre Harry y Slughorn. Pero en pantalla, se hace tedioso y algo excesivo. Además el tema del conjuro y el collar se toca de pasada, cuando podría haber tenido más carga dramática que el envenenamiento de Ron. 



No, no sería algo tan pobre si fuera exponer a Ron al peligro, como se hizo ya en la piedra filosofal. Pero aquí, Ron es una excusa para decantar las parejas hacia Ron-Hermione, Harry-Ginny y se antoja forzado y un poco perdida de tiempo. Aunque claro, al filme también le ayuda un poco de metraje no sesudo ni dramático, porque al fin y al cabo es una película adolescente y se tiene que comunicar como tal. Al menos te van tanteando con un Dumbledore que anuncia su fin a gritos. Gritos que Harry no oye, ni quiere oír, pero que están más claros que el agua. 



Aunque que Dumbledore tenga tanto peso en la trama no se hace raro ni forzado, porque salvo en un par de ocasiones, siempre ha tenido una tremenda importancia. Pero esto es igual que el misterio de la identidad del príncipe mestizo. Que es algo que te sueltan en tu cara, con todo el descaro del mundo. Slughorn dice que esa mezcla que exige para ganarse el la suerte líquida, “sólo la hizo un brillante alumno una vez” y te lo cuentan, mientras Harry tiene su primer encuentro con el libro del príncipe mestizo, dentro del aula de pociones.



Durante todo su visionado, no he podido dejar de comparar 'Harry Potter y el misterio del Príncipe Mestizo' con —sorpresa— 'Harry Potter y el prisionero de Azkaban', básicamente porque es la mejor hasta ahora, la más completa. Pero mi preferida se ha tambaleado seriamente ante esta sexta parte, porque la historia contada en esta, es mucho mejor y está mejor contada. Pero claro, su efectividad viene dada de sus personajes y que te importen o que los conozcas tanto como crees hasta ahora, es un trabajo de cinco años, no de uno. Y esta historia nunca podría sobrevivir sin sus personajes, porque ellos están aquí para complementar a Harry. Para contar su historia contraponiéndose a él, interactuando con él, haciendo que aprenda.



 Aunque he vuelto a pensar que ojalá esta película no tuviera como protagonista a Potter, también he pensado que me gusta mucho en lo que se va convirtiendo Harry. Pasa de ser un niño repugnante y respondón, a el principio de un héroe. Ahora usa la cabeza antes de saltar como un resorte ante una provocación, aunque veamos que sigue sin ser el más listo, como demostró en el tren, si hay un personaje de valor en él. Bueno y ya cuando se toma la suerte líquida es mejor que nunca. ¿Que versión de Harry Potter es mejor que un Harry sin filtros? Os lo digo ya: ninguna. Además ese alivio cómico, por parte de Harry en un momento en el que parecía que todo se iba a volver gris y predecible, le da una perspectiva sensible a la historia del pez y la pecera, que precede a la presentación de los Horrocruxes.



Como curiosidad destacar, que según Harry y el viejo director van a la caza del Horrocrux de la caverna la banda sonora se adueña de la película, dandole un cariz de película seria que funciona a la perfección, porque ese es el trato que merece ese momento. Esa es la idea a transmitir con esta película. Que, todo sea dicho, ha hecho uno de los mejores trabajos de música de la saga, si no el mejor.



'Harry Potter y el misterio del Príncipe Mestizo' tiene tantos momentos memorables estéticamente que cuesta decidirse por uno, pero yo elegiría el trabajo en los planos menos importantes de cara al espectador, pero que la película necesitaba como el comer: como el posicionamiento en pantalla de Draco Malfoy, los contraluces y planos generales de interiores o el duelo final entre Harry y Snape con Hogwarts de fondo. Ese mero plano, habla tanto por sí sólo que refuerza la narrativa con su línea visual impoluta.




'Harry Potter y el misterio del Príncipe Mestizo' es el tren saliendo de la estación en su último viaje, pero le queda tanto camino por recorrer que es un poco prematuro decir que es el “principio del fin”. Aunque así se presenta, ya que la muerte de Dumbledore es la pérdida de la inocencia para la novela juvenil, como lo fue la muerte de Gwen Stacy para el cómic de superhéroes. Tenemos ante nosotros una de las películas mejor acabadas de toda la saga, pero —al igual que la tercera parte— se hace larga y puede que trate de abarcar demasiado, perdiéndose por el camino y no dejando a veces muy claro su mensaje.



 Porque Yates ha remontado de cero a héroe, pero sigue teniendo unas taras muy claras que cubre con una magnífica fotografía y con una banda sonora que corona la película y la aleja un poco del síndrome episódico. Si en anteriores películas se le hubiera dado un poco más de importancia a personajes como Draco Malfoy, estaríamos hablando de la mejor película de la franquicia. Pero fallos como los grandes olvidados y fallos narrativos le quitan ese privilegio. 



¿Funciona como entretenimiento y película? Si y si con un pero, que es que para disfrutarla por entera, sin leer los libros, hay que verse otras cinco anteriores, pero es tan lógico y de cajón que resulta molesto mencionarlo. Es funcional, tremendamente entretenida y puede que se haga cargante o pesada por su uso de colores y la plomiza atmósfera que tanto la caracteriza.



NOTA: 8,3

Jorge Tomillo Soto-Jove

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