Bajocero | POPCOKEN

 


Creo que la última vez me entusiasmé con un estreno de cine español fue con 'La Isla Mínima', y de eso hace ya más de seis años. Es decir, he visto alguna peli más pero ninguna que me hiciera sentir tan fuerte el estar viendo una gran película de estreno como aquella. Así que hoy me embarco de nuevo en el catálogo de Netflix, un poco por matar el tiempo por ver algo mientras cenaba y mira tú por donde me encontré con más de lo que esperaba.

No soy nada fan del cine patrio, como muchos sabréis. Es cierto que alguna vez, aún dentro de mi desconfianza, me encuentro con grandes obras, pero es algo por lo que me cuesta pasar. Esta es una ocasión a medio camino, ya que 'Bajocero' es un filme que hace muchas cosas bien y muchas cosas mal, navegando con fuerza por esa zona gris. Para ello junta muchas buenas y malas ideas, todas ellas supeditadas al capricho y tono del relato.

'Bajo Cero' es justo lo que parece: hay un grupo de presos que van a ser trasladados y se lía. Lo bueno es que se sale del tópico porque el factor externo que la lía, el antagonista, es mejor de lo que anunciaba el tópico en primera instancia. Así, su relación con algunos personajes alimentará el interés que el filme pierde con varios tropiezos de un guion que podía estar mejor escrito.

 Javier Gutiérrez encarna el papel del policía protagonista, que se nos presenta como un hombre cuadriculado ceñido al manual para todo, pero que no se amedrenta si una situación requiere que se manche las manos. Para eso sirve su escena de presentación bajo la lluvia, donde le veremos extrañamente cómodo pese a lo evidente de la situación. Ahí aprendemos que hará lo que debe hacerse en cualquier circunstancia. Para eso mismo sirve el segundo policía, tópicamente capullo, para reforzar esa sensación de hombre recto y capaz del protagonista.

Una vez que nos tiene de su parte,  'Bajocero' no tardará demasiado en lanzarnos directamente a los leones, aunque para mi gusto podía haber construido un poco más y mejor las piezas que van a mover la maquinaria. En este primer tercio de planteamiento del conflicto es donde mejor funciona el filme, gracias a su forma de narrar tan minuciosamente cada detalle que transcurre delante de nuestros ojos. Sus planos detalle remarcan con insistencia distintos elementos para que sepamos y a la vez nos fijemos en lo importantes que van a ser.

 De esta forma el espectador sabe que, además de irse a liar, va a pasar algo más, generando una tensión de fondo. Si sólo fuese una película sobre una fuga no insistirían tanto en ciertos elementos clave como: el clima, las llaves y las formas tan distintas en que se comportan los presos. Así se genera una duda veraz entre lo que se nos dice y lo que uno cree que va a pasar.

Para cuando se resuelve la gran incógnita, resulta total y completamente satisfactorio porque la dirección, y manejo de diálogos, saben llevar muy bien al espectador, haciendo que se sienta recompensado al ir descubriendo nuevos detalles. Al mismo tiempo, irán surgiendo nuevas dudas dentro de las historias de algunos personajes que alimentarán esta sensación de duda constante entre lo que se nos dice y se nos muestra.

¿Por qué no paro de decir lo de "algunos personajes"? Pues porque sólo importan unos pocos. El resto del elenco está ahí para adornar el engaño, que está tan a la vista y que no consigue ese efecto de gran giro que pretende. Esto es algo que se va viendo demasiado según avanza la trama. Una trama que se va volviendo caprichosa y contradictoria para llevarnos, esta vez a la fuerza a un escenario final que se antoja forzado. Pasando por las penurias que pasan, es imposible que los personajes lleguen vivos al main event. Aún así  'Bajo Cero' sigue forzando al espectador a creerse toda esta suerte de eventos surrealistas que tanto contrastan con el tono tan policíaco, elaborado y ceñido al detalle de sus primeros compases.

Al llegar al final aprendemos que, sí,  'Bajocero' es una película que cumple con el entretenimiento y que se nota que tenía material para un poco más. Como ese simbolismo con los ciervos, que no son otra cosa que una representación de la inocencia. Se le nota mucho que pierde el norte en la mitad y que lo encarrila un poco para acabar, pero con un coste de coherencia y credibilidad que la rebajan de filme a telefilme, por mucho que esté en Netflix. Al menos hay un par de grandes actores para tirar de este carro venido a menos.

Jorge Tomillo Soto-Jove

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