— “Pensar que alguien
que quería me quería a mí también… Era un milagro.”—
Osamu Dazai dijo una vez: “Existe
el amor en este mundo, estoy seguro. Es la expresión, es la etiqueta del amor,
lo que es difícil encontrar”. De una forma sencilla y sincera, ‘Tsuki
ga Kirei’ nos hace partícipes de la relación entre Kotaro y Akane en un Japón
muy contemporáneo, donde destaca el uso de las redes sociales, pero también hay
hueco para conocer un poco mejor las tradiciones y los clásicos de la
literatura japonesa.
Y es que es
imposible empezar a hablar de la serie sin mencionar los profundos lazos con la
literatura que alberga. Más allá de lo obvio, como las continuas referencias de Kotaro al
rebelde autor japonés y el uso de la metáfora sobre la preciosidad de la luna
como confesión, encontramos que algunos de los títulos de los episodios están
nombrados a partir de escritos de autores japoneses, siendo estos: A Handful of Sand de Takuboku Ishikawa
(un recopilatorio de poemas), Howling at
the Moon de Hagiwara Sakurato (volumen de poesía), Kokoro de Natsume Soseki (novela), Run, Melos! de Osamu Dazai (historia corta) y Vita Sexualis de Mori Ogai (novela erótica).
La acción se centra principalmente en tres
escenarios: la escuela, fuera de ella (el club de atletismo y la librería) y
los hogares de los protagonistas. A
través de las escenas cotidianas conoceremos mejor las diferencias entre Akane
y Kotaro. Mientras vemos que él pasa el tiempo solo en la biblioteca, ella
tiene el club de atletismo; por un lado la familia de Akane suele mudarse
debido al trabajo de su padre, sin embargo la de Kotaro está mucho más
arraigada en las tradiciones y la asociación vecinal, más de barrio. La hermana
de Akane y ella acaban finalmente en un instituto privado, mientras que Kotaro
en uno municipal.
Pero hay un punto
donde colisionan ambos mundos: este es su primer amor ¿Qué se hace en una relación?
¿Le incomodará estar en silencio conmigo? ¿A qué figura adulta puedo acudir a
por ayuda? Porque claro, es un poco tabú aún hablarlo con los padres, así que
ambos buscan una figura que les pueda aportar algo: la hermana de Akane y el
librero en el caso de Kotaro. Por lo tanto, a las inseguridades de cualquier
estudiante como a qué instituto ir o qué pasará con las amistades hechas estos
años se añadirán aquellas ligadas al romance primerizo.
“No dejo de estar preocupada. Tan preocupada
que sigo creándote problemas. Eso es lo que más me duele. ¿Qué hago?” comenta Akane a Kotaro en los
episodios finales. Querer a alguien que sufre ansiedad no es fácil. Vivir con
ella no es algo que se pueda elegir, de serlo, nadie lo elegiría. A lo largo de
la serie, Kotaro intentará resolver estas situaciones con mayor o menor fortuna.
Por ejemplo, durante el festival deportivo tras perder la carrera de relevos,
Hira (quién está enamorado de Akane también) comenta, sin maldad, que al menos
no era una carrera de verdad y que puede hacerlo mejor. Esto hace que caiga más
la presión en ella, en lugar de aliviarla.
Por el otro lado,
Kotaro se centra en buscar el muñequito de Akane y tras entregárselo, le dice
aquello que necesitaba escuchar: “no tienes que avergonzarte. Pienso que estás
bien tal y como eres”. Aunque el protagonista no se libra de meter la pata alguna vez, como
es comprensible, pues es tan solo un estudiante de secundaria, consigue
solventar de manera positiva muchas de estas situaciones. Y todo esto se
concentra en la explicación que da Akane durante el capítulo ocho de por qué
está enamorada de él: porque hace que se sienta segura.
Durante toda la serie se enfatizará el uso de
la aplicación de mensajería instantánea LINE como la principal vía de
comunicación que tendrán Akane y Kotaro. Debido a las obligaciones escolares y
extra escolares, ambos tienen poco tiempo para poder estar juntos. Y por ello
necesitan escribirse por chat, además de que frente al móvil todo resulta más
fácil. Es de apreciar que haya escenas
enteras que reflejen momentos en los que envías un mensaje, haces un poco el
tonto sin sentido esperando la contestación, la recibes y repites. Es real como
la vida misma. No es que la serie carezca de momentos clichés, como
carreras bajo la lluvia o encuentros fugaces a escondidas, pero es en estas
escenas, en el día a día, donde se puede observar como su relación se afianza
más.
Me resulta bastante sorprendente la
estructura elegida para ‘Tsuki ga Kirei’. Mientras otros animes aprovechan
eventos como el festival deportivo o el viaje escolar como puntos de inflexión
para el desarrollo de su relación, aquí no se acentúan tanto y se elevan las
semanas más rutinarias para conseguir un ritmo bastante consistente y constante
durante toda la serie. Por supuesto, el
viaje al parque de atracciones hace que los dos den un paso adelante en su
relación, pero de la misma manera son importantes los momentos que ambos pasan
a solas en la biblioteca. La idea de romance que quiere transmitir la serie
no es de algo espectacular con momentos claramente marcados, sino como algo que
va naciendo y se consolida poco a poco.
Es dentro del día a día donde se debe
demostrar el amor. Una de las partes que
mejor refleja esto es que, tras fracasar en sus proyectos, ambos se juran dar
lo mejor de ellos mismos para la próxima vez, porque al estar con alguien que
te quiere deseas sacar tu mejor versión. Es probable que en una narrativa
más adulta esto suene utópico e idílico (debido a las responsabilidades que se
tienen una vez vas creciendo), sin embargo, introducido en el contexto escolar
donde viven, me parece uno de los detalles más bonitos que se pueden hacer
junto con la persona a quien amas. Que no se pierda nunca esa intención.
Me he dado cuenta que de las reseñas que he
hecho, la gran mayoría son slice of life
de amor donde se destaca la vida cotidiana. Cuando me preguntan sobre el porqué
me gusta el anime una respuesta clásica suele ser que da una mayor libertad
para crear historias, ya que sobre el papel no hay limitaciones más allá de la
destreza del dibujo del personal de animación. Explosiones más grandes, peleas
más emocionantes, monstruos más terroríficos y un sinfín de oportunidades. Sin
embargo, recaigo una y otra vez en historias de “ir por casa”. Pese a los
tintes realistas de ‘Tsuki ga Kirei’ también es cierto que tener tan solo una
pareja a lo largo de tu vida es cuanto menos, imposible. Es posible que viendo todos estos animes trate de llenar un hueco
considerablemente difícil de rellenar. Que alguien me dé un abrazo, por favor.
Javier Tatay
Nota: 8,7
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