Yo, Tonya | POPCOKEN




—"Tampoco es culpa mía..."—


Nuevamente nos metemos con otra de las pelis importantes de la temporada, es lo que tiene esta época del año. Para esta ocasión he visto —con reservas— 'Yo, Tonya' el “reivindicativo” filme protagonizado por Margot Robbie y dirigida por Craig Gillespie. Otros trabajos del director fueron, recientemente, 'La hora decisiva' que, por lo que veo en internet soló me gustó a mi y la imprescindible para seguir la carrera de Ryan Gosling, 'Lars y una chica de verdad', una de mis películas favoritas del actor. Pero estos dos “giros de buena fortuna” no se han repetido con 'Yo, Tonya'. Esta vez no he conseguido seguirle el ritmo a la película, y mucho menos al director.




'Yo, Tonya' es una película sobre una patinadora y sobre todo el entramado que tuvo a su alrededor, sin olvidar nunca toda la repercusión mediática. De todo esto he tenido que documentarme por mi cuenta porque acababa de nacer, así que no “estuve ahí” para darme cuenta del follón, aunque desde España no sé cómo de bien se debió ver el asunto. El caso es que, también he tenido que mirar la ficha de Tonya porque el propio filme no me ha dado ninguna sensación de veracidad.




Muchas veces se usa el recurso periodístico y la entrevista a cámara para dar una sensación de realidad, para transmitir y reforzar una historia como real, cuando lo que hace el cine es una interpretación —de otra forma sería un documental—, su propia versión, al fin y al cabo. Y yo no he sido capaz de comprarla del todo. Desde el principio nos presentan a Tonya como una niña maltratada, como una adolescente maltratada y como una mujer maltratada. 




Por eso me hace gracia la escena del coche donde “...y, simplemente, me dejaron allí con él”, porque la película hace justo eso mismo con el personaje. Su madre la golpea, su marido la golpea y su padre la abandonó sin ninguna culpa por parte del filme. Y todo esto se presenta con una suerte de tono ácido-humorístico que no me ha hecho ninguna jodida gracia. Donde se necesitaba una película con el tratamiento de personaje de 'Joy', tenemos una bebida de demasiada gradación rebajada con litros de agua. Ahí es donde la película abandona a su personaje. Porque si todo esto ocurrió, me gustaría que no pareciese un sketch. Si estoy viendo a un matrimonio pegarse, apuntarse con un arma y cualquier tipo de acto violento entre ellos, me gustaría que el director no apartase la mirada, rebajase el tono y no se atreviera a contar la historia que en principio me trata de vender como “creíble”.




Admito que parte de la perdida de culpabilidad no es sólo del director, es de la elección de casting. En 'Wonder Woman', vemos a Diana niña, Diana adolescente y Diana adulta, y cada una es una actriz diferente. Aquí, pese a tener los mismos tres encuadres temporales, tenemos un problema. La Tonya niña es casi un bebé, así que la diferencia con la Tonya adolescente nunca llega, porque las dos actrices son la Tonya niña. Luego llegan, te lanzan a Margot Robbie —y su envidiable estructura facial ósea— y te dicen que tiene quince años. Y ella se esfuerza, pero es como ver a una actriz haciendo la audición para un papel que no es el suyo. Todos los gestos adolescentes y juveniles de chica que duda o coquetea, se ven forzados y sobreactuados. Encima luego llega Sebastian Stan con ese bigote y te dice que también tiene ese rango de edad.




Pero ahí no acaba el problema, porque uno de los principales méritos —a nivel de creatividad e innovación— del filme: su uso de la ruptura de la cuarta pared, es al tiempo uno de sus peores enemigos. Y esa dualidad viene dada de ese tono irónico que reina en las entrevistas, porque si me dices que han matado a la madre de Bambi, mientras pones la “cara The Office” yo no sé qué pensar sobre tu intencionalidad. No sé si estás siendo irónico para exponer los hechos y contrastar toda esta cruda historia. No sé si me estás diciendo que debería prestar especial atención a esta frase porque va a ser importante. Y no sé si estás siendo irónico para parodiar al medio y venderme una historia que nunca fue. Así llega 'Yo, Tonya' hasta más de una hora de metraje y ningún personaje está funcionando, por mucho que se esfuerce Margot Robbie.




Enfrentemos este punto, lo más al margen de los demás que podamos. Margot Robbie bien podría recibir una nominación y una estatuilla dorada por esta interpretación, yo no me iba a quejar, ella me encanta. Vi 'La leyenda de Tarzán' con una sonrisa porque sabía que salía. Pero todo lo que hace en la película, de entrada no funciona porque la película falla a la hora de trasladarla hacia el espectador. En muchos momentos tampoco sabemos qué está haciendo Margot Robbie, que no llega a sobreactuar pero casi. Es un poco como DiCaprio antes de ganar el Óscar, que si, daba la sensación de gran interpretación porque lo era, pero también daba la de necesitar que así se creyese desesperadamente. Únicamente me ha llegado en una de esas escenas que pasan desapercibidas para muchos, pero que es de las que crean el verdadero carácter.




 Me refiero a la pequeña escena de Tonya maquillándose las mejillas cerca del final. Define tan bien por lo que ha estado pasando el personaje hasta ahora y lo que le queda por delante, que se convierte en un momento mágico. Un poco como la canción con la que se corona Emma Stone en 'La la land'. Representa el primer momento claro de diálogo íntimo entre el espectador y el personaje. La comunicación es fluida y bella, pero es efímera porque los segundos pasan y la película vuelve a su rollo.




'Yo, Tonya' no es una mala película, pero tampoco es buena. Navega siempre en aguas confusas y no termina de definirse ni de decidir para qué quiere a tantos personajes con apariencia de ir a cortar el pastel, para que luego sólo lo corten los que todos vimos venir: Margot Robbie, Allison Janney —que también está de Óscar— y Sebastian Stan. Fuera de aquí, cada vez que el filme le da una presunta relevancia a los demás secundarios es relleno únicamente, porque no llegarán a nada. Un poco como toda la película en sí, ya que de la forma en la que está tratada es complicado poder decir otra cosa. Eso sí, como fan de la actriz, se vuelve también una imprescindible.




Nota: 6,4

Jorge Tomillo Soto-Jove


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