The Dark Knight (El caballero oscuro) | POPCOKEN




—“Why so serious?”—

Llegamos esta semana a la cumbre del cine de superhéroes, y la película más popular del británico Christopher Nolan. A su lado vuelven a repetir José Luis —aka Hans Zimer y James Newton Howard, por mucho que la mayor parte de la gente le atribuya todo el mérito al propio José Luis. Memes aparte, hacer una sección de curiosidades en esta crítica es algo casi de conocimiento público a día de hoy. Heath Ledger se encerró en un hotel escribiendo un diario como si fuera Joker y pocos meses antes del estreno falleció en turbias circunstancias.




 Por lo demás en aquella época rondaba todos los medios la noticia de que el propio Christian Bale, de quién también es sabido su carácter, había golpeado a su madre y a su hermana. A lo cual solo he encontrado los datos que dicen que se presentó voluntariamente en comisaría, pasó cinco horas allí y al salir no se presentaron cargos, o eso he leído.




De cualquier forma, me alegro de haber llegado ya a esta película, pues han sido muchos vasos de vinagre los ingeridos hasta que Nolan tomase las riendas del caballero oscuro, y vaya que si mereció la pena. Aunque no fuese la primera —se le adelantaron 'Batman' (1989) y 'Spider-Man 2'—si que fue, y es hasta la fecha, la primera película de superhéroes en ganar uno de los Óscars de “la categoría importante”, tema delicado que lo es aún más si la película pertenece a algún género fantástico o poco tradicional. Eso o eres El retorno del Rey y has venido aquí a arrasar, pero ese es un tema para otro momento. 'The Dark Knight' vuelve a tomar como bandera el tono y la temática de El largo halloween para construirse a sí misma, aunque para esta ocasión poco o nada queda del tono mítico que acercaba a su predecesora a un público más joven.




 Ahora no vamos a ver tantas frases cargadas de mensajes redundantes para dejar una idea clara. Para esta película nos aproximaremos mucho más a un registro negro y detectivesco. Lectura que a su vez era justo presentar si se habla de Batman. No os lo voy a negar. La película es muy potente, pero no voy a dedicar mil palabras a echarle flores. No estamos aquí para eso.




Para lo que sí estamos es para recalcar que, por muy buena que sea, no es ni mucho menos perfecta. Aunque la fui a ver cuatro veces en el mes de su estreno al cine, cada vez que la veo tengo la misma sensación. La primera hora está bien engrasada y resulta siempre interesante, pero una vez Harvey Dent sale del hospital... pufff. Lo peor de todo es que, de la forma en la que está construida y planteada la peli, no puedes decir que las escenas pesadas sobren. Las cuales son para mi la de proteger a Reese y el tema de los barcos con bombas. Especialmente esta última. 




Entiendo que a Nolan le gusta mantener un tono optimista en sus producciones y en los guiones que firma —aunque en esta ocasión firmen también su hermano Jonathan y David S. Goyer— pero con el paso de los años, me ha ido importando menos esa imagen de grandilocuencia o de “película importante” que tanto quiere establecer Nolan y me apetece más centrarme en las partes que son puro gozo y disfrute. Dentro de este segmento de metraje, disfruto particularmente con las intervenciones de Heath Ledger, evidentemente, pero cuando el peso de la cámara recae dentro de los barcos o en el rescate de los médicos y los payasos, de verdad que me pesa la cabeza. Para explicar esto tengo que retomar el comienzo del filme y explicaros mis ideas.




En el primer segmento de la película nos encontramos con Harvey y Rachel —que esta vez es Maggie Gyllenhaal con su cara de plato de lentejas, ya que Katie Holmes decidió no repetir por "problemas de agenda" aka Tom Cruise— cenando en un hotel de Londres, digo, de Gotham y, de buenas a primeras, se presenta Bruce Wayne con una mujer florero que sería imposible que fuera una bailarina en la realidad con esa voluptuosidad. 




El caso, es que tenemos ante nosotros una escena de diálogo, una importante, porque acotará el futuro de Harvey Dent antes de tiempo para recompensar al espectador cuando pase, haciéndolo sentir así un intelectual —inmerecidamente—. El problema de esta escena de diálogo es Christopher Nolan: el director aquí mantiene la cámara girando en círculos, aún narrando la charla con un plano contra plano, para que en todo momento perdure una sensación falsa de dinamismo. 




O lo que es lo mismo, que el espectador no se aburra con esa escena. O lo que es lo mismo, que Nolan no confía en que el espectador medio sea capaz de mirar y escuchar con una mínima atención y retentiva lo que tiene delante. Porque cuando él quiere que retengas una frase concreta; la de morir como un héroe..., la cámara se detiene y hace zoom hacia los actores despacio. Así al tiempo te integra en la trama y te dice que eso es importante. Esta prepotencia ocurre en cada escena de diálogo. Alguien charla, la cámara gira, alguien charla, el tono sube, la cámara para y hace zoom. Y es esta línea de pensamiento interno lo que me lleva a aburrirme de la escena del barco y todo en adelante —salvo el encontronazo final, que es una gran bocanada de oxígeno por la buena construcción de Dos Caras—.




 Porque noto que el guión se está saliendo del personaje y que este último desafío de Joker es una declaración final de prepotencia de los guionistas Nolan. Que nos dicen que siempre queda humanidad en la gente, aún por encima de sus egos, lo cual es totalmente falso, pero como mensaje final para un filme, pues vende mejor. Lo malo de verdad, es que si ya era predecible esta parte, después de haber visto la película constantemente por más de diez años... casi dan ganas de saltarla. 




Pero luego te das cuenta de que, por mucho que te fuercen la mano, varias capas narrativas por encima de la prepotencia sigue estando Joker, arriba en su edificio, esperando. Y como hemos llegado hasta aquí disfrutando extasiados, asumimos este metraje de duración cuestionable y saltamos a la piscina porque al final, quien ha aprendido la lección junto con todos nosotros es el propio Batman. Por que, por mucho que lo devore vivo Heath Ledger, Batman en 'The Dark Knight' es un personaje como la copa de un pino, siempre contrapuesto con su versión de 'Batman Begins'. En las dos cintas tenemos dos escenas idénticas donde Bruce, con un hilo de voz, llama a Alfred tras rechazar sus recomendaciones culinarias. 




Ha acontecido una tragedia que lo supera y Bruce necesita que el mayordomo vuelva a ser su ancla con la realidad. Pero, en lugar de quemar el bosque, lo que hace Bruce es confiar en la gente y dejarlos decidir por sí mismos. Porque Batman no está aquí para ser lo que la gente crea que necesita, si no para ser lo que la ciudad merece.




Nota: 9

Jorge Tomillo Soto-Jove




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