Harry Potter y la Orden del Fénix | POPCOKEN


—“No debo decir mentiras”—

Para esta quinta entrega de la saga Potter, tenemos ante nosotros a un ente con consciencia propia. David Yates sabe del alcance que está tomando Harry Potter como franquicia a lo largo del mundo y se le nota. Aquí comienza el síndrome episódico. Ahora una película del joven mago y sus amigos no se rige por la estructura —principio, nudo y desenlace—, si no que se limita a ser continuísta. Y esto es algo triste, porque la muerte de Cedric Diggory es de lo poco propuesto por una película que ha tenido influencia en las siguientes al margen de la argumentación principal. 



Pero en 'Harry Potter y la Orden del Fénix' se pierde esa oportunidad estableciendo una salvaje y total desestructuración de eventos. Es como si buscasen entre los pasajes del libro que más les gustasen y eso lo convirtieran en una escena. Esa selección no fortalece al relato, ni a los personajes; simplemente sirve para poder vender más, porque así, con escenas en las que prima el conjunto estético se venden muy bien los trailers, pero no una película.



Esta oportunidad perdida es especialmente triste porque, por primera vez, Harry Potter me estaba pareciendo un personaje con una causa, coherente y con una lectura interesante. Antes era solamente ese niño-coraje infantil, que saltaba con un resorte ante la más mínima provocación. En algunas ocasiones, Malfoy no parece un villano, simplemente Potter se antoja un chalado de aires fáciles. Pero aquí tiene sentido que esté más comedido, porque la situación le ha desbordado y él se está intentando adaptar con cada recurso que tiene. 



Voldemort ha vuelto delante de sus narices y la gente que le rodea —con complejo de terraplanistas— se niega a ver lo evidente. Pero este negacionismo expositivo es únicamente eso, un marco para hacer crecer a Harry. Ahí el filme acierta en todas sus decisiones, porque de lejos es en 'Harry Potter y la Orden del Fénix' donde Harry se vuelve interesante y se impone al “lo malo de Harry Potter, es que vaya de Harry Potter”. Aunque puede que no todo sea por méritos propios.



No lo voy a negar, esta película tiene aciertos, aunque muchos le vengan dados. Pero en general es una película lamentable y prescindible. Antes de meternos de lleno con el selectivo guión, ataquemos directos a su filmografía, que es un grano en el culo constante. Nada más empezar ya se nota lo que se pretende hacer aquí, y se ve que no funciona. La cámara establece planos con una permanente profundidad de campo, que fuerza la propia realidad de cada fotograma como si de una caricatura del original se tratase. Incluso, para dar una sensación aún más desagradable, cada primer plano está forzado hacia un ojo de pez —fallido— cuyo uso no acabo de comprender. 



Lo que yo entiendo de este tratamiento de la cámara, es darle a cada personaje una forma de hablar individualmente sin ser opacado por los demás. Lo cual estaría muy bien si no fuera porque aquí la mayoría de los personajes presentes no importa ni aportan nada, porque la película se los come por su errático camino.



Otra de las cosas que se aprecian con —cero— sutileza en este filme; es la constante necesidad de imitar lo planteado por Alfonso Cuarón para la tercera entrega, 'Harry Potter y el prisionero de Azkaban'. No sé si es falta de planificación o necesidad de repetir éxitos pasados, pero está claro que Yates intenta recrear la magia de su predecesor. Donde Cuarón partía de la base estructural de las estaciones, Yates sólo recurre a la llegada del invierno. Esta base parcial igual quiere resaltar el aislamiento de los personajes frente a los sucesos por venir, pero se antoja flojo y forzadamente rebuscado verlo así.



 Sobretodo por el segundo motivo: Para 'Harry Potter y la Orden del Fénix' imitar lo planteado por Cuarón es una necesidad meramente estética. Prueba de ello es que aquí se repite el motivo visual de penetrar un cristal con la cámara y entrar así en una escena. Pero donde la tercera entrega lo utilizaba como desarrollo de personajes, siendo un símil con los espejos y el yo interior, la quinta lo usa para vender la escena. La narración visual básica encuadra una secuencia en un paisaje y después pasa a los personajes, pero Yates recurre en un par de ocasiones al motivo visual del cristal —de una forma pobre— porque es agradable a la vista. Al pasar el cristal, no va al foco de la escena, va al principio del encuadre y desde ahí dirige la cámara a lo que quiere mostrar. Es una diferencia sutil, pero arruina el truco de magia.



