El Royal Rumble siempre ha sido un evento especial en la agenda WWE. A veces sale muy bien y a veces pasan años y años sin que se haga ni uno solo que merezca la pena, o que llegue al nivel mínimo de entretenimiento. De hecho es un evento cuya parte temática opaca a todo lo demás que ocurra, cinturones incluidos. De los últimos años sólo guardo un gran recuerdo de dos ediciones: la de 2016, con HHH haciendo lo que todos queríamos que hiciera, pero sin que se viera venir como para perder esa magia. Y la de 2020, que una vez acabado el espectáculo de Lesnar, trajo de vuelta a Edge pillando a todo el planeta por sorpresa. Es esa misma sorpresa, que me sacó las lágrimas en su momento, lo que me lleva a hacer la review de la de este año. Para los que no lo hayan visto aún, esta review tiene todos los spoilers del mundo.
Antes de entrar al Rumble en sí, toca disputarse los cinturones mundiales. Unos cinturones cuyo único valor es Kevin Owens y su gran actuación, ya que todo lo demás se queda lejos de mención, aunque esta vez los fans hemos esquivado la pala de Goldberg, lo cual es algo. El resto del cartel se convierte en accesorio y no hay ningún combate fuera del Rumble al cual no haya metido un +10 segundos hacia delante para ver si pasaba algo destacable. Resultado conservador, botches y a otra cosa.
Así llegamos al Rumble femenino, que es el mejor combate de la noche de lejos y sin despeinarse. Donde antes nos habíamos encontrado combates de broma, relleno o directamente un festival de material para Botchamania, ahora tenemos el mejor combate de la noche y uno de los mejores Rumble match de los últimos años.
¿Es un combate midcarder? Si, porque la WWE aún no concibe bien el darle los main events a las mujeres de forma regular. Encima de su posición de cartel, tenemos que aguantar anormalidades como el esperpento "cómico" de R-Truth y los comentarios machistas de Jerry Lawler. Un Jerry Lawler que ya se ha visto retratado como depredador sexual en anteriores eventos y al cual siguen colocando aquí dios sabe por qué. Ah, si. Estas preguntas se ven respondidas cuando recordamos que esta es una empresa que en su superávit despidió a un buen puñado de personas para destinar ese dinero a financiar la reelección de Trump , en lo que hoy se conoce en el medio como el Black Wednesday.
Cuando llega el tercio final del Rumble y se nota que el ambiente se está caldeando, gracias al trabajo de unas pocas luchadoras que se echan a las demás a las espaldas para hacerlas ver bien, es cuando esto se pone realmente interesante. Aquí ocurre una cosa, que es la validez y tono que le da ala historia que Charlotte Flair se ponga en modo depredadora para ser eliminada por las fuerzas de NXT. Una división de la que la tuvieron que sacar por que no daba los resultados que se buscaban y que ha terminado por probar ser mejor que las otras divisiones de la empresa y el futuro de la misma.
El duelo final entre Bianca Belair y Rhea Ripley es una gozada, es puro Royal Rumble. Pero el spot que tienen donde se entrelazan y ostian las dos al tiempo, eso es un espectáculo y firma de talento. Para mi tristeza Rhea sale eliminada y una merecidísima Bianca Belair es la ganadora del primer Rumble femenino bueno de verdad. Me alegra que esta mujer tenga su momento y espero que no lo desperdicien en favor de más modelos mal maquilladas. Mientras tanto para Rhea Ripley quedan unos minutos más en el horno de NXT hasta que o bien se convierta en la superestrella que lleva en la sangre, o que los creativos de WWE destruyan todo su potencial con alguna estupidez clásica del main roster.
Así llegamos al Rumble masculino, donde Edge entra el primero y sale el último. ¿Qué pasa en medio de todo eso? Bueno... no demasiado. Me alegra mucho que Edge vaya a llevarse una oportunidad titular más. Ya era una idea que estaba en el aire cuando se lesionó del hombro tras su regreso y espero que ahora se materialice aunque aquí hay un problema. ¿Edge merece un cinturón más? Yo creo que si, y el número de visitas (medido en millones) de su vídeo de regreso aseguran a la empresa la oportunidad de ganar dinero que es un campeón. Así que si, pero... Le van a dar a Drew MCIntyre, porque Vince McMahon necesita ver a Roman Reings en una estatua de oro que se vea desde júpiter. Cosa que a día de hoy, sigue sin entender bien del todo nadie.
HBK ya ganó desde el número uno y precisamente se le critica eso, que al verle en la primera posición el evento perdía todo el interés. Aquí pasa una versión rebajada con agua de lo mismo. Sólo que en 2021 tenemos a un Edge que se esconde en las esquinas donde no graba la cámara para recuperar el aliento y hacer lo menos posible sin morir en el ring. Eso y no lesionar a AJ Styles este año... Me encanta Edge y quiero verle campeón de nuevo, pero lo que veo que quiere hacer la empresa para lograrlo no me gusta nada. Si todos criticamos que Goldberg le hiciera esto mismo a The Fiend, hay que sacarle brillo también a que Edge se lo vaya a hacer a Drew.
Un Drew McIntyre que es el primer campeón sin audiencia y que lo va a ser indefinidamente, al parecer. Esto nos lleva a otra pregunta que, al menos no tiene que ver con Trump ¿Cuánto va a seguir WWE vendiendo que complace a los fans, cuando es únicamente los deseos de Vince lo que importa? Supongo que en algún momento el campeonato Universal llegará a valer una cuarta parte de lo que representaba el World Heavyweight, aunque no creo que sea en esta década.
Jorge Tomillo Soto-Jove
Fuentes:
-Forbes: A $5 Million Mystery: How The WWE Became The Trump Foundation's Biggest Donor
-Wrestling Culture: WWE: Black Wednesday.
-Bodyslam.net: List of WWE names fired during Black Wednesday
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