Fragmentos de una mujer | POPCOKEN

Esta es una de esas pelis que te dejas reservadas para un momento especial; uno de esos en los que sabes que vas poder verla con toda tu atención y que estás ahí para disfrutarla. Además, sabía que 'Fragmentos de una mujer' no iba a ser una película fácil de ver, ya que su punto de partida es el dolor. Tras haberla visto, me alegro de haber esperado para dedicarle ese momento especial y os cuento por qué.

No sabía de la existencia de Vanessa Kirby hasta hoy, y no me imagino a otra actriz haciendo esta película con la energía que desprende ella: que navega la gran parte de la película mostrándose con gestos discretos, pero de mucho peso y simbolismo. Donde la película retrata a su pareja como un hombre mucho más pasional y efusivo, que necesita de toda herramienta latente en la realidad para sobrevivir y expresarse, ella se nos muestra como una gran incógnita. 

Lo lógico para el espectador en otro tipo de película, que trate este tipo de perdida, es esperar esa inmediatez tan necesitada. El espectador suplica por ver en Martha una reacción pasional, un derrumbe, algo parecido al luto de la preciosa 'Ghost Story', que no llega. Eso nos hace desearlo más. ¿Cómo se consigue esto? Pues suena sencillo, pero no tiene nada de sencillo. Sí, hay planos secuencia (falsos) en la película y bla bla bla, la esencia del teatro, bla bla bla. Todo eso es cierto y un gran punto a tener en cuenta, pero lo que yo creo que realmente te implica en el primer plano secuencia es cómo se posiciona la cámara.

Para que la historia funcione, el espectador tiene que sentirse parte del conflicto, por eso 'Fragmentos de una mujer' nos sitúa justo en el medio de la acción siempre. Aunque no basta con eso. Además de tener la cámara siempre en movimiento, para generar dinamismo y aliviar cargas de tensión venidas de la naturaleza de la propia escena, cada vez que vayamos a transicionar de una acción narrativa a otra, la cámara se pegará a los hombros de un personaje. Así, al, literalmente, ir sobre los hombros del personaje el espectador se siente más implicado de una forma que surge natural, aunque esté diseñada y ensayada para funcionar así. Es algo que define mucho a cineastas como Aronofsky, porque subconscientemente tiendes a seguir al personaje. Esto, junto al plano secuencia, hace que estemos ahí en esa misma habitación para que cuando llegue el dolor, nos llegue a nosotros también.

'Fragmentos de una mujer' hay que concederle una cosa en su naturalidad: el tacto y el buen gusto. Cuando la escena se precipita a lo trágico, la cámara se separa del morbo y simplemente nos muestra las caras de los actores, distanciándonos del hecho en sí y diciendo alto y claro qué es esta historia'Fragmentos de una mujer' es un relato sobre la perdida en el centro del núcleo de la familia, y cómo esto afecta a sus miembros, como una onda expansiva. No va a ser bonito, no va a ser fácil y desde luego no va a ser algo político, o que use la línea narrativa del juicio como vehículo para construir toda la trama. No. Aquí vamos al desarrollo más denso posible, al del día a día, al del desgaste y la convivencia con la muerte, y cómo de vacío deja un hogar. 

Un hogar que es un valor común a todo ser humano; ese deseo de formar una familia y crear algo propio. Ese tener nuestro espacio donde todo sea nuestro, donde nuestras normas y visión del mundo sean absolutamente propias. Ahí, es donde este tipo de perdida se expande como un virus que lo corrompe todo. Y es en esa corrupción donde 'Fragmentos de una mujer' juega sus cartas, y lo hace muy bien.

Los personajes empiezan en una forma y figura A, y pasan por todo el abecedario antes de ser su versión final, o donde nosotros les dejaremos al terminar esta dura convivencia de dos horas. Esta no es una película de ocio, no es una historia divertida, ni aspira a ningún tipo de entretenimiento palomitero. De hecho de no haber salido en Netflix, la habríamos visto un puñado de locos, o menos. No hay un reclamo efectista, no hay truco. Hay contemplación y luto, aceptación y reconstrucción. Y, joder, hay tanto daño. Biológicamente no creo que llegue a experimentar nada parecido a lo que experimentan los personajes de esta película, por lo que temo por quienes hayan pasado por algo parecido, y se vean aquí retratados.

Pero este tipo de historia "fea" tiene mucha importancia al ser contada, sobre todo porque se aborda de una forma que no esconde, ni edulcora en exceso como para que su mensaje pierda valor. Es cierto que se le puede exigir que hubiera sido un poco menos obvia, y que las metáforas visuales que hace hubieran sido menos reiterativas. Más como, que lo primero que veamos de Martha tras "el evento" sea verla de rojo, un color asociado con la vida y las emociones románticas, en un momento de dolor y luto.

 Pero su necesidad de recordarnos lo inteligentes que son con el tema de las manzanas... saca un poquito de la experiencia. Aunque claro, te confías con tanta manzana y luego te clavan la puta foto entre latido y latido del corazón. Ahí te cagas en dios por el daño que te ha hecho y dejas que te cuente el resto del cuento, que no deja de ser una gran experiencia. 

A nivel personal también tengo la sensación de que la película depende demasiado de Shia LaBeouf, pero entiendo el truco que hacen de retratarlo como visceralmente emocional y necesitado de esa vida que había planeado tener. ¿Podría haberse retratado más desde el lado de ella? Sí, pero creo que es esta anticipación, este doble tiempo, lo que buscan recrear con tantas ganas para luego llegar a esta reacción catártica que haga sentir que todo tiene un cierre,  y que ha merecido la pena. 'Fragmentos de una mujer' es una buena película, pero hay que verla con cuerpo para lo que te va a contar.

Jorge Tomillo Soto-Jove

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