Érase una vez en Hollywood | POPCOKEN



—Tarantino y Hollywood (sale mal)—


Os lo voy a decir en la primera línea por si alguien se quiere ir ya, es mala, mala de cojones. Ya está. Vale, acabo de ver 'Érase una vez en Hollywood' y...realmente no encuentro la forma ahora mismo de hablar de esto sin spoilers, así que, bueno, SPOILERS.


Tengo que admitir que, por una vez en muchos años, me la sudaba completa y totalmente que fuera una película de Tarantino, cosa que ya no va siendo tan sello de calidad como era. Para esta ronda, yo venía por ver a DiCaprio y a Brad Pitt juntos, y qué coño, por saber si realmente Tarantino se había pasado por el forro de los cojones a Margot Robbie y el personaje de Sharon Tate, y todo, todo lo que he visto me ha decepcionado.


He perdido tres horas de mi vida, y encima las quería afrontar con ilusión. Hasta había reservado la noche sólo para disfrutar de esta peli, y he acabado con dolor de cuello por no saber bien en qué postura sentarme para afrontar semejante ladrillo. Si Tarantino quería seguir rodando Westerns y saltarse su regla de mierda de diez películas ¡no le hubiera importado a nadie! De hecho, a nadie le importa una mierda tus diez películas, otro seguirá por donde tú lo dejaste. Ahora que me he sacado eso del pecho puedo seguir, con calma y tranquilidad. Aunque realmente, lo único que me da cierta paz es el hecho de no haber tenido que pagar una entrada por ver..esto. 


El problema no es que yo no sepa qué es 'Érase una vez en Hollywood', puedo sentarme y ver cualquier película —o episodio de la tercera temporada de 'Twin Peaks'— de David Lynch y no saber qué cojones he visto. Pero no porque sus películas estén total y completamente vacías —como esta última—, si no porque exudan intención de autor. Puede que me guste o no tal intención, discurso o tono, pero al menos hay una. 'Érase una vez en Hollywood' no sabe qué es, sencillamente no lo sabe. A veces es un eco del viejo hollywood y cuánto echamos todos de menos su parte más decadente y apolillada, pero con cierto encanto. Otras veces es Tarantino gritando con un cojín en la cara que quiere rodar westerns rancios y violentos durante el resto de su vida, pero que no lo va a hacer porque es mucho mejor criticar a toda la industria, con la barbilla bien alta.


'Érase una vez en Hollywood' necesita dos horas enteras de cortes rápidos y spots mal hilados, para perfilar por encima a dos personajes. ¡A dos! No es que necesite una película entera para acotar a nueve o, yo que sé a más de dos. No, necesitamos dos horas de Brad Pitt paseando en coche, recogiendo a todos los niños bonitos del mañana de Hollywood, para que tengan un papel en "lo nuevo de Tarantino". Ah no, sí que hace más cosas: nos saca mediante un flashback una burla a Bruce Lee que no pidió nadie y que tampoco venía mayormente a cuento. 


Estás exagerando, eres un hater, seguro que la peli tiene mucho más, seguro que el personaje de Brad Pitt tiene mucho más. Claro que lo tiene, dos segundos de metraje para ponderarle aún más como putísimo amo, confirmando al espectador que tiró a su mujer por la borda de un barco porque le tocó las pelotas. Oh, pero luego Tarantino "negaba la hipótesis" de que 'Érase una vez en Hollywood' sea machista por no darle una puta mierda de diálogo a la única persona sobre la que se construye todo el filme, para su jodido chiste final, con gracia a medio gas: Sharon Tate.


Cuando supe que 'Érase una vez en Hollywood' iba a tocar el tema del asesinato de la mujer —embarazada— de Polanski, no quise ver la peli. Decidí no verla, pues imaginaba a Tarantino recreándose rollo la boda roja con este momento negro de Hollywood. Luego vi lo de la hipótesis y quise saber el tratamiento que se le daba a Sharon Tate en el filme. ¿La respuesta? Se meten escenas suyas haciendo cosas sin venir a cuento en mitad de otras tramas. Si, hay una escena de medio homenaje a Tate cuando la vemos en el cine, pero nada más. 



¿Cuál es ese chiste sobre el que se construye el filme? Bueno, he ahí el gran spoiler; la veracidad histórica de 'Érase una vez en Hollywood' es la misma que la de 'Malditos Bastardos', un giro violento de la historia hacia un resultado distópicamente blanco. Sería super gracioso, dar ese GRAN GIRO y sorprender al espectador hacia una nueva realidad de la historia. Una onanista, autocomplaciente y maniquea nueva realidad donde los malos son castigados con violencia salvaje y eso te tiene que hacer reír, porque los malos no son personas jajajajajajaquegracioso. Y de verdad que por un segundo quise reírme con el viejo Quentin en su autosatisfacción, pero estaba tan cansado de mierdas de Rick Dalton y poner a parir al género del western sin un propósito claro, que simplemente bajé los brazos y dejé que corriera la sangre.



El problema que yo le veo a este "chiste final", es que, si quitamos las escenas de los viajes en coche, o las películas  de Rick Dalton, 'Érase una vez en Hollywood' se podría contar en cuarenta o cincuenta minutos. Pero eso si, tendremos la playlist personal de Tarantino sonando cada puto minuto de metraje. Y también tendremos a sus amigotes, esos cameos que no podían faltar porque, no sé, la película necesitaba más terciarios. Anda, otro gesto onanista más, qué inesperado.


Como podréis apreciar el sentido del humor de Quentin, tan poco renovado este año, me ha dejado salty y quemado y creo que no es para menos, pues de Tarantino se podía esperar mucho más que "un chiste" de casi tres horas. Si, hubiera estado genial que Manson no hiciera mierda a Sharon Tate, pero no se puede cambiar la realidad. Y de tratar de cambiarla en ficción, se podía haber contado, no ya mucho más, si no algo; antes durante y después de este gran cambio —que no es tal—. Ahora que finalmente me puedo relajar, me duele más, pues veo momentos como la escena tan divertida de la charla con la niña actriz, o la relación de Brad Pitt con ese precioso perro. Pero luego vuelvo a ver en mi cabeza dos horas de videoclips con la playlist de Tarantino y pienso que ojalá hubiera hecho caso a mi primer temor y no hubiera visto nunca esta película.



Nota: 4,2

Jorge Tomillo Soto-Jove

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