Después de lo dicho; sólo me queda remarcar el uso temático de los colores azules y la pereza que le da a la película todo lo mágico. Si un mago puede llevar ropa de calle antes que vestimenta de mago, en cualquier situación donde antes la llevaría se hará el cambio. Igual esa es la idea de que los alumnos de Hogwarts parezcan adolescentes, mostrándolos constantemente en ropa de calle, pero a mi me da un poco de alergia ver tanto vaquero —motivos de rallas y cuadros— y tan poca túnica.



Bien, el guión... Todo lo que está metido con calzador para caber dentro no funciona. Porque lo poco que sí iba a hacerlo, como el desarrollo de Harry, pierde su utilidad cuando no encuentra finalidad al pasar metraje y más metraje sin una resolución clara. Empezamos desde una escena de costumbrismo cani británico, y desde ahí el límite es el cielo. De pronto, entre alguna perla que brilla con luz propia, como una tendencia sensible y trágica que funciona hasta que se pierde en el olvido, nos encontramos con el protagonismo absoluto de Dolores Umbridge y con una película mentirosa.



'Harry Potter y la Orden del Fénix' No tiene tal orden del fénix. En todas las entregas previas la fórmula Harry Potter y... se daba importancia y se establecía el elemento posterior como el núcleo de la trama. Aquí nada. No habrá de la Orden del Fénix mas que un triste cameo en el que se desviará toda la atención hacia volver a sobrepasar a Harry, y no a caracterizar a sus nuevas incorporaciones.



Una vez pasada la primera hora queda claro que la Orden del Fénix no es una película, es una interpretación del libro únicamente para gente que lo ha leído. Lo cual es vago e injusto. Pasan de construir la trama con un desarrollo coherente, para segmentar el filme en clips sueltos que encajen de alguna manera gracias al espectador. Pero ¿y si el espectador no ha leído el libro? Entonces esta película lo traicionará y marginará. Porque por sí misma... es que se cae a pedazos.



'Harry Potter y la Orden del Fénix' está escrita de forma lamentable; todo surge por que sí. Por mucho que a Bellatrix ase la mencione de pasada, perdiéndose la oportunidad de introducirla bien, para luego soltársela al espectador en la cara porque sí. O como la muerte de Black o todo el asunto de la profecía o el dream match de Voldemort Y Dumble... espera para, esa escena es cojonuda. Vale, la profecía es un desastre y es ofensivo que se haya visto relegada, no ya a un segundo o tercer plano, si no más lejos aún. Pero luego llega la batalla más ansiada por los fans, y además del propio combate —eso sí, injustamente decantado para Voldemort— tenemos la mejor escena de Harry Potter nunca presentada. 



Ha tardado cinco películas en tener esa fuerza pero ha llegado. Eso sí, con unas escenas ridículas de Voldemort contoneándose entre medias que te saca un poco del drama del héroe. Pero ver a Harry caer de esa forma, delante de sus amigos y seres queridos, —esa exposición— es como ver a un yonqui pasar el mono, y resulta brutal. Pero cuando acaba, 'Harry Potter y la Orden del Fénix' trata en vano de recoger los pedazos rotos, y para cuando llegan las explicaciones y la clásica resolución del misterio, las respuestas no son suficientes. No lo son, porque la narración ha ido dando bandazos de aquí para allá sin saber cuando contar qué. Uno piensa los huecos que faltan por llenar con la profecía pasada tan por alto y dan ganas de echarse las manos a la cabeza.



En definitiva 'Harry Potter y la Orden del Fénix' salvo por un par de motivos ya expuestos, es una película que ojalá nos hubieran ahorrado, ya que para hacerla aprisa y corriendo, mejor que no la hubieran hecho. Habría funcionado como flashback en la siguiente película, antes que cómo la plantearon. En la cuarta parte ya se notaba que el formato cine ya se le quedaba corto a los tochos de libros de Potter, pero aquí ya es un desastre total porque la película se ve desbordada. Al no abarcar, decide elegir sus escenas para mostrar al público. Y, sorpresa, no es una buena idea.



¿Funciona como entretenimiento? Ni por asomo; es el tedio hecho película. Si has leído el libro echas tantas cosas de menos que enfada y si no lo has leído, no se entiende nada de lo que te cuenta ni por qué te lo cuenta. Esta vez a Harry Potter no le han salvado los personajes, ni la banda sonora.



Pero no hay nada por lo que preocuparse, esta sólo es la primera de cinco películas Potterhead dirigidas por Yates. Aunque este desfalco narrativo no duele tanto porque la sexta es un buen caso de análisis en si mismo. Para el último libro le dieron la oportunidad de hacer dos películas y Animales fantásticos, bueno, esa es otra historia. Aunque esa crítica ya está hecha y la podréis encontrar aquí.



Nota: 4,5

Jorge Tomillo Soto-Jove

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